Tenemos regalos de Dios
Los carismas en la Iglesia
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
En la primera Audiencia general de octubre, el Papa Francisco
meditó sobre los carismas en la Iglesia y explicó que estos dones de
Dios, del Espíritu Santo, son dados a la Iglesia para que estén al
servicio de toda la comunidad, sin que existan celos o envidias.
El Señor ha colmado a la Iglesia con muchos dones del
Espíritu Santo. Y dentro de estos dones, unos son preciosos para la
edificación y el camino de la comunidad cristiana: se trata de los
carismas . Pero el Papa se preguntaba, ¿qué es exactamente un
carisma? ¿Cómo podemos reconocerlo y recibirlo? ¿El hecho de que
en la Iglesia haya a diversidad y multiplicidad de carismas debe ser
visto en sentido positivo o es un problema?
En el lenguaje común, cuando se habla de “carisma” se
entiende una habilidad natural. Por ejemplo, cuando se dice “esta
persona tiene un especial carisma para enseñar”. Es un talento que
tiene.
En la perspectiva cristiana, el carisma es mucho más, pues es
una gracia, un don prodigado por Dios Padre, a través la acción del
Espíritu Santo. Ese don es dado a alguien no porque sea más bueno
que los otros o porque se lo haya merecido: es un regalo que Dios
le hace para que, con la misma gratuidad y el mismo amor, lo
ponga al servicio y para el bien de todos.
2) Para pensar
En la misma Audiencia, el Papa saludó a los peregrinos que
habían acudido días antes a la beatificación en Madrid de Álvaro del
Portillo, sucesor de San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei.
Ahí les invitó a acudir a la intercesión y al ejemplo del nuevo beato,
para que les ayudara a responder con generosidad a la llamada de
Dios a la santidad y al apostolado en la vida ordinaria al servicio de
la Iglesia y de la humanidad entera.
Precisamente el nuevo beato Álvaro, invitaba a poner nuestras
cualidades al servicio del Señor, siguiendo el ejemplo de san
Josemaría, quien en su juventud, se planteó en su vida dos
caminos: el primero, seguir los estudios de Derecho, ganar una
cátedra, sobresalir entre sus colegas progresando en el saber; o el
segundo, conformarse con un saber conveniente, mas no ignorante,
sin figurar, poniéndose al servicio de Dios. Eligió el segundo camino.
Ahora se pueden ver los frutos abundantísimos de santidad que Dios
ha suscitado gracias a su entrega.
3) Para vivir
Dios da cualidades, pero esos carismas no son para uno
mismo, sino para que estén al servicio de toda la comunidad.
El Papa nos invita a preguntarnos: “﾿hay algún carisma que el
Señor ha hecho nacer en mí? ¿Vivo con generosidad este don,
poniéndolo al servicio de todos o lo descuido? O quizás ¿se
transforma para mí en motivo de orgullo?
Saber que existen muchos carismas diferentes, no debe ser
visto como un motivo de confusión o malestar: son regalos que Dios
hace, para que pueda crecer la Iglesia de forma armoniosa, en la fe
y en su amor: “ᄀQué cosa tan bella! Tantos dones diferentes, porque
somos todos hijos de Dios y todos amados en un modo único”.
En la comunidad cristiana nosotros necesitamos los unos de
los otros, y todo don recibido se actúa plenamente cuando es
compartido con los hermanos, por el bien de todos. ¡Esta es la
Iglesia!
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