Autora: NORMA MENDOZA ALEXANDRY
Fecha : 18 julio, 2014
LA NIÑEZ: FUERZA SOCIAL DILAPIDADA
Mientras que las redes sociales anuncian en EEUU la construcción de casas con suites especiales
para perros que incluyen estancia privada para el animal, con golosinas y juguetes disponibles,
ducha, pisos y muros de azulejo, estación de agua, enorme cama y gabinetes, por un pago
adicional al costo de la casa,….
Al mismo tiempo surgen varias notas escandalosas del maltrato a la niñez. Niños y niñas
abandonados en el tristemente famoso hospicio “La Gran Familia” en México, recluidos en celdas
infrahumanas llenas de ratas, cucarachas y la más degradante humillación de abandono humano.
Otra nota describiendo los miles de niños centroamericanos que cruzan la frontera hacia Estados
Unidos sin acompañamiento en busca de familiares o huyendo de situaciones extremas de
abandono y pobreza en sus respectivos países, quienes son víctimas de mafiosos en su largo
camino y los pocos que llegan al deseado y buscado lugar, éstos son mal recibidos,---con
excepción de comunidades religiosas católicas--, por grupos anti-inmigrantes quienes al llegar, los
culpan de traer enfermedades a los niños norteamericanos y de robarse los trabajos de las futuras
generaciones autóctonas. Y ¿qué pasa en naciones desarrolladas? En Gran Bretaña se ha
efectuado una redada policiaca durante los últimos seis meses en la que se detuvieron a 660
personas por pederastia o por facilitarla. En Israel y Palestina se habla de un ciclo infernal que se
ha desatado en donde las primeras víctimas son los niños que mueren o quedan con heridas de
guerra. En tiempos de paz, en nuestros países latinoamericanos el alarmante número de niños que
nacen de madre soltera y crecen con un solo progenitor, aumento de las tasas de divorcio, lo cual
solo acrecienta el empobrecimiento moral de las poblaciones. Y finalmente las cifras que muestran
el peor ataque a los niños: matarlos antes de que nazcan.
Nos hemos preguntado como ciudadanos ¿qué es lo moralmente aceptable? Si todos sabemos
que: ---Un ni￱o fuera del hogar, es un ni￱o en RIESGO”.
En medios académicos se habla de la construcción de un eco-sistema moral diferente, sin
embargo, en los últimos siglos se han elaborado teorías sobre la ética que han dejado a un lado un
profundo y serio estudio sobre el hombre y la mujer. Si en las teorías éticas con la mirada puesta
en la sociedad fuera solo la mayoría la que apruebe o condene lo que hacemos, quienes imponen
costumbres o normas, quienes dicen lo que es bueno o lo que es malo, o a quienes ni siquiera les
importa, esto lleva a un sinfín de problemas, ya que muchos son imitadores de tergiversaciones
inventadas en un tiempo determinado. Ejemplos hay muchos:
En mayo de este año, la Academia de Nantes en Francia, dependiente del Ministerio de Educación
lanzó una campaña para que los estudiantes varones de esa ciudad, asistieran a clase usando
falda el 16 de mayo (campa￱a “ce que souléve la jupe” – lo que esconde la falda) . Esto, según la
presidenta del colectivo Manf Pour Tous es “una forma de travestismo y por tanto, es una negaci￳n
de la identidad sexual de los muchachos”.- En otro ejemplo, el aborto es un ‘derecho’ o hasta un
deber cuando se trata de evitar el nacimiento de hijos que no se desean.
¿Es que aún estamos tan atrasados en humanidad?
Vivimos una existencia temporal pero ponemos en juego la propia integridad. Nos anteponemos a
nosotros mismos antes de quienes nos rodean y de quienes somos los responsables, como son
nuestros hijos. Somos débiles, sea por miedo, sea por intereses turbios, sea por pobreza material o
moral y dejamos esclavizar al inocente y frágil por un triunfo personal que quizá nunca llegue.
Hay algunas contradicciones que vale la pena destacar si es que queremos hacer algo por nuestra
base social que es la familia:
Los niños son especialmente vulnerables. Todo el mundo está de acuerdo en que el niño necesita
atención especial, no pueden defenderse en contra de las agresiones, no tienen madurez
emocional para responder ante las dificultades como el abandono, la agresión de los adultos, los
avances sexuales, los niños son inexpertos intelectualmente. Al mismo tiempo, la sociedad
promueve niños vulnerables al preferir las necesidades emocionales de los adultos por encima de
las de nuevas generaciones.
Todos sabemos que el medio ambiente óptimo para que los niños crezcan es un hogar con su
padre y su madre responsables de su crianza en el seno familiar. Pero para los gobiernos, los
niños son los perdedores del sistema hasta que surja una verdadera crisis. Imponen soluciones
políticas: ayuda sólo a madres solteras, no a familias; legalización del aborto, divorcio exprés, etc.
Se omite el ampliamente conocido hecho de que en la medida en que aumenten los hogares con
un solo progenitor, los divorcios y los matrimonios del mismo sexo, aumentan los niños que están
en riesgo de maltrato, abuso y abandono.
Entre los hogares anormales se distinguen los hogares inexistentes (ejemplo vívido son los niños
que emigran solos en busca de sus familias). Hogares inestables: hostilidad continua, ya sea
colocándolos en hospicios no-supervisados o viviendo con adultos quizá la madre y su pareja
quienes pueden abusar del infante o perciben choques afectivos violentos que le causan
inseguridad permanente. Y los hogares destruidos: de padres separados, divorciados o no-
casados cada uno con su ocupación, desentendiéndose del vástago.
Cuando el niño carece de un hogar, se vuelve apático, indolente, no se esfuerza más que para
sobrevivir sin distinguir el bien del mal, retrocede en todos los planos, crece sin fines en la vida y lo
más importante, no conoce a Dios. Si agregamos a esto que en el sistema escolar se promueve la
experimentaci￳n sexual como ‘saludable’ a través de programas como la educación integral de la
sexualidad y recomendando a los adolescentes una falsa protección otorgándoles condones.
Como resultado, tenemos una sociedad hiper-sexualizada, egoísta y soberbia, que transforma la
niñez en objetos sexuales, de allí los fenómenos del sexting, la obsesión de los y las niñas con su
imagen corporal, la pornografía y el bullying del que hoy se habla en todas partes.
Hemos de ver con ojos de fe lo que está sucediendo a este mundo cansado, además, con visión
multidisciplinaria. La importancia de la familia es incuestionable y su misión no es sencilla. La vida
es cada vez más compleja, el ser humano requiere de mayores conocimientos para subsistir
dignamente. La formación para la vida en común no es una idea delirante, es una necesidad, un
reto que nuestra sociedad ha de plantearse y al que tendrá que hacer frente de manera decidida.
La familia no es sólo una institución social, sino el ámbito psicológico más trascendente para el
individuo. No debe ser tratada como un conjunto de personas, sino como una unidad singular digna
de apoyo, ya que en ésta recae la responsabilidad de que sus miembros sean los ciudadanos que
con sus valores, sostengan y hagan crecer y mejorar la sociedad del futuro.
Más allá de las instituciones, un nuevo ser que hace su entrada en el amplio mundo altera, en
cierta forma, la estructura de la humanidad entera: antes no existía y ahora existe, con toda la
carga potencial de su pequeño ser. Hemos de percibir la vida como algo sagrado porque todo ser
humano es un ser dotado de inteligencia, de voluntad en constante lucha por su libertad, y nos
damos cuenta de que su valor no depende de sus posesiones materiales ni títulos profesionales.
La vida en sí misma es valiosa en tanto que es fuente de infinitas posibilidades de ser, de pensar,
de conocer, de amar. Es necesario entonces reconocer que Dios es ese Amor que confiere la vida
y la sostiene continuamente con su palabra, su ayuda, su perdón y su gracia, a pesar de toda la
maldad e indiferencia que existe en el mundo de hoy.
El niño que carece de familia constituye un gran problema ya que como el primer ejemplo, caen en
la calle o en orfanatos que esconden el descuido y hacinamiento bajo la palabra “familia”. El
problema es que ese tipo de ambiente es todo, menos familia. Allí existe un problema
trascendental que irá más allá de ellos mismos, precisamente porque les afecta en lo más íntimo y
personal. Ese vacío que sella la vida de estos niños será la causa de una manera de ser posterior,
cuando intenten incorporarse a una sociedad desconocida, o al menos muy distinta de la que hasta
entonces han pertenecido. Este problema se asienta en las heridas de la afectividad, en su falta de
satisfacción de esa necesidad de amor, de cariño, de atención como solamente la madre es capaz
de prodigar al niño. La influencia que ejerce el factor afectivo es esencial en la formación y
acabado del cerebro; las funciones pueden quedar detenidas y no dar paso a lo intelectual. Los
niños se caracterizan por un bajo nivel intelectual y debilidad de la memoria, acompañada de cierta
hipersensibilidad afectiva que distrae su atención haciéndoles muy inestables.
Un pedagogo moderno pone el dedo en la llaga:
“Quien rompe los sagrados vínculos de la vida familiar, no solo destruye las bases de todo orden
social, toda convivencia y armonía, sino que además ciega el manantial de donde brotan para el
individuo las más puras, intensas y bienhechoras fuerzas para su desarrollo y formaci￳n interna”.
(H. Strohmeyer. El Espíritu y la Esencia del Arte de Educar, 1923).
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