¿Hay árboles discriminados?
P. Fernando Pascual
21-6-2014
¿Da igual talar un naranjo que un roble secular? ¿Tiene el mismo valor un ciruelo que un abeto?
¿Damos una importancia semejante a las hayas que a los manzanos?
Ante las reacciones que se producen frente a la tala de algunos árboles y la indiferencia que rodea la
extirpación de otros árboles, conviene preguntarnos: ¿hay árboles discriminados?
La respuesta, según lo que se ve en algunas sociedades, es afirmativa. En ellas, unos árboles son
considerados como valiosos, mientras que otros simplemente son vistos como algo que puede ser
usado o destruido en cualquier momento.
Los motivos de este tipo de discriminaciones varían. Para un campesino, puede tener mucho más valor
un manzano que un tilo. Para un enamorado de paisajes, tal vez tiene menos importancia cortar
naranjos que talar robles.
¿Todo depende de los gustos y los deseos subjetivos de las personas? Quienes defienden unos árboles
y dejan otros a su suerte, podrán explicar los motivos de sus preferencias.
En las mismas, se mezclan elementos sentimentales y razonamientos científicos más o menos
elaborados. Porque, por ejemplo, hay quienes defienden ciertos árboles no sólo por su belleza, sino por
su importancia en un ecosistema. Otros consideran que un huerto plantado por los hombres también
tiene su importancia, no sólo para el ambiente, sino para quienes podrán consumir frutas que ayuden al
organismo humano.
Más allá de las perspectivas diferentes, notamos que en cada árbol hay una vida, y una vida que tiene
siempre algo de maravilloso. Porque la vida de un árbol no es simplemente el resultado de carambolas
evolutivas más o menos complejas, o de injertos aprendidos entre campesinos de una zona, sino algo
muy particular que hace de cada árbol (limonero, madroño, acacia o pino) un pequeño monumento al
misterio de la vida y a la bondad de Dios.