PABLO VI
Le sugiero no leer este artículo ya que el mismo dista mucho de ser objetivo.
Digo no ser objetivo ya que intentaré un pantallazo muy elemental sobre un ser
que me despierta una profunda admiración.
Sin duda no debe de haber sido un ser perfecto ni buscó un protagonismo tal
decisivo como el que ha tenido pero, sin duda marcó un tiempo dentro de la vida de
la Iglesia.
Había nacido el 6 de setiembre de 1897 en una familia que se encontraba en una
holgada situación económica.
Sus padres no se anduvieron con regateasen el momento de darle nombre: Juan
Bautista enrique Antonio María.
Pese a la presencia de tantos nombres habrá de pasar a la historia por ninguno de
ellos sino, simplemente, como Pablo VI.
Fue ordenado sacerdote el 29 de mayo de 1920.
Casi inmediatamente a su ordenación (1922) pasó a ser colaborador del Papa Pío
XII.
Ese cargo, dentro de la curia vaticana, lo desempeñó hasta 1954.
Prácticamente toda su vida la pasó entre los muros vaticanos pero ello no le
impidió, al estar al frente de la diócesis de Milán, mostrar sus cualidades de pastor
comprometido con la realidad y con la Iglesia.
No dudó en impulsar y animar la experiencia de los curas obreros.
Una experiencia por demás particular que despertaba las críticas de muchos y el
beneplácito de otros.
Era, en ese tiempo, la Iglesia una realidad cargada de tradiciones y estructuras
muy firmes. Cualquier paso a la novedad era mal visto por fuerzas muy poderosas
que estaban instaladas dentro de la institución.
La presencia de estos sacerdotes obreros en Milán y en algunos lugares de Francia
significaba una realidad revulsiva y despertadora de posturas antagónicas.
La Iglesia vivía el Concilio Vaticano II.
El viento fresco que Juan XXIII deseaba entrase en la Iglesia toda se perdía en
discusiones y prolongadas reuniones.
El 21 de junio de 1963, luego del fallecimiento del “Papa bueno”, es elegido como
nuevo Papa asumiendo el nombre de Pablo VI.
Decidió continuar con el Concilio y apuró la toma de decisiones.
Mientras tanto ya iba dotando a su pontificado de una serie de reformas que
anticipaban las decisiones que habrían de llegar.
Su antecesor había abierto la ventana y él decidió abrir las puertas.
Habrá de ser el primer Papa que, saliendo del vaticano, se habrá de trasladar hasta
Tierra Santa en una visita pionera e histórica.
Abolió el uso de la tiara. Triple corona que utilizaban los Papas construida en oro y
plata.
Esta última tiara le será obsequiada a la obra de Teresa de Calcuta que, debido a la
admiración del Papa comenzó a recibir las miradas del mundo entero.
Con lo obtenido de la venta de aquel artículo suntuario podía consolidad un algo
más la obra de aquella pequeña monja en las tierras de Calcuta.
Es evidente que aquellos pequeños grandes gestos del Papa despertaban muy
variadas repercusiones.
Estaban quienes esperaban que el Papa apurase a poner en práctica lo resuelto por
el Vaticano II.
Estaban quienes veían con ojos preocupados aquellos gestos puesto que advertían
sobre los peligros renovadores por los que comenzaba a transitar la Iglesia.
Estaban quienes apoyaban al Papa en su ir dando pequeños pasos en busca de la
necesaria adaptación que los nuevos tiempos exigían.
A nivel mundial se vivían tiempos de cambios muy grandes.
Solía decir que leía algún libro de moda en ese tiempo para poder comprender la
mentalidad de los hombres del tiempo que le tocaba vivir.
Lo que en él no tenía tiempo era su devoción a María.
No solamente la habrá de proclamar como “Madre de la Iglesia” sino que habrá de
ser tema frecuente en sus encíclicas.
Falleció el 6 de agosto de 1978.
Ayer fue proclamado Beato y la Iglesia se alegra con ello.
Padre Martín Ponce de León SDB