Dios me busca sin descanso
P. Fernando Pascual
31-5-2014
Me sorprendes continuamente con tu espera. No entiendo por qué me buscas sin descanso. ¿Qué ganas
con mi amor pequeño y frágil? ¿Qué conquistas cuando pienso en Ti y dejo mi egoísmo?
No te entiendo, Dios mío. Tu Amor es infatigable. No lo merezco, pero ahí sigue. A veces te olvido,
pero Tú no dejas de buscarme.
Me lo han dicho tantas veces: soy hijo tuyo. Pero un hijo pecador, un hijo infiel, un hijo ingrato. ¿Por
qué, entonces, insistes? ¿Por qué no me dejas a un lado para atender a otro que sí Te escuche y Te
ame?
Lo sé: el amor es como un torrente incontenible. Nada puede destruirlo. Y Tú eres Amor: Amor divino,
infinito, fiel, incansable, misericordioso.
Por eso sigues tras mis huellas. Por eso me buscas si he pecado. Por eso me recoges si estoy caído. Por
eso me arropas cuando el frío del mundo envuelve mi alma.
Me sorprende tanto amor, tanta paciencia, tanta ternura. Pero no puedo cambiarte, mientras que Tú
anhelas que yo cambie.
¿De verdad crees que puedo abandonar el pecado, romper con mi pasado, dejar atrás pasiones dañinas,
perdonar y pedir perdón? ¿Crees que mi alma llegará un día a brillar de esperanza y me dejaré purificar
con la Sangre que derramó Tu Hijo en el Calvario?
Dios, me buscas siempre. También hoy, en medio de mis prisas y mis miedos, entre mis distracciones
y trabajos. Estás en lo más dentro de mi alma (me lo recuerda tu amigo Agustín de Hipona), como un
Enamorado bueno que sólo encontrará alegría cuando el hijo lo mire y se deje abrazar.
Sólo entonces podré iniciar, contigo, una vida nueva, bella; una vida que inicia en este mundo inquieto
y sigue, para siempre, en el encuentro eterno de los cielos.