Un gitano mártir de la fe
La luz de la fe (y XVI)
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Con este artículo terminamos de considerar la encíclica del
Papa Francisco “La luz de la fe”, cuyo último apartado lo dedica a
reflexionar sobre la Santísima Virgen María que es la persona que
mejor ha vivido su fe.
La Sagrada Escritura señala a las personas que viven su fe
como aquellas que tienen un corazón noble y generoso, que
escuchan y guardan la Palabra de Dios. Nos dice el Papa que a la
Virgen María se le pueden aplicar de modo perfecto esas cualidades,
pues acogió con todo su ser, en su corazón, la Palabra de Dios. De
hecho, La Virgen es alabada por santa Isabel cuando la aclama:
«Bienaventurada tú que has creído”.
En María la fe ha dado su mejor fruto. Por ello se llena de
alegría, que es el signo más evidente de la grandeza de la fe y recita
un cántico de alegría. Es el llamado “Magnificat”, -al que se
denomina así por su primera palabra en latín- en el que eleva su voz
en alabanza y agradecimiento a Dios, como dice en su primera
estrofa: “Mi alma glorifica al Se￱or y se alegra mi espíritu en Dios,
mi Salvador, porque ha mirado la humildad de si esclava”.
2) Para pensar
Hace años, el 4 de mayo de 1997, fue beatificado un gitano
por el entonces papa Juan Pablo II. Su nombre era Ceferino
Giménez, pero se le conocía más por su apodo: «el Pelé».
Este gitano murió por ser fiel a su fe. Siempre fue un buen
hombre: era honrado y buen cristiano. Asistía a diario a la Santa
Misa y en su hogar se rezaba el rosario todos los días. Sucedió que
al empezar la guerra civil en España, presenció cómo violentamente
muchos hombres apresaban a un sacerdote. Al verlo se indignó y
exclam￳: “¡Válgame la Virgen! Tantos hombres contra uno solo, y
además es inocente”.
Eso fue suficiente para que también lo detuvieran. Al
encontrarle un rosario en la bolsa lo encarcelaron para juzgarlo. Si
afirmaba su fe, sería fusilado. En el comité que lo juzgaba había un
hombre que lo conocía y admiraba su honradez y le recomendó,
para salvarle la vida, que disimulara su fe. Pero “el Pelé” no acept￳
el consejo y fue fusilado en compañía de varios sacerdotes,
religiosos y lacos. Murió gritando: “¡Viva Cristo Rey!”.
3) Para vivir
El Papa termina su encíclica dirigiendo a la Virgen una oración
de petición que podemos hacer nuestra:
“¡Madre, ayuda nuestra fe!
Abre nuestro oído a la Palabra para que reconozcamos la voz
de Dios y su llamada…
Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, para que podamos
tocarlo en la fe.
Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creer en su amor,
sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz, cuando
nuestra fe es llamada a crecer y madurar.
Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado.
Recuérdanos que quien cree no está nunca solo.
Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz
en nuestro camino.
Y que esta luz crezca continuamente en nosotros, hasta que
llegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro
Se￱or.”
( articulosdog@gmail.com )