LA CIZAÑA
Los relatos evangélicos hacen mención a esta planta por su parecido con el trigo.
Hay lugares donde se le conoce como “falso trigo”.
Pero a los relatos evangélicos no les interesa el hacernos llegar el conocimiento
que, creo, no es de estos lugares.
Creo que n podemos leer el texto donde se hace referencia a la misma y decirnos:
“Como aquí no hay no nos dice nada la Palabra”
Hacer tal cosa sería una postura por demás simplista.
Tampoco podemos quedarnos en una larga explicación sobre ella ya que cualquiera
puede informarse y obtener información mucho más profunda que la que podemos
proporcionar.
Supongo que debemos detenernos en ayudarnos a descubrir esas cizañas que
crecen junto al trigo en lo cotidiano de nuestros días.
Cizaña de la que no estamos exentos si, en cualquier momento, nos descuidamos.
Como no puedo intentar realizar una descripción muy acabada de cada una de esas
cizañas más comunes de nuestro hoy me referiré a cada una de ellas con una
suerte de frase característica.
Todos lo hacen.
Es esa convicción que se nos ha metido de que lo que hace la mayoría es lo
correcto.
No importa mucho si es útil o conveniente pero…….
Lo hacemos porque es lo que hace la mayoría.
Parecería que ir en contra de la corriente es desubicarnos.
No hay que pensar mucho sino, simplemente, hacer lo que hace la mayoría.
Que ello resulte un infantilismo es secundario ya que todo es valido menos el hecho
de ir a contramano.
El refugiarnos en el “Todos lo hacen” es una infantil forma de no asumir nuestra
originalidad para perdernos en un anonimato cómodo.
El “todos lo hacen” es, sin duda esa cizaña que la sociedad nos pretende hacer
creer podemos admitirla ya que no daña nuestros frutos.
La comodidad y la mayoría no siempre van de la mano de la autenticidad y el
compromiso transformador.
Nadie se entera.
Es creer que nuestra posturas personales son unas en cuanto con público y pueden
ser otras si nadie se entera.
Es partir de un razonamiento falaz puesto que existe alguien que sí, siempre, se
entera y somos nosotros mismos.
Nuestro actuar, con público o sin él, debe ser siempre motivado por nuestra
búsqueda de coherencia para con nosotros mismos.
Por ello jamás podemos engañarnos en cuanto creer eso que con frecuencia se nos
pretende hacer creer.
A nosotros mismo jamás podemos engañar con el “nadie se entera” puesto que
somos parte demasiado interesada en las razones de nuestro actuar.
El “nadie se entera” n es un principio valido para quien intenta, desde aciertos y
errores, ser coherente consigo mismo.
Siempre se hizo así.
Es esa inmovilizante cizaña que nos impide todo tipo de búsqueda de novedad y
renovación.
La gran mayoría de las veces esta cizaña no es otra cosa que ese miedo a lo nuevo
que rodea todo lo que hacemos.
Es un vivir cerrados a todos los riesgos que pueden implicar la realización de
cambios.
Es el permanente aferrarnos a esas rutinas que quitan vida pero ofrecen
seguridades.
Renovarnos implica poder cometer errores pero siempre será, si lo realizamos en
pos de la fidelidad a lo de Cristo, en cambio repetir rutinas es seguro y cómodo
pero cada vez más alejado de la propuesta de Jesucristo.
Podría continuar numerando otras cizañas de nuestro hoy pero el espacio se me va
terminando por ello me limito a sugerirle sea usted quien continúe citando la cizaña
con la que solemos convivir hoy en día.
Padre Martín Ponce de León SDB