La catequesis básica sobre la familia
P. Fernando Pascual
25-7-2014
Es importante conocer qué es el amor humano, cómo se relaciona con el matrimonio, de qué maneras
se encarna en la vida familiar. Es importante estudiar el plan de Dios sobre la familia como lugar de
encuentro entre las personas, en la fecundidad que permite la llegada de los hijos, en las relaciones que
ayudan a madurar a cada uno: a los esposos, a los hijos, a otras personas relacionadas con cada familia.
Pero es mucho más importante educar en las raíces de la vida cristiana que sostienen el matrimonio
como sacramento y como vínculo de amor. Porque un cristiano vive y actúa plenamente como cristiano
en tanto en cuanto está unido a Dios, suplica y acoge su gracia, conoce mejor su fe, ora con la propia
comunidad y en familia, busca modos concretos de entrar en contacto con la Palabra de Dios para que
dé frutos en su propio corazón y en el de su familia.
En otras palabras, la catequesis básica sobre la familia es aquella que lleva a todos y a cada uno de sus
miembros a un mayor conocimiento de su identidad como miembros del Cuerpo místico de Cristo,
como parte viva de la Iglesia católica, como hijos en el Hijo.
Por eso, todo esfuerzo orientado a que los bautizados se preparen bien al matrimonio, y luego lo
puedan vivir desde la fe y para el amor, se construye desde la transmisión de las verdades
fundamentales que Dios nos ha ofrecido a través de la Encarnación, Vida, Pasión, Muerte y
Resurrección de su Hijo, desde la acción del Espíritu Santo en los corazones.
Lo anterior no excluye promover iniciativas, teológica y pastoralmente bien orientadas, para conocer
tantos aspectos y dimensiones de la vida esponsal, de la paternidad y de la maternidad, de las
relaciones entre hermanos. Pero esas iniciativas surgen desde una experiencia profunda de Cristo,
desde el encuentro con Él como miembros de la misma Iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo, y con la
protección materna de la Virgen María.
La catequesis básica sobre la familia, en definitiva, inicia cuando cada bautizado busca asumir, sencilla
y confiadamente, todo lo que enseña nuestra madre la Iglesia, vive los sacramentos (especialmente la
Eucaristía dominical y la confesión frecuente), reza y lee la Biblia, y actúa según el mandato
fundamental de Cristo: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como
yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros” ( Jn 13,34).