Partidazo
P. Adolfo Güémez, L.C.
¡Un partidazo! 9 goles entre ambas poterías. Sin tensiones ni trampas. Sin faltas ni gritos. Y
teniendo por único afán el jugar para fomentar la paz.
Se llevó a cabo este lunes 1 de septiembre, reuniendo a más de 30,000 espectadores en el
Estadio Olímpico de Roma. Entre las sillas se encontraban también jugadores de nivel
mundial, como Andrea Pirlo o Samuel Eto'o.
Se trata del ya conocido «Partido por la Paz», convocado por el Papa Francisco, quien
quiso darle también un cariz interreligioso.
Fue el mismo Pontífice, quien, junto a la Fundación "PUPI" del argentino Javier Zanetti y
"Scholas Occurrentes", red mundial de escuelas, impulsó esta gran iniciativa.
El encuentro contó con la presencia de los más destacados futbolistas y ex jugadores a nivel
mundial. Y los hubo para todos los gustos: desde el controvertido Diego Maradona, al
adorado en Colombia, el Pibe Valderrama; pasando por el fenómeno chileno Iván
Zamorano o la leyenda italiana Gianluigi Buffon.
La tarde de ese mismo lunes, un poco antes del partido, en el Aula Pablo VI del Vaticano,
el Papa Francisco se encontró con los participantes: «en esta ocasión tan singular y
significativa, como lo es la competición futbolística de hoy, deseo entregar a todos ustedes
este mensaje: ¡ensanchen sus corazones de hermanos a hermanos!»
Ensanchar el corazón. He ahí todo un desafío para nuestra existencia. No podemos dejar
jamás que las diferencias, los problemas o las dificultades nos hagan empequeñecer nuestra
capacidad de amar al prójimo.
Qué cierto es que a veces vamos ensombreciendo nuestra vida por cosas sin trascendencia,
dejando que esos pequeños amargores se acumulen uno a uno, hasta llenar del todo nuestro
corazón. De ahí que después nos cueste tanto abrirnos para acoger a los demás.
Por eso urge ensanchar el corazón. Hacerlo capaz de perdonar, de acoger, de salir al
encuentro, de amar más allá de lo esperado.
La paz no nace de las circunstancias exteriores. Brota del mismo interior del hombre. Y es
por eso que depende únicamente de mí y de ti.
Como dijo el Papa, la contienda tenía el objetivo de ver a «campeones y entrenadores de
varios países y de diversas religiones enfrentarse en una competición deportiva, para
testimoniar sentimientos de fraternidad y de amistad».
Pero «Partido por la Paz» resultará un simple hecho anecdótico, si no nos hace reflexionar
en que todos podemos convivir “en una misma cancha”. Aun con jugadores otrora
antagónicos, de diversas camisetas, o con religiones muy diversas.
La “cancha” en la que jugamos es nuestra propia sociedad, y en ella podemos escoger
centrarnos en las diferencias, o resaltar lo que nos une. Seguir jugando como individuos, o
comenzar a aportar lo que cada uno puede. De nosotros depende.
El partido ya terminó. Pero se ha convertido en ícono de lo que tenemos que lograr. Por eso
su mensaje no sólo no se ha acabado, sino que aún tiene que resonar en muchos más
corazones por el mundo.
El futbol y el deporte en general pueden contribuir a formar en nosotros los valores que
nuestra sociedad necesita para ser cada día mejor: la lealtad, el saber compartir, la acogida
el diálogo, la confianza en el otro.
Todos ellos son valores universales que unen a toda persona, sin importar la procedencia, la
cultura o la religión.
Pero más importante aún: el partido del lunes pasado nos demuestra que nunca será
imposible el reunir para una misma causa a personas muy diferentes. Lo único que hace
falta es abrirnos con decisión, poniendo más atención a nuestro corazón que a nuestro
egoísmo.
www.padreadolfo.blogspot.com