¡DEMASIADO!
Dicen que el Islam se está modernizando y que hemos de
tener paciencia. ¿Hasta cuándo? Algunos afirman que no
han salido del Medievo. El caso es que la noticia ha sido
muy difundida. Meriam Yahya Ibrahim es una sudanesa
que fue condenada a 100 latigazos por adulterio y a
muerte por apostasía.
Esta mujer fue condenada a muerte por convertirse al
cristianismo. ¿Hasta cuándo van a suceder estos hechos
en nuestra sociedad? La verdad es que las redes sociales
han jugado un papel muy significativo en este asunto.
Han movilizado a la gente a favor de Meriam y han
pedido su libertad.
El jueves, 24 de julio, fue recibida por el Papa Francisco
en la Casa de Santa Marta. Estaba acompañada de su
esposo Daniel Wani y de sus dos hijos pequeños. Martín
de año y medio. Maya que había nacido en la cárcel hace
dos meses.
Meriam es hija de un musulmán y madre cristiana etíope.
Fue educada en la fe católica después de la muerte de su
padre cuando tenía cinco años. Fue condenada a la horca
el 15 de mayo pasado. La ley islámica de Sudán condena a
los que se convierten a otras religiones.
Más detalles que nos hacen comprender la situación. En
el momento actual tiene 27 años. Fue condenada por
adulterio porque el matrimonio con Daniel Wan fue
declarado nulo porque las leyes no permiten que una
mujer musulmana se case con un cristiano.
En el aeropuerto de Fiumicino en Roma fue recibida por
el primer ministro italiano, Matteo Renzi. Incluso la
defendió en el parlamento europeo con estas palabras:
“Si hay una Europa que no se indigna no estamos
respondiendo a nuestro destino… Si no reaccionamos, no
podremos definirnos como dignos de la gran
responsabilidad que tenemos”.
Meriam fue internada en la cárcel de Omdurman. Allí dio
a luz un niño. Entonces le dieron un plazo para que
pudiera amamantar a su hijo. Estos son los hechos que he
podido recoger de este caso que se ha hecho célebre y
que ha indignado a mucha gente en los cinco continentes.
Celebro la valentía de esta mujer y el testimonio de fe en
un mundo tan hostil como la sociedad islámica. Me alegra
que el Papa la haya recibido y le haya manifestado su
cariño y su aprecio. Ya he señalado en otro escrito la
preocupación del Papa Francisco por los cristianos
perseguidos. Me llama la atención la conducta del
ministro italiano. Sus palabras en el Parlamento europeo
en defensa de Meriam merecen todo elogio. Apeló a la
“dignidad europea” para que sus colegas no miraran a
otra parte y tomaran cartas en el asunto.
Lucio del Burgo