REUNION
Me invitaron a participar de una reunión.
Un grupo de matrimonios se reúne para intercambiar sobre algún texto bíblico.
Sé que son varios los grupos que se reúnen con el mismo fin.
Sabía que ese grupo hace un tiempo vienen reuniéndose y hay algunos de ellos que
poseen mucho conocimiento del tema.
Eso hacía que participara de la reunión con un cierto nerviosismo.
Sé que mis conocimientos sobre temas bíblicos es muy limitado aunque no así mis
búsquedas.
La reunión comenzó con la lectura de un texto y luego se realizó un intercambio
sobre lo que decía el texto leído.
Era evidente que cada uno de los presentes compartía sobre algún trozo que le
había llamado la atención.
Algunas de las intervenciones eran sobre trozos que no lograban entender
completamente y otros intervenían para habla sobre algún trozo que le impactaba
por su contenido.
Se podía decir que gran parte de la reunión se centró en lo que decía el texto.
Había una persona que en cada una de sus intervenciones trataba de traer el tema
a lo que le decía el texto y, por lo tanto, a la vida de hoy.
Realizaba su planteo y no encontraba mucho eco puesto que, inmediatamente, se
volvía al contenido del texto.
Creo que ello es lo más común que nos sucede cuando nos enfrentamos a algún
texto bíblico.
Siempre afirmamos que los textos bíblicos son trozos de palabra de Dios.
La mayoría de las veces nos encontramos ante esa palabra como si fuese una
realidad ya pronunciada y nos limitamos a analizarla.
Creo que hacer tal cosa está bueno pero……….
No podemos quedarnos en ello.
Dios nos habla desde su palabra y, por lo tanto, es una realidad viva y para nuestra
vida.
Cuando nos quedamos en el texto como tal no hacemos otra cosa que empobrecer
la palabra de Dios porque le quitamos actualidad y vida.
Nuestra fe nos hace tener una experiencia de encuentro con un ser vivo ya que
caminando junto a nosotros.
Su palabra también está viva y plena de actualidad y vigencia.
Por ello debemos, por sobre todas las cosas, escuchar lo que nos dice hoy.
Dios no posee una voz en ayer.
Dios nos habla para nuestra realidad de hoy y no debemos temer en incursionar en
“lo que me dice”
Los técnicos nos ayudarán a entender el contexto del texto.
Los expertos nos ayudarán a comprender el sentido de algunas expresiones.
Los exégetas nos ilustrarán sobre la interpretación de algún texto.
Cada uno de nosotros interpretaremos aquellos que Dios tiene para decirnos desde
la lectura de cada texto.
Por ello más que leer la Palabra de Dios debemos aprender a escucharla.
Debemos escucharla con honestidad ya que no se debe escuchar lo que se quiere
escuchar.
Debemos escucharla con coraje ya que siempre se va a encontrar con una voz
interpelante.
Debemos escucharla con disponibilidad ya que siempre se habrá de encontrar una
tarea para realizar.
Es muy valioso el hecho de poder saber lo mejor posible lo que dice el texto pero
ello no es suficiente.
Necesario se hace dar ese otro paso, audaz paso, que nos permite descubrir lo que
Dios nos quiere decir hoy a cada uno de nosotros.
Habrán tantas escuchas como lectores estén presentes.
A medida transcurría la reunión se fueron disipando mis nervios y me sentí muy a
gusto pudiendo disfrutar de aquel grupo para quienes Dios tenía una Palabra viva.
Padre Martín Ponce de León SDB