La Educación para la Ciudadanía en Francia
La decisión del gobierno francés de introducir en la escuela pública una
asignatura de “Moral laica”, refleja de nuevo la tentación del Estado de imponer
una concepción de la vida a los ciudadanos. Una pretensión que también se
desliza en las modernas democracias.
Hollande, en pleno padecimiento de los rigores de la crisis y ante la puesta en
marcha de medidas poco populistas, se decanta por un rasgo de la izquierda
occidental: el proyecto de conformación moral de la conciencia, la pretensión de
enseñar a los niños y a los jóvenes a distinguir entre el bien y el mal desde la
ideología, que es siempre una máscara del poder y del interés partidista. El
hecho de que el Estado, en un momento de globalización, se empeñe en ser
fuente y método de la educación moral de las personas, viene acompasado con
la política suicida que debilita a las familias y a las comunidades intermedias
como protagonistas de la educación de las personas. Me parece importante
recordarlo hoy Día Internacional de la Familia.
Esta iniciativa es también un reconocimiento implícito del fracaso de un largo
período de educación laica, basada en una ética del consenso entendida como
una moral de mínimos. Una forma de ofrecer los criterios morales que, por su
debilidad, exigirá cada vez más instrumentos de persuasión coacción por parte
del Estado, hasta llegar a hacer de las personas seres incapaces de un ejercicio
público y privado de la razón y de una experiencia auténtica de libertad.
Jesús Domingo Martínez