Pornografía: ¿Qué hacer?
P. Adolfo Güémez, L.C.
Frente a un enemigo tan grande y poderoso como lo es la cultura pornográfica,
muchos han dejado ya de luchar. Lo que más duele, es que la mayor parte de
éstos son jóvenes que se sienten inermes y fracasados. No saben qué más
hacer o hacia quién volverse para pedir ayuda.
Por eso en este artículo ofreceré algunos de los medios humanos con los que
contamos.
1. El valor de la familia
La familia es una escuela para la vida. En ella comenzamos a descubrir la
alegría de la intimidad y la confianza.
Es en su seno donde cada miembro es valorado por lo que es, y no por lo que
hace o aporta. Ahí aprendemos que el valor de las personas no depende de su
utilidad o del éxito, sino de su dignidad como hijos de Dios.
En una verdadera familia se respeta la privacidad de cada uno, pero se evita el
secretismo a toda costa. La privacidad es el derecho de compartir nuestros
sueños, ideales y aspiraciones cuando cada uno lo decida. El secretismo, por el
contrario, es esconderse de los demás como si fueran enemigos de los que hay
que defenderse.
Si en una familia se descubre que un miembro ha sucumbido a la pornografía,
se ha de reaccionar de manera cariñosa, perdonándolo, pero también a la vez,
exigiendo rigurosamente que se viva de acuerdo a la ley moral.
2. El papel de los padres
No cabe duda que los más vulnerables a esta plaga son siempre los más
jóvenes. Los padres, por tanto, tienen el deber de proteger a sus hijos contra
esta amenaza.
Esta ayuda ha de comenzar cultivando una relación de confianza y apertura
hacia ellos. Asimismo, ha de incluir un control prudencial de los medios de
comunicación disponibles en la casa.
Para ello se deben dar a los hijos normas comprensibles y razones morales
para analizar y rechazar el posible contenido negativo que ofrezcan los medios
de comunicación.
Una particular atención debe de darse al empleo de Internet por parte de los
niños y adolescentes. Su uso ha de hacerse siempre en los lugares de reunión
familiar, y nunca en la privacidad de la propia habitación. De ser posible, cada
red ha de contar con filtros familiares que ayuden al navegante a evitar las
páginas nocivas.
Pero lo más importante, es el testimonio que los padres ofrecen a sus hijos a
través del amor, devoción y fidelidad del uno al otro. Esta es la mejor
protección y enseñanza que pueden heredarles.
3. La castidad y el autodominio
La castidad, como toda virtud, es sumamente positiva. Consiste
principalmente, no en lo que hay que evitar, sino en todo lo que hay que hacer
para ser felices.
A través de ella se alcanza la integración plena de la sexualidad en la persona,
haciendo posible la armonía interior entre el cuerpo y el espíritu.
En ella es fundamental el autodominio, que nos hace capaces de ser
verdaderamente libres. Sin dominio de sí, toda persona irá al vaivén que le
marquen los otros, a lo que el mundo le imponga, a lo que sus instintos más
bajos le dicten, y no de acuerdo a una libertad responsable que le permita
elegir siempre lo mejor y lo más bello.
La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o
se deja dominar por ellas y jamás encontrará sosiego.
4. La ayuda psicológica
En algunos casos será necesario también echar mano de la orientación
psicológica, pero siempre asegurándose de que se realice con alguien que
posea la debida comprensión de la persona humana y de la ley natural.
Son muchos los que necesitan de esta ayuda más especializada, pues no
pueden luchar contra la impureza solos. En este sentido, la asistencia de un
orientador o un terapeuta puede resultar a veces indispensable.
5. Recursos
Termino ofreciendo algunos recursos que se pueden consultar para mayor
profundización.
Páginas web:
www.covenanteyes.com
www.fightthenewdrug.org
www.thepinkcross.org
www.chastityproject.com
Libros:
«Comprados a gran precio», por Mons. Paul S. Loverde
( www.bitly.com/1hAWTpc ) .
«La trampa rota», y también «La castidad, ¿posible?», ambos escritos
por Miguel Ángel Fuentes y fácilmente descargables en Internet de
manera legal.
aguemez@legionaries.org