Un camino entre preguntas y preguntas
P. Fernando Pascual
31-5-2014
Hay preguntas que surgen desde uno mismo. Otras llegan desde fuera. Unas y otras nos lanzan a
buscar respuestas.
¿Por qué la vida? ¿Dónde está el bien? ¿Vale la pena luchar contra la propia pereza? ¿Qué tiene
de malo ensimismarse en el mundo digital, o en la música, o en las drogas? ¿Hay modos
concretos para terminar con la pobreza? ¿Soy responsable de lo que ocurre a los demás? ¿Los
hombres pueden salvarse a sí mismos? ¿Hay algo tras la muerte? ¿Es posible tener claro que
Dios existe? ¿Qué relación habría entre Dios y el mundo? ¿Hay justicia para los fracasados y
perseguidos?
La lista podría hacerse casi infinita. Incluso alguno preguntará por qué nos hacemos preguntas y
si tiene algún sentido buscar respuestas en este tiempo, breve o largo, que recorremos mientras
vivimos.
En la marcha de la historia humana, las preguntas surgen de modos sorprendentes y nos lanzan a
la aventura de la búsqueda. Sobre todo, ante temas centrales, decisivos (vida, muerte, bien, mal,
tiempo, eternidad), no podemos quedarnos con los brazos cruzados ni pactar con un relativismo
barato. Necesitamos avanzar hacia verdades buenas.
Bien acogidas, las preguntas despiertan en nosotros ese anhelo profundo hacia horizontes nuevos
y desconocidos. Si, además, las preguntas son serias y van a lo esencial, sirven como ayuda para
no perdernos en las mil distracciones de la vida y para encontrar pistas válidas que orienten
nuestras decisiones.
La vida sigue adelante. Entre preguntas y preguntas, unas sobre lo inmediato (¿cómo hacer para
no volver a perder las llaves?), y otras sobre lo que vamos a encontrar más allá de la muerte
(¿hay cielo, hay infierno, hay justicia, hay misericordia?).
Detrás de muchas de esas preguntas se esconde, respetuoso y firme, ese Dios que nos soñó un
día por amor y nos espera para un abrazo eterno, si sabemos vivir según su Voluntad.
Por eso vale la pena, mientras estamos en camino, plantearnos esas preguntas que llegan al
núcleo del existir humano: ¿por qué Dios ha querido dar inicio a nuestra existencia? ¿Hacia
dónde vamos? ¿Contamos con su ayuda? ¿Es posible un fracaso definitivo? ¿Puedo todavía
invocar y aceptar la misericordia divina?