APRENDIENDO SIEMPRE
Una de las cualidades que debe poseer un ser humano es la de saberse un alumno
permanente.
Constantemente podemos adquirir conocimientos y esos conocimientos son los que
nos permiten madurar y crecer.
A medida vamos viviendo de verdad vamos poniendo nuestra atención en aquellas
realidades que son verdaderamente importantes.
Vamos tomando conciencia que ya no le prestamos mucha importancia a los
detalles sino que nos vamos centrando en lo que es verdaderamente esencial.
Cuando lo importante en nuestra existencia es lo esencial quiere decir que estamos
maduros y que hemos aprendido a vivir.
Pero muy junto a esa realidad se nos ubica la certeza de que siempre debemos
estar atentos y haciendo una lectura, también madura, de la historia que nos
rodea.
Siempre podemos caer en la tentación de restarle importancia a lo esencial y
descansarnos en lo secundario.
El alumno permanente es aquel que se descubre, día a día, enfrentando la vida con
la necesidad de aprender de ella.
No es aquel que se descubre irrumpiendo en la historia con un rico caudal que
necesita enseñar a los demás.
Se podrá compartir de lo que uno es.
Se deberá brindar de lo que uno es.
Pero ninguna de esas dos realidades nos deberán hacernos caer en una postura de
suficiencia como para enfrentar la vida enseñando.
Quien realmente sabe se enfrenta a la vida con los ojos suficientemente abiertos
como para descubrir que aún tiene muchísimo por aprender.
En oportunidades nos ubicamos como si tuviésemos muy en claro nuestra
necesidad de aprender pero....... no todos están capacitados como para
enseñarnos.
Cuando una persona es alumno permanente descubre que, no solamente, todos
poseen algo para enseñarle sino que todo tiene una enseñanza para brindarle.
Soy un convencido que, a diario, es mucho más lo que desaprovechamos que lo
que aprendemos.
De todo lo que, a diario, la vida nos enseña son muy pocas las cosas con las que
nos quedamos. Si pudiésemos vivir de modo que todos los días aprendiésemos, de
lo que nos rodea, una enseñanza tendríamos una vida mucho más digna de lo que
poseemos.
Hay veces que la vida debe de golpearnos muy duramente para que reaccionemos
y tomemos conciencia de algo que nos viene reiterando, delicadamente, en
muchísimas oportunidades.
Muchas veces hemos manifestado: “Todos los días se aprende algo nuevo” pero,
realmente nos cuesta hacerlo actitud para nuestra manera de vivir la vida.
Si miramos honestamente nuestros días habremos de descubrir que muchísimos
son los que pasan sin dejarnos ninguna enseñanza y no es porque no la posean
sino porque no hemos sabido estar atentos a ella.
Si estuviésemos atentos a lo que la vida nos enseña, sin lugar a dudas, no
estaríamos cargando tanta realidad de equivocaciones sobre nuestra existencia.
Muchos de nuestros errores no son responsabilidad de nuestra debilidad humana
sino producto de un no haber aprendido o un no haber estado atentos a las
lecciones que la vida nos va brindando.
Siempre es muchísimo más lo que la vida nos aporta que lo que nosotros podemos
aportar a la vida misma.
Por ello se nos hace tan necesariamente importante transitar con los ojos muy bien
abiertos.
Para poder ser verdaderamente útiles necesitamos aprender, crecer, madurar
constantemente.
Quien se cree que ya tiene todo muy en claro y no necesita aprender, quien se
considera capacitado como para solamente enseñar a vivir la vida está negando
una de sus condiciones de ser humano y, por lo tanto, carece de una verdadera
autoridad moral como para enseñar.
La vida siempre nos está enseñando y desaprovechar tal cosa es, a no dudarlo, una
forma de malgastar nuestra vida misma.
Padre Martín Ponce de León SDB