Veletas
P. Fernando Pascual
23-8-2014
Según cambia el viento, cambia la veleta. Ahora apunta hacia el Sur, luego hacia el Este, más tarde
hacia el Oeste, y al final al Norte: el viento manda inexorablemente.
También hay hombres y mujeres que viven como veletas. Giran según las modas. Cambian de ideas
según las impresiones del momento. Oscilan una y otra vez entre la derecha y la izquierda, la lealtad y
la mentira, el esfuerzo y la pereza, la educación y el descaro.
¿Por qué ocurre eso? Porque faltan convicciones, porque se vive de sentimientos, porque uno somete la
mente y el corazón a lo que ocurre a su alrededor.
Ya Aristóteles hablaba de quienes cambian como el camaleón. Seres que se adaptan a lo externo, sin
esa solidez interior que caracteriza a los que han tomado opciones profundas.
Es cierto que de poco sirve la estabilidad en quien vive para el pecado, la injusticia, el vicio. Pero
también es cierto que sólo hay virtud verdadera en aquellos corazones que tienen una sana firmeza y
convicciones bien fundamentadas.
No podemos vivir como veletas en un mundo que necesita mujeres y hombres maduros, justos, buenos.
Hace falta dejar atrás la actitud del cambio por el cambio, del adaptarse como camaleones para ganar
amistades huecas.
Estamos llamados a construir sobre roca. Sólo entonces la semilla del Evangelio encontrará una tierra
buena. Y un ser humano empezará a imitar, desde sus pequeñas fuerzas y con mucha alegría, la bondad
de un Dios que ama y acompaña con ternura paterna a cada uno de sus hijos.