Decálogo para todo papá (2ª parte)
P. Adolfo Güémez, L.C.
Estimados lectores, la semana pasada enunciamos 5 de las 10 normas de este decálogo. El
día de hoy concluiremos con las restantes.
6. Un padre recuerda y cuenta.
Un padre debe crear momentos de convivencia e intimidad de toda la familia. Jamás dejará
esto a la simple espontaneidad, sino que, con sagacidad y prudencia, generará las
oportunidades para que todos se encuentren con todos.
No hace falta crear planes fuera de lo común. A veces basta con aprovechar la oportunidad
en las comidas, las salidas en coche, etc.
En esos momentos creará un clima sereno, donde cada uno tendrá la confianza de abrirse tal
cual es.
Además, todo papá ha de transmitir los recuerdos más queridos e importantes de los
antepasados. ¡Cuánto bien hace a los hijos el conocer los propios orígenes, las raíces de
donde se viene!
Las historias y anécdotas familiares crean vínculos tan profundos y duraderos, que ni
siquiera el tiempo ni la distancia pueden romper.
7. Un padre enseña a sus hijos a resolver problemas.
El mundo es agresivo y todo papá lo sabe. Pero no conviene caer en la tentación de aislar a
los hijos del mundo. Por el contrario, más que un solucionador de todo problema, un papá
es un puente que les ayuda a cruzarlos de la manera más segura, pero sin suplantarles en lo
que ellos deben de hacer.
Su labor, pues, más que pensar, actuar o decidir por ellos, consiste en darles las
herramientas que necesiten para afrontar la propia vida con responsabilidad y esperanza.
8. Un padre siempre perdona.
Dice Ferrero que «el perdón del papá es la cualidad más grande, más esperada y más
sentida por un hijo».
Todo hijo ha de tener esta certeza en su vida: haga lo que haga, pase lo que pase, mi papá
siempre estará ahí, dispuesto a acogerme y ayudarme.
Perdonar significa comprender y no guardar rencor ante los errores u ofensas de los hijos.
Pero de ninguna manera ha de dejar de corregirlos cuando sea necesario.
9. Un papá siempre será papá.
Una vez papá, para siempre papá. La tarea de acompañar a los hijos no termina con la
universidad, ni con el matrimonio.
La misión de todo padre es la más grande y trascendente que ningún ser humano puede
tener: llevar a sus hijos al cielo. Y por eso, ni en esta vida ni en la siguiente, un papá dejará
jamás de serlo.
10. Un padre es imagen de Dios.
Por último, lo más importante. Es sabido por muchos estudios psicológicos, que la imagen
que los niños se hacen de Dios depende en gran medida de la imagen que tienen de su
propio padre.
Ser papá, por eso, no es sólo una opción personal, sino una seria responsabilidad venida
desde lo más alto. Una vocación profunda y trascendente.
Agrega también Ferrero que «una mamá que reza con sus propios hijos es una cosa bella,
pero casi normal. Un papá que reza con los propios hijos dejará en ellos un sello indeleble».
De ninguna manera la relación de un papá con Dios es una cosa personal e individual, pues
tiene una tremenda trascendencia en sus hijos. Trascendencia que nadie más podrá
suplantar.
Para terminar quisiera hacer una aclaración. Es verdad que no todos los niños tienen a su
papá presente. En esos casos es importantísimo para la mamá o tutor, el darles un modelo
masculino de alta calidad humana y moral que pueda llenar estos espacios. Se puede tratar
de un tío, un profesor, un amigo de mayor edad, etc. Además, es fundamental reforzar en
ellos su relación con Dios como padre, haciéndole saber que desde el cielo, Él los ama, los
cuida, los protege y los guía siempre.
aguemez@legionaries.org