Grietas en el alma
P. Fernando Pascual
22-11-2014
Claro, no puede haber progreso en la vida del alma. Con tantas grietas...
Sí, porque un corazón que escucha ruido y confusión, que lee textos caóticos y a veces dañinos, que
continuamente ve imágenes o se zambulle en juegos electrónicos, no puede tener paz. Porque si me
dejo enredar por las modas y por los placeres del momento estoy condenado al vacío y al sinsentido.
Son tantas esas grietas... Grietas de egoísmo y de pereza. Grietas de vanidad y de soberbia. Grietas de
sensualidad y de avaricia. Grietas de ira y de rencores. Poco a poco, pierdo la paz, vivo según la carne,
ahogo la voz del Espíritu.
Necesito salir del agujero y recuperar la paz. Sólo con ella mi corazón podrá abrirse a la reflexión seria,
al mensaje maravilloso de vida y verdad que nos ofrece Jesucristo.
Por eso, en el camino de la propia vida resulta urgente descubrir y cerrar aquellas grietas que cada uno
tiene en su propia alma.
Curar todas esas grietas, de golpe, sólo sería posible con un milagro. Pero Dios existe... Basta con
empezar a colaborar, seriamente, para cortar, para limpiar, para acudir a la confesión, para rezar ante
las tentaciones, para prescindir de lecturas o de imágenes que me dañan. Así estaré más libre para
invertir mi tiempo y mi corazón en el Evangelio, en la oración, y en el servicio a mis hermanos.
Hay muchas grietas en mi alma. Hoy empiezo un nuevo día. Tengo tiempo, tengo voluntad, tengo
amor. Dios me anima y, sobre todo, me da su gracia. Hay que bajar a lo concreto, a esas fotos, a esos
libros, a esos ruidos que he de alejar de mi vida para que haya espacios abiertos y disponibles a una
maravillosa aventura de amor y de esperanza.