LA EDUCACIÓN EN ESPAÑA: PREVISIONES DE FUTURO
Ángel Gutiérrez Sanz . Catedrático de Filosofía. Autor del libro “ LA EDUCACIÓN EN SU
DIMENSIÓN HUMANA
Educación y sociedad están en constante interacción. La educación influye en la
sociedad; pero no es menos cierto que los cambios sociales van creando nuevas
condiciones a las que la educación tratará de ir adaptándose y ajustándose a las
necesidades, para no quedar desfasada. Es evidente que la educación que sirvió a
nuestros abuelos no es la que necesita nuestros hijos, porque la sociedad en que a unos y
otros les ha tocado vivir es bien distinta, de aquí que la educación sea un arte cambiante
y cuando creíamos que habíamos descifrado sus secretos, hay que comenzar de nuevo.
Los estudiosos prevén que el mundo laboral en el siglo XXI va a estar en
constante rotación, con cambios que se suceden a un ritmo vertiginoso. Sin duda lo
que hoy vale, mañana habrá quedado obsoleto. Lo que quiere decir que las técnicas y
aprendizajes que hasta ahora han sido útiles, previsiblemente dejarán de serlo y hemos
de estar preparados. De seguir así las cosas, el trabajador de mañana necesitará de un
tipo de educación que le capacite para el ejercicio de una diversidad de funciones, lo
que en expresión popular se conoce como “un todo terreno”. Los progresivos cambios
en las profesiones van a exigir al futuro trabajador una continuada actualización y
reciclaje. Estamos acostumbrados a que el periodo educacional acabe con la obtención
del título, que nos capacita para ejercer una determinada profesión durante toda la vida,
pero esto ya no va a ser posible en el futuro, que seguramente nos va a exigir estar al
día o lo que es lo mismo una educación permanente . Esta exigencia de permanente
actualización de los aprendizajes va a obligar al trabajador de por vida a un
autodidactismo activo o a una dependencia de los Centros Educativos entendidos, claro
está, de forma diferente a como los entendemos ahora. De modo que importante va a ser
no ya sólo aprender cosas sino saber donde y cómo aprenderlas
Según las previsiones, la España laboral del siglo XXI se nos muestra bajo el
signo de la provisionalidad de empleo, por ello lo que se va a necesitar no va a ser un
profesional especializado en determinado tipo de actividades, en las que se haya de
emplear toda su vida, jubilándose con la misma profesión con la que iniciara su periplo
laboral, sino que a lo largo de su existencia tendrá que ir ejerciendo diferentes
ocupaciones. Deberá estar capacitado pues, para hacerse cargo de los diferentes oficios
que se le vayan presentando según las necesidades. En consideración a estas previsiones
la educación que vamos a necesitar, será una educación teorica-práctica flexible, capaz
de dotar a los profesionales de la versatilidad necesaria, para atender a los múltiples
requerimientos.
Ya está siendo una necesidad que la teoría y la praxis vayan íntimamente
relacionadas; pero cada vez lo va a ser más. Los títulos expedidos por las Escuelas y
Universidades, si es que así se las pueda seguir llamando, además de la multivalencia
tendrá fecha de caducidad, como sucede con los productos enlatados, lo que significa
que cada cierto tiempo deberán ser revalidados. Seguramente en atención a esto las
carreras y las titulaciones se van a ir acortando, siendo su duración de tres o cuatro
años, con el correspondiente cambio de orientación, por lo que cabe preguntar ¿Qué
tipo de conocimiento habremos de necesitar y cómo podremos adquirirlos? El perfil de
conocimiento en la sociedad del futuro va a tener un caracter eminentemente práctico,
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orientado a satisfacer las necesidades de la vida real, se trata de un aprendizaje que
permita triunfar en una sociedad competitiva como es la nuestra. Todo hace pensar que
la eficacia va a ser, ya lo está siendo, el criterio educativo, que oriente el sistema
educativo así nos lo indican los cambios habidos en la última reforma educativa llevada
a cabo en España por el Sr. Wert, en la que se puede ver con claridad cómo el saber de
humanidades ha sufrido un duro golpe . Con la LOMCE queda eliminada, la
obligatoriedad de la Filosofía en los dos cursos de bachillerato, convirtiéndola en una
asignatura optativa y esto tarde o temprano va notarse en orden a la formación humana de
las personas y las aptitudes frente a la vida. En cuanto a la forma de adquirir los
conocimientos, todo parece indicar que este asunto va a estar ligado a la
instrumentalidad informática. Sin duda que el almacenamiento de conocimientos en la
memoria va a seguir siendo útil, pero tanto o más lo va a ser el saber manejar el
ordenador y los instrumentos necesarios que nos sirvan como fuentes de información
para encontrar lo que vayamos necesitando. Los nuevos tiempos vienen cargados de
incertidumbres, no cabe duda
Habrá que estar alerta por si las previsiones más negativas se cumplen sobre
todo por lo que se refiere a la sustitución del saber de humanidades por el saber técnico.
A mi modo de entender esto puede ser motivo de gran preocupación. Si llegara un día
en que todas las aspiraciones educativas se centraran sobre la dimensión técnico-
científico habríamos llegado al final de un proceso regresivo en que los términos se
habrían invertido, colocando arriba lo que debiera estar abajo. Nos equivocaríamos
gravemente si pensáramos que los únicos conocimientos necesarios son los saberes
prácticos y nos olvidáramos de los saberes humanos que son los que dan consistencia al
hombre. Si la educación del futuro en España se desentiende de la función
humanizadora puede que genere excelentes profesionales; pero habrá fallado
estrepitosamente, porque aunque una sociedad necesite ciertamente de ingenieros bien
preparados, de médicos competentes, de banqueros avispados, de políticos hábiles;
sobre todo necesita de personas honradas que se pueda confiar en ellas . Lo estamos
viendo en la práctica diaria ¿para que queremos sujetos brillantes en sus respectivas
profesiones, si luego se comportan como unos corruptos? La regeneración ética es una
necesidad urgente en la sociedad española que hay que iniciarla en la escuela y en los
centros de formación y si no es así mucho me temo que todo quede en solemnes
proclamas. Después de haber conocido los muchos escándalos que ha tenido a España
como escenario durante los últimos años, después de saber que nuestra nación se ha
convertido en un reclamo para abortistas o de que es el segundo país después de Brasil
en el negocio de la prostitución, hace falta ser muy optimista para seguir manteniendo
firme la esperanza en la regeneración moral, mucho menos al constatar lo poco que se
está haciendo por recuperar los valores perdidos que llevaron a nuestra nación a ser
considerada como la reserva moral de Occidente.
Siempre se ha dicho que las sociedades del futuro dependen de la escuelas del
presente, pues bien , la escuela en España hace años que está en ruinas y naturalmente a
sí nos van las cosas. Si los gobiernos siguen empecinados en la creencia de que el
desarrollo económico y material lo es todo, no habrá lugar para una educación al
servicio de la persona, por eso hemos de estar preparados para lo peor. Mal haríamos si
nos conformáramos sólo con el bienestar material, mal haríamos si convirtiéramos la
educación en una mera técnica de aprendizaje, sin otras aspiraciones más profundas, si
así fuera no estaríamos hablando ya de educación , sino de otra cosa ; porque la
educación para que sea tal, ha de seguir siendo lo que siempre ha sido: una tarea del
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hombre para el hombre que nos ayuda a ser libres y responsables que nos sirve para
tomar conciencia de nuestra propia identidad y dignidad como seres humanos . El
peligro de una enseñanza excesivamente tecnificada puede acabar siendo la gran
amenaza de una sociedad banalizada, donde las personas han desaparecido para dar
paso a sujetos robotizados y deshumanizados.
La educación del siglo XXI difícilmente va a ayudarnos a mejorar las cosas si no está
alentada por la aspiración humana de irnos superando a nosotros mismos hasta alcanzar
el grado de excelencia que por naturaleza nos corresponde. En los años venideros no va
a ser suficiente el progreso técnico y material, como tampoco lo es ahora.
Necesitaremos mantener viva la esperanza de seguir siendo hombres. Por muy
civilizado que se le pueda imaginar al hombre del siglo XXI, si deja de ser hombre,
habrá perdido la batalla del futuro. Es importante que la educación siga alentando la
esperanza de poder recuperar los valores humanos y espirituales que hoy parecen
perdidos. Un proyecto educativo para el siglo XXI es esperanzador, mientras tenga en
cuenta la dignidad del hombre y se preocupe por enseñarle a ser persona
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