ABORTO
ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA
MARIANO ESTEBAN CARO
______
1-Introducción
2-Padres de la Iglesia
3- Escritores eclesiásticos antiguos
4-Sínodos y Concilios (hasta el año 847)
5-Cánones y Penitenciales (hasta el año 906)
6-Enseñanzas de los Papas
7-Concilio Vaticano II
8- Catecismos
+ + +
INTRODUCCIÓN
“La construcci￳n de una auténtica civilizaci￳n del amor debe
incluir un gran esfuerzo para educar las conciencias en las
verdades morales que sostienen en el respeto a la vida
frente a cualquier amenaza. La Iglesia católica en su
incansable solicitud a favor de los derechos humanos y la
justicia, está firmemente comprometida en proteger y amar
toda vida humana, incluyendo la de la persona no nacida
aún. Habiendo sido enviada por Cristo a servir a los débiles,
a los desheredados y a los indefensos, la Iglesia tiene el
deber de hablar en nombre de aquellos que tienen más
necesidad de protecci￳n”. Estas palabras pronunciadas por
el Papa Juan Pablo II (Denver –Estados Unidos- 14 de
agosto de 1993) bien pueden servir de introducción a las
páginas que ofrecemos a continuación.
La Iglesia, desde los primeros años de su historia, ha
buscado educar la conciencia de sus fieles en el respeto
absoluto a la vida humana desde su concepción hasta su
muerte natural. Ya hacia el año 70 después de Cristo se
dice en la Didaché (V, 2): "No matarás con el aborto al
fruto del seno y no harás perecer al niño ya nacido".
Y el 24 de noviembre de 2013, el Papa Francisco escribe
que nuestra preocupación por el niño concebido y no nacido
brota de nuestra fe en Cristo pobre y siempre cercano a los
pobres y a los abandonados de la sociedad. “Entre esos
débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están
también los niños por nacer, que son los más indefensos e
inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su
dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se
quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones
para que nadie pueda impedirlo”. Añade el Papa:
“Precisamente porque es una cuestión que hace a la
coherencia interna de nuestro mensaje sobre el valor de la
persona humana, no debe esperarse que la Iglesia cambie
su postura sobre esta cuestión. Quiero ser completamente
honesto al respecto. Éste no es un asunto sujeto a
supuestas reformas o «modernizaciones»”. Y cocluye: “No
es progresista pretender resolver los problemas eliminando
una vida humana” (Exhortaci￳n Apost￳lica “Evangelii
Gaudium, 213-214).
LA CULTURA DE LA MUERTE
En nuestra sociedad se pueden constatar corrientes
abortistas muy activas, que han dado origen a una
mentalidad contra la vida (anti-life mentality) y a fuertes
posicionamientos anti-vida. “Se ha difundido el uso –que en
algunos lugares corre el riesgo de convertirse en
institución- de quitar la vida a los seres humanos aun
antes de su nacimiento, o también antes de que lleguen a
la meta natural de la muerte” (Juan Pablo II, Encíclica
“Dominum el Vivificantem”, 57). El Papa Benedicto XVI
habla de “un marco cultural caracterizado por el eclipse del
sentido de la vida” (Discurso, 26 de febrero de 2011). Se
trata de la cultura de la muerte, que ha adquirido en
muchos casos una forma institucionalizada de legalidad
para justificar estas muertes de niños concebidos y no
nacidos.
Toda la Iglesia, con el Supremo Pastor al frente, se unió
con entusiasmo a la celebración en 1994 del Año
Internacional de la Familia. Juan Pablo II avisó en varias
ocasiones de un peligro real: que el Año de la familia
terminara siendo un año contra la familia, debido a una
posible declaración de la Conferencia Internacional, que se
celebró en El Cairo en la primera quincena de septiembre
de 1994, en la que se pretendía presentar el aborto como
un derecho, como consecuencia de una falsa idea de
libertad y de un falso progresismo.
En algunas legislaciones se ha reconocido el derecho a
“interrumpir el embarazo” (al aborto) como derecho
personal de la mujer a la privacidad (privacy).
Posteriormente se ha intentado reconocerlo como derecho
autónomo para considerarlo entre los derechos
fundamentales. Con este reconocimiento se obligaría a los
Estados a legalizarlo, protegerlo y, por tanto, estarían
obligados a realizarlo. En algunos documentos
internacionales se le da el nombre de “derecho a la libre
elección” o “derecho a disponer del propio cuerpo”, pero no
ha sido incluido en la lista de los derechos humanos.
LA IGLESIA, PUEBLO DE LA VIDA Y PARA LA VIDA.
Así define a la Iglesia el Papa Juan Pablo II en su encíclica
“Evangelium Vitae” (94). Todos los miembros de la Iglesia
tenemos la obligación de anunciar el Evangelio de la Vida:
Cristo es camino, verdad y vida. Hemos de celebrar la vida,
que será, sobre todo, agradecimiento y admiración al Dios
de la Vida. Hemos de servir a la vida, apoyarla y
promocionarla desde el amor, muy especialmente a los más
débiles.
Esto nos exigirá mantener un compromiso claro a favor de
la vida. Se trata de un compromiso profético en una
sociedad, que en muchos casos, no valora el don inmenso y
la riqueza que representa cada niño que nace. Una sociedad
en la que, como consecuencia del relativismo y de una
estudiada retórica o manipulación del lenguaje, se utilizan
palabras de vida para referirse realidades de muerte y
ocultar así la verdad del aborto. Se trata de una semántica
distorsionada, que intenta ocultar sus verdaderos objetivos.
Este compromiso nos exige llamar por su nombre al bien y
al mal, sin miedos ni complejos.
OBLIGACIÓN INAPLAZABLE
Se trata de una obligación inaplazable, ante la paradoja
frecuente en muchos sectores de la sociedad que invocan
los derechos humanos mientras justifican la violación del
más elemental de ellos, como es el derecho a la vida. O se
trata de justificar el aborto, apelando a la libertad, a la
compasión o a la democracia pluralista, como si la opinión
de la mayoría determinara la diferencia entre el bien y el
mal.
Esta opción del creyente a favor de la vida no se puede
encerrar en el ámbito privado, porque es una exigencia
básica de una sociedad justa. El creyente defiende el
derecho a la vida no sólo por su fe en el Dios de la Vida,
sino también porque respeta un bien esencial del ser
humano. Dios y nuestra conciencia nos llaman a todos los
hombres (creyentes o no) a esta comprometedora tarea:
defender, respetar, promover y amar la vida.
LLAMADA A LA CONCIENCIA
Las enseñanzas de la Iglesia sobre el respeto a la vida,
también la del concebido y no nacido, es verdad que tienen
su origen en Dios. Pero también lo es que su contenido es
la verdad y la conciencia su punto de apoyo. Por lo cual,
deben tener eco en lo profundo del corazón de toda
persona, sea creyente o no. "El tema de la vida y de su
defensa y promoción no es prerrogativa única de los
cristianos. Aunque de la fe recibe luz y fuerza
extraordinarias, pertenece a toda conciencia humana que
aspire a la verdad y esté atenta y preocupada por la suerte
de la humanidad (Juan Pablo II, Evangelium Vitae, 101).
“No matarás” (Ex 20, 13). Este mandato, antes de estar
escrito en las tablas de piedra de la ley, está grabado en lo
profundo de la conciencia del hombre. La ley moral natural
–decía Benedicto XVI- “se sitúa como fuente catalizadora
de consenso entre personas de culturas y religiones
distintas y permite avanzar más allá de las diferencias,
porque afirma la existencia de un orden impreso en la
naturaleza por el Creador y reconocido como instancia de
verdadero juicio ético racional para perseguir el bien y
evitar el mal” (Discurso, 13 de febrero de 2010).
. . .
En estas páginas se intenta recoger las enseñanzas de la
Iglesia, desde la más antigua tradición hasta nuestros días,
sobre el respeto a la vida del no nacido: comienza ya en los
primeros años de la Iglesia y llega hasta los últimos Papas.
La abundante y rica enseñanza pontificia sobre la defensa
de la vida del concebido y no nacido se ha estructurado en
párrafos y textos breves, para facilitar la lectura de las
diversas alocuciones y documentos pontificios.
MARIANO ESTEBAN CARO
PADRES DE LA IGLESIA
TERTULIANO (160-220)
Nace en Cartago –actual Túnez-, donde pasó toda su vida.
Se convirtió en el año 193. Padre de la Iglesia y prolífico
escritor, ejerció una gran influencia en el occidente
cristiano. En el año 197 escribió el Apologeticum, su obra
más importante. Estaba destinado a los gobernadores
romanos para defender a los cristianos y “de manera más
positiva y misionera, comunicar el mensaje del Evangelio
en diálogo con la cultura de su tiempo” (Benedicto XVI).
“A nosotros no es lícito no solamente matar hombres ó
niños, pero ni desatar aquellas sangres que en el embrión
se condensan. La ley que una vez nos prohíbe el homicidio,
nos manda no descomponer en el vientre de la madre las
primeras líneas con que la sangre dibuja la organización del
hombre, que es anticipado homicidio impedir el nacimiento.
No se diferencia matar al que ya nació y desbaratar al que
se apareja para nacer, que también es hombre el que lo
comienza á ser como fruto de aquella semilla”
(Apologeticum IX, 8).
SAN CIPRIANO (200-258)
Este Padre de la Iglesia, “excelente obispo africano del siglo
III” (Benedicto XVI), naci￳ en Cartago, actual Túnez. Se
convirtió al Cristianismo a los 35 años. Obispo de Cartago
desde el año 249 al 258, es el primer obispo mártir en
África.
En una de sus cartas (52, 2-3) en el año 251 condena a
Novato que había hecho abortar a puntapiés a su mujer.
SAN METODIO DE OLIMPO (250-311)
Mártir de la Iglesia Católica y Ortodoxa, pertenece al grupo
de los conocidos como “Padres Menores”. Fue obispo de
Olimpo y de Filipo. Escritor prolífico,tenía una gran cultura
filosófica y teológica.
En su principal obra, escrita en griego en forma de diálogo,
titulada “Symposium” (2, 6) hace una clara condena del
aborto.
SAN EFRÉN EL SIRIO (306-373)
Fue Diácono. Doctor y Padre de la Iglesia, nació en Nisibi
(actual Turquía). Es conocido como “el Arpa del Espíritu
Santo” y el mejor escritor cristiano en lengua siríaca.
“Logr￳ conciliar de modo único la vocación de teólogo y la
de poeta” (Benedicto XVI).
En su obra “Discurso sobre el temor de Dios y el último día”
(10) condena el aborto en de forma similar al Apocalipsis
de Pedro.
SAN BASILIO DE CESAREA (330-379)
Llamado Basilio el Magno, fue obispo de Cesarea y uno de
los cuatro Padres de la Iglesia Griega. Es santo y doctor de
la Iglesia católica. Hermano de San Gregorio de Nisa.
En su carta a Anfiloquio (188) dice San Basilio que “las
mujeres que proporcionan medicinas para causar el aborto
así como las que toman las pociones para destruir a los
ni￱os no nacidos, son asesinas”.
SAN GREGORIO DE NISA (335-400)
Obispo de Nisa y gran teólogo. Es venerado como santo en
la iglesia católica y en la ortodoxa. Hermano de San Basilio
el Grande. “Hombre de carácter meditativo, con gran
capacidad de reflexión y una inteligencia despierta, abierta
a la cultura de su tiempo. Fue un pensador original y
profundo en la historia del cristianismo” (Benedicto XVI).
En su obra “De Hominis Opificio” (29) dice que “del mismo
modo que el alma no existe antes que el cuerpo, así
tampoco puede decirse que, en el comienzo del hombre, el
cuerpo esté sin el alma”. San Gregorio ense￱a la animaci￳n
inmediata desde el momento de la concepción y, por tanto,
condena el aborto en cualquier momento del embarazo.
SAN AMBROSIO (340-397)
Arzobispo de Milán, importante teólogo y gran predicador.
Doctor de la Iglesia, es uno de los cuatro grandes Padres de
la Iglesia Latina.
En su obra Hexameron (5, 18) condena los abortos que
practicaban ciertas familias adineradas para evitar el
reparto excesivo de sus patrimonios.
SAN JUAN CRISÓSTOMO (347-407)
Patriarca de Constantinopla, es uno de los grande Padres
de la Iglesia de Oriente. Famoso por sus discursos y
sermones, su nombre significa “Boca de Oro”. Se conservan
más de 700 homilías, 241 cartas y los comentarios a San
Mateo y San Pablo. Transmitió la doctrina tradicional y
segura de la Iglesia.
En dos homilías de los años 390 y 391 sobre San Mateo
(28) y sobre la Carta a los Romanos (24) condena de forma
absoluta todo aborto.
SAN JERÓNIMO (347-420)
San Jerónimo nació en Estridón (Dalmacia) en torno al año
347. Hijo de una familia cristiana, recibió el bautismo,
hacia el año 366. Fue secretario y consejero del Papa San
Dámaso. Se trasladó a Belén, donde falleció junto a la gruta
de la Natividad el 30 de septiembre del año 420. Es
considerado uno de los cuatro grandes Padres Latinos. Su
versión de la Biblia llamada “Vulgata” es el texto "oficial"
de la Iglesia latina, reconocido como tal en el concilio de
Trento.
San Jer￳nimo es “un Padre de la Iglesia que puso la Biblia
en el centro de su vida: la tradujo al latín, la comentó en
sus obras, y sobre todo se esforzó por vivirla
concretamente en su larga existencia terrena” (Benedicto
XVI).
San Jerónimo en su Carta a Eustoquio dice:“Algunas, al
darse cuenta de que han quedado embarazadas por su
pecado, toman medicinas para procurar el aborto, y cuando
(como ocurre a menudo) mueren a la vez que su retoño,
entran en el bajo mundo cargadas no sólo con la culpa de
adulterio contra Cristo sino también con la del suicidio y del
asesinato de niños”.
SAN AGUSTÍN (354-430):
San Agustín nace en Tagaste el 354, muriendo en Hipona
el 28 de agosto de 430. La Iglesia pone a su madre, Santa
Mónica, como ejemplo de mujer cristiana. Se convirtió al
cristianismo en el año 385 Asistiendo en Milán a las
catequesis de San Ambrosio, quien le bautizó en el año
387. Fue consagrado obispo de Hipona en la provincia
romana de África en el 395. Santo Padre y Doctor de la
Iglesia católica, es considerado uno de los primeros
pensadores cristianos. Fue un buscador apasionado de la
verdad durante toda su vida. Autor de múltiples obras, las
más destacadas son “Confesiones” y “La Ciudad de Dios”.
Refiriéndose al aborto decía San Agustín:"Alguna vez llega
a tal punto la crueldad lasciva o la lascivia cruel, que
procura también venenos de esterilidad, y si aún no logra
su intento, mata y destruye en las entrañas el feto
concebido, queriendo que perezca la prole antes que viva;
o, si en el viento ya vivía, mátala antes que nazca. En
modo alguno son cónyuges si ambos proceden así, y si
fueron así desde el principio no se unieron por el lazo
conyugal, sino por estupro; y si los dos no son así, me
atrevo a decir: o ella es en cierto modo meretriz del
marido, o él adúltero de la mujer" (De nupt. et concup. cap.
15).
SAN CESÁREO DE ARLÉS (470-542) ,
Fue monje en el monasterio de Lerins. Y desde el 502 hasta
el 542, obispo metropolitano de Arles (Francia), entonces el
centro administrativo más importante de la Galia. Fue uno
de los grandes predicadores latinos; contribuyó a la
solución de las controversias semipelagianas. Se conservan
caso 250 sermones suyos. Padre de la Iglesia latina, fue un
gran organizador, apóstol y santo. En el año 524 se celebró
un Concilio bajo la presidencia de San Cesáreo.
SERMÓN 44: “La mujer no tomará brebajes abortivos, ni
matará a sus hijos después de la concepción o después del
nacimiento: la culpable de esto dará cuenta de su crimen
delante del tribunal de Cristo, junto con los hijos que haya
asesinado. Tampoco las mujeres tomarán pociones
diab￳licas, para impedir la concepci￳n”.
SERMÓN 150: San Cesáreo presenta como falta grave el
aborto.
SAN MÁXIMO EL CONFESOR (580-662)
Fue un monje, teólogo y erudito cristiano, considerado
padre de la Iglesia. Nacido en Palestina, en su juventud fue
asesor del Emperador bizantino Heraclio, dedicándose
después a la vida monástica. Con valentía dio testimonio
(“confesó”) de su fe en Jesucristo, Dios y hombre
verdadero.
Escribi￳ una obra titulada “Contra los que afirman que los
cuerpos existen antes que las almas”. No se da la
animación retardada del feto, pues entonces el cuerpo de
Cristo –dice San Máximo- hubiera estado privado del alma
durante un tiempo. En consecuencia, todo aborto significa
la muerte de una persona.
ESCRITORES
ECLESIASTICOS
ANTIGUOS
DIDAJÉ (Hacia el año 70)
Llamada también “Ense￱anza de los Doce Ap￳stoles”. Es
un venerable escrito de la antigüedad cristiana. Su
composición, cuyo autor y lugar se desconoce, es
contemporánea de algunos libros de Nuevo Testamento.
Escrita en griego, se descubrió en el siglo XX en el
Monte Sinaí.
En la Didaché se dice claramente: "No matarás con el
aborto al fruto del seno y no harás perecer al niño ya
nacido" (V, 2).
EPÍSTOLA DE BERNABÉ (siglo II)
Documento de carácter muy primitivo, esta Carta fue
escrita en la tercera década del siglo II.
Hay dos caminos: el de la luz y el de las tinieblas: El
camino de la luz es como sigue: No tomes en vano el
nombre de Dios. Amarás a tu prójimo más que a tu propia
vida. No matarás a tu hijo en el seno de la madre ni, una
vez nacido, le quitarás la vida (XIX. 5).
“Mas el camino del "Negro" es camino de muerte eterna
con castigo, en que están las cosas que pierden el alma de
quienes lo siguen: que no se compadecen del menesteroso,
que no sufren con el atribulado, prontos a la maledicencia,
desconocedores de Aquel que los creó, matadores de sus
hijos por el aborto, destructores de la obra de Dios, que
echan de sí al necesitado” (XX, 2).
MINUCIO FÉLIX (150-270)
Es el primer apologista latino. En su obra Octavius de
finales del siglo II Llama parricidio al aborto:
“Hay algunas mujeres que, bebiendo preparados médicos,
extinguen los cimientos del hombre futuro en sus propias
entrañas, y de esa forma cometen parricidio antes de
parirlo” (Octavius XXXIII).
ATENÁGORAS (Siglo II)
Filósofo ateniense, convertido al cristianismo, fue un gran
apologeta de su fe.
En su carta al Emperador Marco Aurelio (“En Defensa de los
Cristianos”) dijo:
33.- “Los cristianos afirmamos que los que practican el
aborto cometen homicidio, y habrán de dar cuenta a
Dios del aborto”.
35.-“Decimos a las mujeres que utilizan medicamentos
para provocar un aborto que están cometiendo un
asesinato, y que tendrán que dar cuentas a Dios por el
aborto… contemplamos al feto que está en el vientre como
un ser creado, y por lo tanto como un objeto al cuidado de
Dios… y no abandonamos a los ni￱os, porque los que los
exponen son culpables de asesinar ni￱os”.
CARTA A DIOGNETO (Siglo II)
Es un breve y hermoso tratado apologético dirigido a un tal
Diogneto que había preguntado sobre la fe y la vida de los
cristianos: "Cuál es ese Dios en el que tanto confían; cuál
es ese amor que se tienen unos a otros?”. El autor
desconocido de esta Carta, escrita a finales del siglo II, va
respondiendo a las peguntas:
Los cristianos “se casan como todos y engendran hijos, pero
no abandonan fetos” (Carta de Diogneto V, 6).
HIPÓLITO DE ROMA (150-235)
Fue discípulo de San Ireneo. Mantuvo una fuerte oposición
al Papa Calixto (217-222). Murió mártir en el año 235.
En su obra titulada “Refutaci￳n de Todos los Herejes” (9,
12) con ocasión de la proliferación de matrimonios de
mujeres libres con esclavos, Hipólito condena de forma
absoluta todos los abortos.
APOCALIPSIS DE PEDRO (Siglo II)
Obra apócrifa del primer tercio del siglo II. Es la primera
referencia al más allá en la literatura cristiana. Describe el
gozo de los bienaventurados y los tormentos de los
condenados
Nº 26.- “Muy cerca de allí vi otro lugar angosto, donde iban
a parar el desagüe y la hediondez de los que allí sufrían
tormento, y se formaba allí como un lago. Y allí había
mujeres sentadas, sumergidas en aquel albañal hasta la
garganta; y frente a ellas, sentados y llorando, muchos
niños que habían nacido antes de tiempo; y de ellos salían
unos rayos como de fuego que herían los ojos de las
mujeres; éstas eran las que habían concebido fuera del
matrimonio y se habían procurado aborto”.
LACTANCIO (245-325)
Este gran escritor y apologista, nacido en el norte de África,
es conocido como el Cicerón cristiano.
En su obra De Opificio Dei (17, 7), escrita hacia el año 303
defiende la animación inmediata del embrión: el alma se
une al cuerpo “en seguida después de la concepci￳n”.
EUSEBIO DE CESAREA (265-340)
Obispo de Cesarea es reconocido como el padre de la
historia eclesiástica. Su obra principal se titula “Historia de
la Iglesia”.
En su obra Praeparatio Evangelica (8, 8) condena el aborto
de forma absoluta en sus comentarios de la ley mosaica.
SAN ZENÓN DE VERONA
Nacido en Mauritania, fue obispo de Verona desde el año
362 al 372. Se distinguió por su lucha contra el
paganismo, el arrianismo y contra ciertos abusos entre los
cristianos. En sus sermones expone las verdades centrales
de la fe y exhorta a la práctica de las virtudes cristianas.
Su muerte acaeció hacia el año 371.
En su “Tractatus de Avaritia” (9, 1) condena el aborto
realizado entonces en no pocas ocasiones por razones de
la herencia.
SÍNODOS Y CONCILIOS
CONCILIO DE ELVIRA
Se celebró entre los años 300 al 303 (antes de la
persecución de Diocleciano), en Granada (España) o sus
cercanías. A instancias de Osio de Córdoba, asistieron 19
obispos y 26 presbíteros, presididos por el obispo Félix de
Guadix. Este Concilio con sus 81 cánones fue de gran
importancia en la Hispania romana. En sus enseñanzas
parece haber influencias de las comunidades cristianas del
norte de África.
En el canon 63 dice: “Si una mujer casada queda encinta
por un adulterio, estando su marido ausente, y mata a su
hijo después del crimen: decretamos no concederle ni
siquiera el viático, porque ha cometido un doble delito”.
CONCILIO DE ANCIRA
Actualmente Angora, en Asia Menor. Fue un Concilio
Plenario ortodoxo celebrado en el año 314. Sus veinticinco
cánones constituyen un importante testimonio sobre la
historia del Sacramento de la Penitencia. Impone una pena
de diez años de penitencia o excomunión contra las
personas que abortasen. Era un período de exclusión con
un proceso de reconciliación gradual hasta llegar a la
participación en la eucaristía. Esta práctica penitencial se
siguió en las iglesias de la cuenca mediterránea.
CONCILIO DE ARLÉS
El primer concilio de Arles (año 314) fue considerado por
San Agustín como ecuménico. Asistieron los delegados de
las dieciséis iglesias galas. Condenó la herejía del
donatismo y estableció las sanciones en caso de faltas
graves como el aborto, siguiendo el Concilio de Elvira.
SÍNODO DE NEOCESAREA (314-319)
Ciudad de Asia Menor (actual Turquía): en su canon 6
afirma que el bautismo de la madre embarazada no tiene
validez para el feto. Este canon tiene la importancia de
diferenciar entre la madre y el feto, como independiente de
la madre.
Canon VI: “Debe bautizarse a las mujeres pre￱adas,
cuando ellas quieran; porque su bautismo nada tiene que
ver con el feto”.
CONCILIO DE LÉRIDA (España)
Celebrado en el año 546, en él participó Justo, obispo de
Urgel, compositor de muchos textos litúrgicos. Se castiga el
aborto con una pena de privación de la comunión por siete
años, rebajando los diez años del Concilio de Ancira. Se
establecen también algunas prohibiciones de tipo litúrgico
para los que cometen este delito.
Canon II: De aquellos que procuran el aborto o dan muerte
a sus hijos.- “Aquellos que procuren matar a los hijos
concebidos malamente de adulterio o a los ya nacidos, o
trataren por medio de alguna hierbas ahogarlos en el útero
materno, déseles la comunión después de siete años de
penitencia; pero con tal que todo el tiempo de su vida lo
pasen llorando humildemente su crimen”.
CONCILIO II DE BRAGA
Celebrado en el año 563. San Martín de Braga (510-
579) mandó añadir a las Actas sinodales una recopilación
de ochenta y cuatro cánones tomados de los sínodos
orientales. San Isidoro de Sevilla considera a este santo
arzobispo como un escritor eclesiástico de primer orden.
Canon 78: Sobre las mujeres, que fornican y abortan.-“Si
una mujer fornicara y matara al niño que naciera o
realizara aborto y matara al concebido o pusiera los medios
para no concebir, bien en adulterio o legítimo matrimonio,
estas mujeres harán diez años de penitencia” (PL 13º,
577).
En este Concilio Bracarense aparece la responsabilidad
compartida de los que cooperan al aborto, incluyendo un
amplio concepto de aborto, al castigarse con la misma
penitencia a los que practican la anticoncepción.
CONCILIO TRULLANO
Celebrado en Constantinopla el año 691. En su canon 91
repite el canon 8 de San Basilio en el que se castigaba a las
mujeres que abortan y a los que cooperan con ellas con las
mismas penas que a los homicidas. Estas penas eran de 10
años, según prescribe en el can. 2 de San Basilio.
CONCILIO I DE MAGUNCIA
Se celebró en el año 847 y fue presidio por el Arzobispo
Rábano Mauro. Sus 31 cánones tratan de temas diversos.
En el canon 21 reafirma las penas decretadas por concilios
anteriores contra el aborto y determina que sea impuesta la
penitencia más rigurosa "a las mujeres que provoquen la
eliminación del fruto concebido en su seno".
CÁNONES Y PENITENCIALES
APOSTOLICUS ORDO ECCLESIAE ET CANONES
ECCLESIASTICI SANCTORUM APOSTOLORUM
Esta compilación de cánones fue escrita a comienzos del
siglo IV en Siria o Palestina. Es de autor anónimo. Algunos
la atribuyen San Clemente Romano. Se condena el aborto
en parecidos términos a como lo hacen la Didajé y la
Epístola a Bernabé.
Canon 6: “No matarás a tu hijo con el aborto, ni asesinarás
al que ha nacido; pues en verdad todo ser formado, que ha
recibido el alma de Dios, si fuese matado será vengado, ya
que se le ha hecho perecer injustamente”.
PENITENCIAL DE FINNIAN
Monje misionero en Irlanda (495-589). Escribió una regla
monástica y un código penitencial hacia el año 550, que fue
muy utilizado por su discípulo San Columbano (540-615).
En este Penitencial se trata del pecado del aborto, bajo el
título de “maleficio”, como un pecado que comete otro – no
la embarazada -, y en el que se mezclan elementos de
brujería. El caso concreto del que se habla es el de una
mujer que provoca, mediante “maleficios” la muerte del
feto de otra mujer.
PENITENCIAL DE CANTERBURY
Esta colección de normas disciplinarias y cánones fue
compuesta por el Arzobispo de la ciudad San Teodoro (602-
690), que nacido en Tarso y estudió en Atenas. Este
Penitencial así como otros de la época en Inglaterra, tienen
gran influencia de la tradición oriental. Clasifican el aborto
entre los pecados cometidos por los esposos, estableciendo
una tarifa penitencial, según se cometiera antes o después
de lo cuarenta días de embarazo. La situación económica y
social de la mujer son tenidas en cuenta a la hora de
imponer la penitencia.
CÁNONES IBERDENSES
Este penitencial, compuesto hacia el año 675, se inspira en
un sínodo irlandés y trata del aborto en los cánones del 6 al
8. Se imponen penas de hasta siete años de ayuno a pan y
agua por la destrucción de “un cuerpo y un alma”. A estas
sanciones canónicas se le podían añadir penas civiles de
fuertes multas.
El influjo de estos penitenciales irlandeses o ingleses se
extienden por el continente a partir del siglo VII. En la
Europa septentrional, en torno a los monasterios, se fue
estableciendo la llamada “penitencia tarifada”. Las
penitencias consistían más bien en ayunos y abstinencias
durante un tiempo.
LIBRI SYNODALES
Fue compuesto hacia el año 906. Se establece en el Libro
II, canon 89, que cualquiera que, por lujuria o de manera
premeditada, impidiera a un hombre o a una mujer
concebir un niño, deberá ser considerado como asesino.
Calificación que posteriormente se extendería al aborto,
considerándolo como un homicidio.
ENSEÑANZAS DE LOS PAPAS
PÍO XI (1922-1939).
Encíclica Casti Connubii (CC)
31 de diciembre de 1930
*Todavía hay que recordar, Venerables Hermanos, otro
crimen gravísimo con el que se atenta contra la vida de la
prole cuando aun está encerrada en el seno materno. Unos
consideran esto como cosa lícita que se deja al libre arbitrio
del padre o de la madre; otros, por lo contrario, lo tachan
de ilícito, a no ser que intervengan causas gravísimas que
distinguen con el nombre de indicación médica, social,
eugenésica (Encíclica CC-23, 31 de diciembre de 1930).
*Todos ellos, por lo que se refiere a las leyes penales de la
república con las que se prohíbe ocasionar la muerte de la
prole ya concebida y aún no dada a luz, piden que las leyes
públicas reconozcan y declaren libre de toda pena la
indicación que cada uno defiende a su modo, no faltando
todavía quienes pretenden que los magistrados públicos
ofrezcan su concurso para tales operaciones destructoras;
lo cual, triste es confesarlo, se verifica en algunas partes,
como todos saben, frecuentísimamente (Encíclica CC-23, 31
de diciembre de 1930).
*Por lo que atañe a la indicación médica y terapéutica, para
emplear sus palabras, ya hemos dicho, Venerables
Hermanos, cuánto Nos mueve a compasión el estado de la
madre a quien amenaza, por razón del oficio natural, el
peligro de perder la salud y aun la vida; pero ¿qué causa
podrá excusar jamás de alguna manera la muerte
directamente procurada del inocente? Porque, en realidad,
no de otra cosa se trata (Encíclica CC-23, 31 de diciembre
de 1930).
*Ya se cause tal muerte a la madre, ya a la prole, siempre
será contra el precepto de Dios y la voz de la naturaleza,
que clama: ¡No matarás! Es, en efecto, igualmente sagrada
la vida de ambos y nunca tendrá poder ni siquiera la
autoridad pública, para destruirla. Tal poder contra la vida
de los inocentes neciamente se quiere deducir del derecho
de vida o muerte, que solamente puede ejercerse contra
los delincuentes; ni puede aquí invocarse el derecho de la
defensa cruenta contra el injusto agresor (¿quién, en
efecto, llamará injusto agresor a un niño inocente?); ni
existe el caso del llamado derecho de extrema necesidad,
por el cual se puede llegar hasta procurar directamente la
muerte del inocente (Encíclica CC-23, 31 de diciembre de
1930).
*Son, pues, muy de alabar aquellos honrados y expertos
médicos que trabajan por defender y conservar la vida,
tanto de la madre como de la prole; mientras que, por lo
contrario, se mostrarían indignos del ilustre nombre y del
honor de médicos quienes procurasen la muerte de una o
de la otra, so pretexto de medicinar o movidos por una
falsa misericordia (Encíclica CC-23, 31 de diciembre de
1930).
*Lo cual verdaderamente está en armonía con las palabras
severas del Obispo de Hipona, cuando reprende a los
cónyuges depravados que intentan frustrar la descendencia
y, al no obtenerlo, no temen destruirla perversamente
(Encíclica CC-23, 31 de diciembre de 1930).
*Lo que se suele aducir en favor de la indicación social y
eugenésica se debe y se puede tener en cuenta siendo los
medios lícitos y honestos, y dentro de los límites debidos;
pero es indecoroso querer proveer a la necesidad, en que
ello se apoya, dando muerte a los inocentes, y es contrario
al precepto divino, promulgado también por el Apóstol: "No
hemos de hacer males para que vengan bienes" [Rm 3, 8]
(Encíclica CC-23, 31 de diciembre de 1930).
*Finalmente, no es lícito que los que gobiernan los pueblos
y promulgan las leyes echen en olvido que es obligación de
la autoridad pública defender la vida de los inocentes con
leyes y penas adecuadas; y esto, tanto más cuanto menos
pueden defenderse aquellos cuya vida se ve atacada y está
en peligro, entre los cuales, sin duda alguna, tienen el
primer lugar los niños todavía encerrados en el seno
materno. Y si los gobernantes no sólo no defienden a esos
niños, sino que con sus leyes y ordenanzas les abandonan,
o prefieren entregarlos en manos de médicos o de otras
personas para que los maten, recuerden que Dios es juez y
vengador de la sangre inocente, que desde la tierra clama
al cielo [Cf. Gen. 4, 10](Encíclica CC-23, 31 de diciembre
de 1930).
PÍO XII (1939-1958)
Discurso a la Unión de Médicos Italianos “San Lucas”
12 de noviembre de 1944
*El quinto mandamiento –No matarás (Ex 20, 13)-, síntesis
del deber de custodiar la vida y la integridad del cuerpo
humano, es rico en enseñanzas, tanto para el docente en
su cátedra universitaria, como para el médico en el
ejercicio de la medicina (Discurso, 12 de noviembre de
1944).
*La vida del no culpable es intangible y, por tanto, ilícito
todo acto tendente directamente a destruirla, tanto si esta
destrucción se busca como fin o como medio para tal fin, se
trate de vida embrionaria o en su pleno desarrollo o
cercana a su término (Discurso, 12 de noviembre de 1944).
*Sólo Dios es señor De la vida de un hombre, que no sea
reo de delito punible con la pena de muerte (Discurso, 12
de noviembre de 1944).
*El médico no tiene derecho de disponer ni de la vida del
niño ni de la vida de la madre: nadie en el mundo, ninguna
persona privada, ningún poder humano puede autorizar la
destrucción directa de la misma. Su oficio no es destruir la
vida, sino salvarla. Principio fundamental e inmutable que
la Iglesia en el curso de los últimos decenios se ha visto en
la necesidad de proclamar repetidamente y con toda
claridad contra las opiniones y los métodos contrarios
(Discurso, 12 de noviembre de 1944).
*En las resoluciones y decretos del magisterio eclesiástico
el médico católico encuentra en ellos una guía segura para
su juicio teórico y para su práctica profesional (Discurso, 12
de noviembre de 1944).
Discurso a la Unión Católica Italiana de Comadronas
29 de octubre de 1951
*Todo ser humano, aunque sea el niño en el seno materno,
recibe el derecho a la vida inmediatamente de Dios, no de
los padres, ni de clase alguna de la sociedad o autoridad
humana (Discurso, 29 de octubre de 1951).
*Por eso no hay ningún hombre, ninguna autoridad
humana, ninguna ciencia, ninguna "indicación" médica,
eugenésica, social, económica, moral, que pueda exhibir o
dar un título jurídico válido para una disposición deliberada
directa sobre una vida humana inocente; es decir, una
disposición que mire a su destrucción, bien sea como fin,
bien como medio para otro fin que acaso de por sí no sea
en modo alguno ilícito (Discurso, 29 de octubre de 1951).
*Así, por ejemplo, salvar la vida de la madre es un
nobilísimo fin; pero la muerte directa del niño como medio
para este fin no es lícita (Discurso, 29 de octubre de 1951).
*La destrucción directa de la llamada "vida sin valor",
nacida o todavía sin nacer, que se practicó pocos años
hace, en gran escala, no se puede en modo alguno
justificar. Por eso, cuando esta práctica comenzó, la Iglesia
declaró formalmente que era contrario al derecho natural y
divino positivo, y por lo tanto ilícito matar, aunque fuera
por orden de la autoridad pública, a aquellos que, aunque
inocentes, a consecuencia de taras físicas o psíquicas, no
son útiles a la nación, sino más bien resultan cargas para
ella [Decr. S. Off. 2 dic. 1940; AAS, val. 32, 1940, páginas
553-55] (Discurso, 29 de octubre de 1951).
*La vida de un inocente es intangible y cualquier atentado
o agresión directa contra ella es la violación de una de las
leyes fundamentales, sin las que no es posible una segura
convivencia humana. No tenemos necesidad de enseñaros
en detalle la significación y la importancia en vuestra
profesión de esta ley fundamental, pero no olvidéis que por
encima de cualquier ley humana, de cualquier "indicación",
se eleva, indefectiblemente, la ley de Dios (Discurso, 29 de
octubre de 1951).
JUAN XXIII (1958-1963)
Encíclica Mater et Magistra (MM)
15 de mayo de 1961
*La vida humana debe ser considerada por todos como algo
sagrado, puesto que desde su comienzo mismo implica
directamente la acción creadora de Dios (Encíclica MM-194,
15 de mayo de 1961).
PABLO VI (1963-1978)
Encíclica Humanae Vitae (HV)
25 de julio de 1967
*En conformidad con estos principios fundamentales de la
visión humana y cristiana del matrimonio, debemos una vez
más declarar que hay que excluir absolutamente, como vía
lícita para la regulación de los nacimientos, la interrupción
directa del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el
aborto directamente querido y procurado, aunque sea por
razones terapéuticas (Encíclica HV-14, 25 de julio de
1967).
Carta Apostólica “Octogesima Adveniens” (OA)
14 de mayo de 1971
* Con el crecimiento demográfico, sobre todo en las
naciones jóvenes, el número de quienes no llegan a
encontrar trabajo y se ven reducidos a la miseria o al
parasitismo irá aumentando en los próximos años, a no ser
que un estremecimiento de la conciencia humana provoque
un movimiento general de solidaridad por una política
eficaz de inversiones, de organización de la producción y de
los mercados, así como de la formación adecuada.
Conocemos la atención que se está dando a estos
problemas dentro de los organismos internacionales, y Nos
deseamos vivamente que sus miembros no tarden en hacer
corresponder sus actos a sus declaraciones (Carta
Apostólica OA-18, 14 de mayo de 1971).
*Es inquietante comprobar en este campo una especie de
fatalismo que se apodera incluso de los responsables. Este
sentimiento conduce a veces a las soluciones maltusianas
aguijoneadas por la propaganda activa en favor de la
anticoncepción y del aborto (Carta Apostólica OA-18, 14 de
mayo de 1971).
Discurso a las participantes al XXIII Congreso
Nacional de los Juristas Católicos Italianos
9 de diciembre de 1972
*Bien sabéis que la Iglesia ha condenado siempre el aborto
así como que las enseñanzas de mi predecesor de
venerable memoria Pío XII (Discurso del 29 de octubre de
1951 y del Concilio Vaticano II (Gaudium et Spes, 27 y 51)
no ha hecho más que confirmar su doctrina moral más
segura e inmutable (Discurso, 9 de diciembre de 1972).
*Es conocido para vosotros que contra las leyes recientes o
propuestas de ley de varios Estados tendentes a tomar en
consideraci￳n la así llamada “liberalizaci￳n del aborto”, se
ha levantado el Episcopado de todo el mundo, proponiendo
los remedios más idóneos para eliminar y contener esta
difusa plaga social (Discurso, 9 de diciembre de 1972).
*En la Constitución Gaudium et Spes el Concilio,
dirigiéndose a todos los hombres y no sólo a los cristianos,
aporta también las razones de derecho natural y social.
Sobre todo, la dignidad de la persona humana, que es
perjudicada no sólo en la víctima inocente por la muerte,
sino también en la misma madre que voluntariamente lo
realiza y –médicos y enfermeros- en cuanto cooperan al
aborto voluntario (Discurso, 9 de diciembre de 1972).
*No menos graves son las razones de derecho social, hoy
particularmente válidas y de la más estricta competencia de
vosotros los juristas. Si como dice el Concilio, “Dios, Se￱or
de la vida, ha confiado a los hombres la insigne misión de
conservar la vida, misión que ha de llevarse a cabo de
modo digno del hombre” (Gaudium et Spes 51): sobre todo
hombre, sobre las comunidades intermedias (comenzando
por la familia) y, sobre todo, sobre la comunidad política se
apoya esta misión, que es a la vez, deber y poder
(Discurso, 9 de diciembre de 1972).
*Si el Estado social contemporáneo va asumiendo cada vez
más sobre sí esta tarea de protección y de promoción de la
vida humana en forma digna del hombre, no existe duda
alguna de que esta protección debe comenzar, no con el
nacimiento o con la mayoría de edad de la persona
humana, sino desde la concepción, por ser el comienzo de
un solo y unívoco proceso vital que se termina con el
nacimiento de un nuevo ser humano (Discurso, 9 de
diciembre de 1972).
*En la civilización occidental esta protección del nascituro
se inicia bien pronto, aun en la esfera particular. Como a
favor del mismo son la instituci￳n del “curator ventris” (Cfr
Dig. 26, 27, 42), el cambio de las sucesiones y de la
donaciones, así como actualmente las disposiciones sobre
el tratamiento a favor de la mujer encinta, en caso de
prisión o castigo penal, demuestran no sólo el interés
público por la vida del concebido, sino también que el
mismo derecho positivo le reconoce derechos. ¿Cómo
negar, por tanto, que tenía desde el primer instante de la
vida aquella titularidad de derechos que hoy –muy distinta
de la simple capacidad de obrar- coincide con el mismo
concepto jurídico de persona? (Discurso, 9 de diciembre de
1972).
*Ahora bien, el primero y fundamental de los derechos del
hombre es el derecho a la vida, o sea a la protección de su
vida; y nadie puede tener un derecho contrario cuando se
trata de un inocente. Cuanto más débil es el sujeto, cuanto
más necesitado de protección, más les incumbe a todos el
deber de protegerlo, especialmente a la madre, mientras lo
tiene en su seno (Discurso, 9 de diciembre de 1972).
*El problema del aborto no puede venir impuesto por la
sola consideración individualista de la mujer, sino teniendo
en cuenta el bien común y sobre todo la personalidad del
nascituro (Discurso, 9 de diciembre de 1972).
*Quien dice relación dice derecho; quien dice relación
fundamental dice correlación entre un derecho y un deber
igualmente fundamental; quien dice relación fundamental
humana, dice valor humano universal, digno de ser
protegido como contenido en el bien común universal, ya
que todo individuo es antes que nada y constituidamente
nacido de mujer (Discurso, 9 de diciembre de 1972).
MENSAJE PARA LA X JORNADA DE LA PAZ
1 de enero de 1977
*No es sólo la guerra la que mata la Paz. Todo delito contra
la Vida es un atentado contra la Paz, especialmente si hace
mella en la conducta del Pueblo, tal como está ocurriendo
frecuentemente hoy, con horrible y a veces legal facilidad,
con la supresión de la vida naciente, con el aborto
(Mensaje, 1 de enero de 1977).
*Se suelen invocar en favor del aborto las razones
siguientes: el aborto mira a frenar el aumento molesto de
la población, a eliminar seres condenados a la
malformación, al deshonor social, a la miseria proletaria,
etc.; da la impresión de beneficiar más bien que perjudicar
a la Paz. Pero no es así (Mensaje, 1 de enero de 1977).
*La supresión de una vida naciente, o ya dada a luz, viola
ante todo el principio moral sacrosanto, al que debe hacer
siempre referencia la concepción de la existencia humana:
la vida humana es sagrada desde el primer momento de su
concepción y hasta el último instante de su supervivencia
natural en el tiempo (Mensaje, 1 de enero de 1977).
*Es sagrada: ¿qué quiere decir esto? Quiere decir que
queda excluida de cualquier arbitrario poder supresor, que
es intocable, digna de todo respeto, de todo cuidado, de
cualquier debido sacrificio (Mensaje, 1 de enero de 1977).
*Para quien cree en Dios es espontáneo, es debido por ley
religiosa trascendente; e incluso para quien no tiene esta
suerte de admitir la mano de Dios protectora y
desagraviadora de todo ser humano, es y debe ser intuitivo
en virtud de la dignidad humana este sentido de lo sacro,
es decir, de lo intocable, de lo inviolable, propio de una
existencia humana viva (Mensaje, 1 de enero de 1977).
*Lo saben, lo sienten aquellos que han tenido la
desventura, la culpa implacable, el remordimiento siempre
renaciente de haber suprimido voluntariamente una Vida;
la voz de la sangre inocente grita en el corazón de la
persona homicida con desgarradora insistencia: la Paz
interior no es posible por vía de sofismas egoístas. Y si lo
es, un atentado contra la Paz, es decir, contra el sistema
protector general del orden, de la humana y segura
convivencia, en una palabra contra la Paz, ha sido
perpetrado: Vida individual y Paz general están siempre
unidas por un inquebrantable parentesco (Mensaje, 1 de
enero de 1977).
*Si queremos que el orden social creciente se asiente sobre
principios intocables, no lo ofendamos en el corazón de su
esencial sistema: el respeto a la vida humana. También en
este sentido Paz y Vida son solidarias en la base del orden
y de la civilización (Mensaje, 1 de enero de 1977).
JUAN PABLO II (1978-2005)
I-ENCÍCLICA EVANGELIUM VITAE (EV)
25 de marzo de 1995
*El Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de
Jesús (Encíclica EV-1, 25 de marzo).
*El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más
allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que
consiste en la participación de la vida misma de Dios. Lo
sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la
grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase
temporal. En efecto, la vida en el tiempo es condición
básica, momento inicial y parte integrante de todo el
proceso unitario de la vida humana. Un proceso que,
inesperada e inmerecidamente, es iluminado por la
promesa y renovado por el don de la vida divina, que
alcanzará su plena realización en la eternidad (Encíclica EV-
2, 25 de marzo).
*Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien,
aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la
razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a
descubrir en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm 2,
14-15) el valor sagrado de la vida humana desde su inicio
hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano
a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el
reconocimiento de este derecho se fundamenta la
convivencia humana y la misma comunidad política
(Encíclica EV-2, 25 de marzo).
*Los creyentes en Cristo deben, de modo particular,
defender y promover este derecho, conscientes de la
maravillosa verdad recordada por el Concilio Vaticano II: «
El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto
modo, con todo hombre » . 2 En efecto, en este
acontecimiento salvífico se revela a la humanidad no sólo el
amor infinito de Dios que « tanto amó al mundo que dio a
su Hijo único » (Jn 3, 16), sino también el valor
incomparable de cada persona humana (Encíclica EV-2, 25
de marzo).
*El Evangelio del amor de Dios al hombre, el Evangelio de
la dignidad de la persona y el Evangelio de la vida son un
único e indivisible Evangelio (Encíclica EV-2, 25 de marzo).
*Cada persona, precisamente en virtud del misterio del
Verbo de Dios hecho carne (cf. Jn 1, 14), es confiada a la
solicitud materna de la Iglesia. Por eso, toda amenaza a la
dignidad y a la vida del hombre repercute en el corazón
mismo de la Iglesia, afecta al núcleo de su fe en la
encarnación redentora del Hijo de Dios, la compromete en
su misión de anunciar el Evangelio de la vida por todo el
mundo y a cada criatura (Encíclica EV-3, 25 de marzo).
*El valor de la vida pueda hoy sufrir una especie de «
eclipse », aun cuando la conciencia no deje de señalarlo
como valor sagrado e intangible, como demuestra el hecho
mismo de que se tienda a disimular algunos delitos contra
la vida naciente o terminal con expresiones de tipo
sanitario, que distraen la atención del hecho de estar en
juego el derecho a la existencia de una persona humana
concreta (Encíclica EV-11, 25 de marzo).
*Para facilitar la difusión del aborto, se han invertido y se
siguen invirtiendo ingentes sumas destinadas a la obtención
de productos farmacéuticos, que hacen posible la muerte
del feto en el seno materno, sin necesidad de recurrir a la
ayuda del médico. La misma investigación científica sobre
este punto parece preocupada casi exclusivamente por
obtener productos cada vez más simples y eficaces contra
la vida y, al mismo tiempo, capaces de sustraer el aborto a
toda forma de control y responsabilidad social (Encíclica EV-
13, 25 de marzo).
*Se afirma con frecuencia que la anticoncepción, segura y
asequible a todos, es el remedio más eficaz contra el
aborto. Se acusa además a la Iglesia católica de favorecer
de hecho el aborto al continuar obstinadamente enseñando
la ilicitud moral de la anticoncepción. La objeción,
mirándolo bien, se revela en realidad falaz. En efecto,
puede ser que muchos recurran a los anticonceptivos
incluso para evitar después la tentación del aborto. Pero los
contravalores inherentes a la « mentalidad anticonceptiva »
—bien diversa del ejercicio responsable de la paternidad y
maternidad, respetando el significado pleno del acto
conyugal— son tales que hacen precisamente más fuerte
esta tentación, ante la eventual concepción de una vida no
deseada (Encíclica EV-13, 25 de marzo).
*De hecho, la cultura abortista está particularmente
desarrollada justo en los ambientes que rechazan la
enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción. Es cierto
que anticoncepción y aborto, desde el punto de vista moral,
son males específicamente distintos: la primera contradice
la verdad plena del acto sexual como expresión propia del
amor conyugal, el segundo destruye la vida de un ser
humano; la anticoncepción se opone a la virtud de la
castidad matrimonial, el aborto se opone a la virtud de la
justicia y viola directamente el precepto divino « no
matarás » (Encíclica EV-13, 25 de marzo).
*Es cierto que no faltan casos en los que se llega a la
anticoncepción y al mismo aborto bajo la presión de
múltiples dificultades existenciales, que sin embargo nunca
pueden eximir del esfuerzo por observar plenamente la Ley
de Dios. Pero en muchísimos otros casos estas prácticas
tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e
irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un
concepto egoísta de libertad que ve en la procreación un
obstáculo al desarrollo de la propia personalidad. Así, la
vida que podría brotar del encuentro sexual se convierte en
enemigo a evitar absolutamente, y el aborto en la única
respuesta posible frente a una anticoncepción frustrada
(Encíclica EV-13, 25 de marzo).
*Lamentablemente la estrecha conexión que, como
mentalidad, existe entre la práctica de la anticoncepción y
la del aborto se manifiesta cada vez más y lo demuestra de
modo alarmante también la preparación de productos
químicos, dispositivos intrauterinos y « vacunas » que,
distribuidos con la misma facilidad que los anticonceptivos,
actúan en realidad como abortivos en las primerísimas
fases de desarrollo de la vida del nuevo ser humano
(Encíclica EV-13, 25 de marzo).
*También las distintas técnicas de reproducción artificial,
que parecerían puestas al servicio de la vida y que son
practicadas no pocas veces con esta intención, en realidad
dan pie a nuevos atentados contra la vida. Más allá del
hecho de que son moralmente inaceptables desde el
momento en que separan la procreación del contexto
integralmente humano del acto conyugal, 14 estas técnicas
registran altos porcentajes de fracaso. Este afecta no tanto
a la fecundación como al desarrollo posterior del embrión,
expuesto al riesgo de muerte por lo general en brevísimo
tiempo. Además, se producen con frecuencia embriones en
número superior al necesario para su implantación en el
seno de la mujer, y estos así llamados « embriones
supernumerarios » son posteriormente suprimidos o
utilizados para investigaciones que, bajo el pretexto del
progreso científico o médico, reducen en realidad la vida
humana a simple « material biológico » del que se puede
disponer libremente (Encíclica EV-14, 25 de marzo).
*Los diagnósticos prenatales, que no presentan dificultades
morales si se realizan para determinar eventuales cuidados
necesarios para el niño aún no nacido, con mucha
frecuencia son ocasión para proponer o practicar el aborto.
Es el aborto eugenésico, cuya legitimación en la opinión
pública procede de una mentalidad —equivocadamente
considerada acorde con las exigencias de la « terapéutica
»— que acoge la vida sólo en determinadas condiciones,
rechazando la limitación, la minusvalidez, la enfermedad
(Encíclica-14, 25 de marzo).
*Se ha llegado a negar los cuidados ordinarios más
elementales, y hasta la alimentación, a niños nacidos con
graves deficiencias o enfermedades. Además, el panorama
actual resulta aún más desconcertante debido a las
propuestas, hechas en varios lugares, de legitimar, en la
misma línea del derecho al aborto, incluso el infanticidio,
retornando así a una época de barbarie que se creía
superada para siempre (Encíclica EV-14, 25 de marzo).
*La anticoncepción, la esterilización y el aborto están
ciertamente entre las causas que contribuyen a crear
situaciones de fuerte descenso de la natalidad. Puede ser
fácil la tentación de recurrir también a los mismos métodos
y atentados contra la vida en las situaciones de « explosión
demográfica » (Encíclica EV-16, 25 de marzo).
*Más allá de las intenciones, que pueden ser diversas y
presentar tal vez aspectos convincentes incluso en nombre
de la solidaridad, estamos en realidad ante una objetiva «
conjura contra la vida », que ve implicadas incluso a
Instituciones internacionales, dedicadas a alentar y
programar auténticas campañas de difusión de la
anticoncepción, la esterilización y el aborto (Encíclica EV-
17, 25 de marzo).
*No se puede negar que los medios de comunicación social
son con frecuencia cómplices de esta conjura, creando en la
opinión pública una cultura que presenta el recurso a la
anticoncepción, la esterilización, el aborto y la misma
eutanasia como un signo de progreso y conquista de
libertad, mientras muestran como enemigas de la libertad y
del progreso las posiciones incondicionales a favor de la
vida (Encíclica EV-17, 25 de marzo).
*Está también en el plano cultural, social y político, donde
presenta su aspecto más subversivo e inquietante en la
tendencia, cada vez más frecuente, a interpretar estos
delitos contra la vida como legítimas expresiones de la
libertad individual, que deben reconocerse y ser protegidas
como verdaderos y propios derechos (Encíclica EV-18, 25
de marzo).
*Reivindicar el derecho al aborto, al infanticidio, a la
eutanasia, y reconocerlo legalmente, significa atribuir a la
libertad humana un significado perverso e inicuo: el de un
poder absoluto sobre los demás y contra los demás
(Encíclica EV-20, 25 de marzo).
*La vida es siempre un bien. Esta es una intuición o, más
bien, un dato de experiencia, cuya razón profunda el
hombre está llamado a comprender (Encíclica EV-34, 25 de
marzo).
*La vida del hombre proviene de Dios, es su don, su
imagen e impronta, participación de su soplo vital. Por
tanto, Dios es el único señor de esta vida: el hombre no
puede disponer de ella (Encíclica EV-39, 25 de marzo).
*Si es cierto que la vida del hombre está en las manos de
Dios, no lo es menos que sus manos son cariñosas como
las de una madre que acoge, alimenta y cuida a su niño
(Encíclica EV-39, 25 de marzo).
*De la sacralidad de la vida deriva su carácter inviolable,
inscrito desde el principio en el corazón del hombre, en su
conciencia (Encíclica EV-40, 25 de marzo).
*Defender y promover, respetar y amar la vida es una
tarea que Dios confía a cada hombre, llamándolo, como
imagen palpitante suya, a participar de la soberanía que El
tiene sobre el mundo (Encíclica EV-42, 25 de marzo).
*La vida humana se encuentra en una situación muy
precaria cuando viene al mundo y cuando sale del tiempo
para llegar a la eternidad. Están muy presentes en la
Palabra de Dios —sobre todo en relación con la existencia
marcada por la enfermedad y la vejez— las exhortaciones
al cuidado y al respeto. Si faltan llamadas directas y
explícitas a salvaguardar la vida humana en sus orígenes,
especialmente la vida aún no nacida, como también la que
está cercana a su fin, ello se explica fácilmente por el hecho
de que la sola posibilidad de ofender, agredir o, incluso,
negar la vida en estas condiciones se sale del horizonte
religioso y cultural del pueblo de Dios (Encíclica EV-44, 25
de marzo).
*El valor de la persona desde su concepción es celebrado
más vivamente aún en el encuentro entre la Virgen María e
Isabel, y entre los dos niños que llevan en su seno
(Encíclica EV-45, 25 de marzo).
*No debe sorprendernos: matar un ser humano, en el que
está presente la imagen de Dios, es un pecado
particularmente grave. ¡Sólo Dios es dueño de la vida!
(Encíclica EV-55, 25 de marzo).
*Si se pone tan gran atención al respeto de toda vida,
incluida la del reo y la del agresor injusto, el mandamiento
« no matarás » tiene un valor absoluto cuando se refiere a
la persona inocente. Tanto más si se trata de un ser
humano débil e indefenso, que sólo en la fuerza absoluta
del mandamiento de Dios encuentra su defensa radical
frente al arbitrio y a la prepotencia ajena (Encíclica EV-57,
25 de marzo).
*El absoluto carácter inviolable de la vida humana inocente
es una verdad moral explícitamente enseñada en la
Sagrada Escritura, mantenida constantemente en la
Tradición de la Iglesia y propuesta de forma unánime por
su Magisterio (Encíclica EV-57, 25 de marzo).
*Por tanto, con la autoridad conferida por Cristo a Pedro y
a sus Sucesores, en comunión con los Obispos de la Iglesia
católica, confirmo que la eliminación directa y voluntaria de
un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral.
Esta doctrina, fundamentada en aquella ley no escrita que
cada hombre, a la luz de la razón, encuentra en el propio
corazón (cf. Rm 2, 14-15), es corroborada por la Sagrada
Escritura, transmitida por la Tradición de la Iglesia y
enseñada por el Magisterio ordinario y universal (Encíclica
EV-57, 25 de marzo).
*La decisión deliberada de privar a un ser humano inocente
de su vida es siempre mala desde el punto de vista moral y
nunca puede ser lícita ni como fin, ni como medio para un
fin bueno. En efecto, es una desobediencia grave a la ley
moral, más aún, a Dios mismo, su autor y garante; y
contradice las virtudes fundamentales de la justicia y de la
caridad (Encíclica EV-57, 25 de marzo).
*Cada ser humano inocente es absolutamente igual a todos
los demás en el derecho a la vida (Encíclica EV-57, 25 de
marzo).
*Entre todos los delitos que el hombre puede cometer
contra la vida, el aborto procurado presenta características
que lo hacen particularmente grave e ignominioso. El
Concilio Vaticano II lo define, junto con el infanticidio, como
« crímenes nefandos » (Encíclica EV-58, 25 de marzo).
*La aceptación del aborto en la mentalidad, en las
costumbres y en la misma ley es señal evidente de una
peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más
incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando
está en juego el derecho fundamental a la vida. Ante una
situación tan grave, se requiere más que nunca el valor de
mirar de frente a la verdad y de llamar a las cosas por su
nombre, sin ceder a compromisos de conveniencia o a la
tentación de autoengaño (Encíclica EV-58, 25 de marzo).
*Precisamente en el caso del aborto se percibe la difusión
de una terminología ambigua, como la de « interrupción del
embarazo », que tiende a ocultar su verdadera naturaleza y
a atenuar su gravedad en la opinión pública. Quizás este
mismo fenómeno lingüístico sea síntoma de un malestar de
las conciencias. Pero ninguna palabra puede cambiar la
realidad de las cosas: el aborto procurado es la eliminación
deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser
humano en la fase inicial de su existencia, que va de la
concepción al nacimiento (Encíclica EV-58, 25 de marzo).
*La gravedad moral del aborto procurado se manifiesta en
toda su verdad si se reconoce que se trata de un homicidio
y, en particular, si se consideran las circunstancias
específicas que lo cualifican. Quien se elimina es un ser
humano que comienza a vivir, es decir, lo más inocente en
absoluto que se pueda imaginar: ¡jamás podrá ser
considerado un agresor, y menos aún un agresor injusto!
Es débil, inerme, hasta el punto de estar privado incluso de
aquella mínima forma de defensa que constituye la fuerza
implorante de los gemidos y del llanto del recién nacido. Se
halla totalmente confiado a la protección y al cuidado de la
mujer que lo lleva en su seno. Sin embargo, a veces, es
precisamente ella, la madre, quien decide y pide su
eliminación, e incluso la procura (Encíclica EV-58, 25 de
marzo).
*Es cierto que en muchas ocasiones la opción del aborto
tiene para la madre un carácter dramático y doloroso, en
cuanto que la decisión de deshacerse del fruto de la
concepción no se toma por razones puramente egoístas o
de conveniencia, sino porque se quisieran preservar
algunos bienes importantes, como la propia salud o un nivel
de vida digno para los demás miembros de la familia. A
veces se temen para el que ha de nacer tales condiciones
de existencia que hacen pensar que para él lo mejor sería
no nacer. Sin embargo, estas y otras razones semejantes,
aun siendo graves y dramáticas, jamás pueden justificar la
eliminación deliberada de un ser humano inocente
(Encíclica EV-58, 25 de marzo).
*En la decisión sobre la muerte del niño aún no nacido,
además de la madre, intervienen con frecuencia otras
personas. Ante todo, puede ser culpable el padre del niño,
no sólo cuando induce expresamente a la mujer al aborto,
sino también cuando favorece de modo indirecto esta
decisión suya al dejarla sola ante los problemas del
embarazo. No se pueden olvidar las presiones que a veces
provienen de un contexto más amplio de familiares y
amigos. No raramente la mujer está sometida a presiones
tan fuertes que se siente psicológicamente obligada a ceder
al aborto: no hay duda de que en este caso la
responsabilidad moral afecta particularmente a quienes
directa o indirectamente la han forzado a abortar. También
son responsables los médicos y el personal sanitario cuando
ponen al servicio de la muerte la competencia adquirida
para promover la vida (Encíclica EV-59, 25 de marzo).
*Pero la responsabilidad implica también a los legisladores
que han promovido y aprobado leyes que amparan el
aborto y, en la medida en que haya dependido de ellos, los
administradores de las estructuras sanitarias utilizadas para
practicar abortos (Encíclica EV-59, 25 de marzo).
*En este sentido, el aborto va más allá de la
responsabilidad de las personas concretas y del daño que
se les provoca, asumiendo una dimensión fuertemente
social: es una herida gravísima causada a la sociedad y a
su cultura por quienes deberían ser sus constructores y
defensores (Encíclica EV-59, 25 de marzo).
*Está en juego algo tan importante que, desde el punto de
vista de la obligación moral, bastaría la sola probabilidad de
encontrarse ante una persona para justificar la más rotunda
prohibición de cualquier intervención destinada a eliminar
un embrión humano. Precisamente por esto, más allá de los
debates científicos y de las mismas afirmaciones filosóficas
en las que el Magisterio no se ha comprometido
expresamente, la Iglesia siempre ha enseñado, y sigue
enseñando, que al fruto de la generación humana, desde el
primer momento de su existencia, se ha de garantizar el
respeto incondicional que moralmente se le debe al ser
humano en su totalidad y unidad corporal y espiritual
(Encíclica EV-60, 25 de marzo).
*Los textos de la Sagrada Escritura, que nunca hablan del
aborto voluntario y, por tanto, no contienen condenas
directas y específicas al respecto, presentan de tal modo al
ser humano en el seno materno, que exigen lógicamente
que se extienda también a este caso el mandamiento divino
« no matarás » (Encíclica EV-61, 25 de marzo).
*La vida humana es sagrada e inviolable en cada momento
de su existencia, también en el inicial que precede al
nacimiento (Encíclica EV-61, 25 de marzo).
*Por tanto, con la autoridad que Cristo confirió a Pedro y a
sus Sucesores, en comunión con todos los Obispos —que en
varias ocasiones han condenado el aborto y que en la
consulta citada anteriormente, aunque dispersos por el
mundo, han concordado unánimemente sobre esta
doctrina—, declaro que el aborto directo, es decir, querido
como fin o como medio, es siempre un desorden moral
grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano
inocente. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y
en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la
Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio
ordinario y universal. Ninguna circunstancia, ninguna
finalidad, ninguna ley del mundo podrá jamás hacer lícito
un acto que es intrínsecamente ilícito, por ser contrario a la
Ley de Dios, escrita en el corazón de cada hombre,
reconocible por la misma razón, y proclamada por la Iglesia
(Encíclica EV-61, 25 de marzo)
*La valoración moral del aborto se debe aplicar también a
las recientes formas de intervención sobre los embriones
humanos que, aun buscando fines en sí mismos legítimos,
comportan inevitablemente su destrucción (Encíclica EV-63,
25 de marzo).
*Se debe afirmar, sin embargo, que el uso de embriones o
fetos humanos como objeto de experimentación constituye
un delito en consideración a su dignidad de seres humanos,
que tienen derecho al mismo respeto debido al niño ya
nacido y a toda persona (Encíclica EV-63, 25 de marzo).
*La misma condena moral concierne también al
procedimiento que utiliza los embriones y fetos humanos
todavía vivos —a veces « producidos » expresamente para
este fin mediante la fecundación in vitro— sea como «
material biológico » para ser utilizado, sea como
abastecedores de órganos o tejidos para trasplantar en el
tratamiento de algunas enfermedades. En verdad, la
eliminación de criaturas humanas inocentes, aun cuando
beneficie a otras, constituye un acto absolutamente
inaceptable (Encíclica EV-63, 25 de marzo).
*Las leyes que, como el aborto y la eutanasia, legitiman la
eliminación directa de seres humanos inocentes están en
total e insuperable contradicción con el derecho inviolable a
la vida inherente a todos los hombres, y niegan, por tanto,
la igualdad de todos ante la ley (Encíclica EV-72, 25 de
marzo).
*Las leyes que autorizan y favorecen el aborto y la
eutanasia se oponen radicalmente no sólo al bien del
individuo, sino también al bien común y, por consiguiente,
están privadas totalmente de auténtica validez jurídica
(Encíclica EV-72, 25 de marzo).
*Cuando una ley civil legitima el aborto o la eutanasia deja
de ser, por ello mismo, una verdadera ley civil moralmente
vinculante (Encíclica EV-72, 25 de marzo).
*El aborto y la eutanasia son crímenes que ninguna ley
humana puede pretender legitimar. Leyes de este tipo no
sólo no crean ninguna obligación de conciencia, sino que,
por el contrario, establecen una grave y precisa obligación
de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia
(Encíclica EV-73, 25 de marzo).
*En el caso pues de una ley intrínsecamente injusta, como
es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito
someterse a ella, « ni participar en una campaña de opinión
a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio
voto » (Encíclica EV-73, 25 de marzo).
*La vida humana, don precioso de Dios, es sagrada e
inviolable, y por esto, en particular, son absolutamente
inaceptables el aborto procurado y la eutanasia; la vida del
hombre no sólo no debe ser suprimida, sino que debe ser
protegida con todo cuidado amoroso (Encíclica EV-81, 25
de marzo).
*El respeto absoluto de toda vida humana inocente exige
también ejercer la objeción de conciencia ante el aborto
procurado y la eutanasia (Encíclica EV-89, 25 de marzo).
*Es moralmente inaceptable que, para regular la natalidad,
se favorezca o se imponga el uso de medios como la
anticoncepción, la esterilización y el aborto (Encíclica EV-
91, 25 de marzo).
*La banalización de la sexualidad es uno de los factores
principales que están en la raíz del desprecio por la vida
naciente: sólo un amor verdadero sabe custodiar la vida
(Encíclica EV-97, 25 de marzo).
II-OTRAS ENSEÑANZAS
AÑO 1979
ENERO
*La familia está situada en el centro mismo del bien común
en sus varias dimensiones, precisamente porque en ella es
concebido y nace el hombre. Es necesario hacer todo lo
posible para que desde su momento inicial, desde su
concepción, este ser humano sea querido, esperado, vivido
como un valor particular, único e irrepetible (Audiencia, 3
de enero de 1979).
JUNIO
*Si se rompe el derecho del hombre a la vida en el
momento en que comienza a ser concebido dentro del seno
materno, se ataca indirectamente todo el orden moral que
sirve para asegurar los bienes inviolables del hombre”
(Homilía en Nowy Targ –Polonia-, 8 de junio de 1979).
*La Iglesia defiende el derecho a la vida, no sólo en
consideración a la majestad del Creador que es el primer
dador de esta vida, sino también por respeto al bien
esencial del hombre” ((Homilía en Nowy Targ –Polonia-, 8
de junio de 1979).
OCTUBRE
*Por eso os digo a todos que tengáis un absoluto respeto a
la sacralidad de la vida humana ya desde el primer
momento de su concepción. El aborto, como declara el
Concilio Vaticano, es un "crimen abominable" [GS 51]
(Homilía en Limerick –Irlanda- 1 de octubre de 1979).
*Atacar una vida que todavía no ha visto la luz en cualquier
momento de su concepción es minar la totalidad del orden
moral, auténtico guardián del bienestar humano (Homilía
en Limerick –Irlanda- 1 de octubre de 1979).
*La defensa de la absoluta inviolabilidad de la vida todavía
no nacida forma parte de la defensa de los derechos y de la
dignidad humana (Homilía en Limerick –Irlanda- 1 de
octubre de 1979).
*Renovemos, pues, todos juntos nuestro respeto por el
valor de la vida humana, recordando que, a través de
Cristo; toda la vida humana ha sido redimida (Homilía en
Washington, 7 de octubre de 1979).
*No dudo en proclamar ante vosotros y ante todo el mundo
que cada vida humana —desde el momento de su
concepción y durante todas sus fases siguientes— es
sagrada, porque la vida humana ha sido creada a imagen y
semejanza de Dios. Nada supera la grandeza o la dignidad
de la persona humana (Homilía en Washington, 7 de
octubre de 1979).
*La vida humana no es sólo una idea o una abstracción. La
vida humana es la realidad concreta de un ser que vive,
actúa, crece y se desarrolla; la vida humana es la realidad
concreta de un ser capaz de amor y de servicio a la
humanidad (Homilía en Washington, 7 de octubre de 1979).
*La vida humana es preciosa porque es un don de Dios,
cuyo amor es infinito; y cuando Dios da la vida, la da para
siempre. La vida, además, es preciosa porque es la
expresión y el fruto del amor (Homilía en Washington, 7 de
octubre de 1979).
*Todos los seres humanos deberían valorar la
individualidad de cada una de las personas como criatura
de Dios, llamada a ser hermano o hermana de Cristo en
virtud de la encarnación y redención universal (Homilía en
Washington, 7 de octubre de 1979).
*Cuando el carácter sagrado de la vida antes del
nacimiento sea atacado, nosotros reaccionaremos para
proclamar que nadie tiene jamás el derecho de destruir la
vida antes del nacimiento (Homilía en Washington, 7 de
octubre de 1979).
*Cuando se hable de un niño como de una carga, o se lo
considere como medio para satisfacer una necesidad
emocional, nosotros intervendremos para insistir en que
cada niño es don único e irrepetible de Dios, que tiene
derecho a una familia unida en el amor (Homilía en
Washington, 7 de octubre de 1979).
AÑO 1980
MAYO
*Rendir honor a la maternidad quiere decir aceptar al
hombre en la plenitud de su verdad y en toda su dignidad,
y esto desde el momento mismo de la concepción. El
hombre comienza a serlo en las entrañas de su madre
(Homilía en París, 31 de mayo de 1980).
*En esta gran reunión, en que participan ante todo los
trabajadores, quisiera saludar a cada hombre, a cada
mujer, en virtud de la gran dignidad que poseen desde el
primer momento de su existencia, ya en las entrañas de su
madre. Todo aquello que somos comienza allí (Homilía en
París, 31 de mayo de 1980).
*La primera medida de la dignidad del hombre, la primera
condición del respeto de los derechos inviolables de la
persona humana, es el honor debido a la madre. Es el culto
a la maternidad (Homilía en París, 31 de mayo de 1980).
*No podemos desligar al hombre de su comienzo humano.
Hoy hemos llegado a saber tanto sobre los mecanismos
biológicos, que determinan este comienzo en sus
respectivos aspectos; por eso, es necesario que
proclamemos con una consciencia tanto más viva y una
convicción tanto más ardiente el comienzo humano —
profundamente humano— de todo hombre como el valor
fundamental y la base de todos sus derechos (Homilía en
París, 31 de mayo de 1980).
*El primer derecho del hombre es el derecho a la vida.
Hemos de defender este derecho y este valor. De lo
contrario, toda la lógica de la fe en el hombre, todo el
programa del progreso verdaderamente humano se
tambaleará y se vendrá abajo (Homilía en París, 31 de
mayo de 1980).
*Rindamos honor a la maternidad, porque ella es la
expresión de la fe en el hombre (Homilía en París, 31 de
mayo de 1980).
*El acto de fe en el hombre reside en el hecho de que sus
padres le den la vida. La madre lo lleva en su seno, y está
dispuesta a sufrir todos los dolores del parto; precisamente
de este modo proclama ella, con todo su ser femenino y
todo su ser maternal, su fe en el hombre. Da testimonio del
valor que reside en ella y que a la vez la sobrepasa, del
valor que constituye aquel que, todavía desconocido,
apenas concebido y totalmente oculto en el seno de su
madre, debe nacer y debe manifestarse al mundo como un
hijo de sus padres, como una confirmación de su
humanidad, como un fruto de su amor, como futuro de la
familia: de la familia más cercana, y a la vez de toda la
familia humana (Homilía en París, 31 de mayo de 1980).
*Puede que este niño sea débil, inadaptado, incluso
deficiente. Así sucede a veces. La maternidad es siempre
dolor —el amor que paga con su sufrimiento— y sucede que
este amor debe ser todavía mayor que el mismo dolor del
alumbramiento. Este dolor acaso se extienda a toda la vida
del niño. El valor de la humanidad se confirma también por
medio de estos niños y estos hombres en que se halla
retrasada y sufre a veces una dolorosa degradación
(Homilía en París, 31 de mayo de 1980).
*Es un elemento más para afirmar que no es suficiente
definir al hombre según los criterios bio-fisiológicos, y que
hay que creer en el hombre desde el comienzo (Homilía en
París, 31 de mayo de 1980).
*¡Bienaventurada tú, María, que has creído! Aquel que
llevas en tu corazón, como el fruto de tus entrañas, vendrá
al mundo en la noche de Belén. Anunciará después a los
hombres el Evangelio e irá a la cruz. Pues para ello ha
venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. En El se
manifestará plenamente la verdad sobre el hombre, el
misterio del hombre, su vocación última y más sublime: la
vocación de todo hombre, incluso la de aquel en que la
humanidad no llegue a desarrollarse de modo completo y
normal; de todo hombre sin excepción, sin tener en cuenta
las diferencias de cualificación o de grados de inteligencia,
de sensibilidad o de rendimiento físico, sino en virtud de su
misma humanidad, del hecho de ser hombre. Pues gracias
a ello, gracias a su misma humanidad, es la imagen y
semejanza del Dios infinito (Homilía en París, 31 de mayo
de 1980).
AGOSTO
*El Vaticano II ha definido estupendamente a la familia
como "el santuario doméstico de la Iglesia" (AA 11); es
necesario hacer un dique de contención contra los peligros
que amenazan profanar sobre todo este santuario, y
devastar sus sagradas estructuras: me refiero al hedonismo
que lleva a la falta de amor entre los cónyuges y hacia los
hijos, a la infidelidad conyugal, al divorcio y al aborto
(Homilía en L´Aquila –Italia- 30 de agosto de 1980).
*Sobre todo siento el gran deber de invitaros, como
creyentes, a poner toda vuestra atención en este último
punto: no se puede suprimir la vida, no se puede rechazar
la vida, don de Dios; llegan noticias terribles sobre el triste
primado que se ha alcanzado en este campo. San
Bernardino tuvo palabras de fuego contra este mal (Homilía
en L´Aquila –Italia- 30 de agosto de 1980).
*Y yo, como Vicario de Aquel que es la Vida del mundo,
elevo mi humilde voz en defensa de quien no ha tenido ni
jamás tendrá voz: No se puede suprimir la vida en el seno
de la madre (Homilía en L´Aquila –Italia- 30 de agosto de
1980).
SEPTIEMBRE
*El Evangelio es mensaje de vida. El cristianismo lleva
profundamente en todo su contenido el sentido del valor de
la vida y del respeto a la vida. El amor de Dios, como
Creador, se manifiesta en esto, que El es dador de vida
(Homilía en Siena –Italia- 14 de septiembre de 1980).
*El amor de Dios, como Creador y Padre, se manifiesta en
esto, que el hombre, creado a su imagen y semejanza
como varón y mujer, ha sido hecho por El, desde el
principio, su colaborador, colaborador del Creador en la
obra de dar la vida. A esta tarea está unida una particular
dignidad del hombre: la dignidad generativa, la dignidad
del padre y de la madre, dignidad fundamental e
insustituible en todo el orden de la vida humana: individual
y social al mismo tiempo (Homilía en Siena –Italia- 14 de
septiembre de 1980).
*El problema de la afirmación de la vida humana desde el
primer instante de su concepción y, en caso de necesidad,
también el problema de la defensa de esta vida, está unido
de modo estrechísimo con el orden más profundo de la
existencia de hombre, como ser individual y como ser
social, para quien el ambiente primero y fundamental no
puede ser sino el de una auténtica familia humana (Homilía
en Siena –Italia- 14 de septiembre de 1980).
*Por esto es necesaria la afirmación explícita de la vida
humana desde el primer instante de su concepción bajo el
corazón de la madre, es necesaria también la defensa de
esta vida cuando está amenazada de cualquier modo
(amenazada también socialmente), es necesaria e
indispensable, porque, a fin de cuentas, se trata aquí de la
fidelidad a la humanidad misma, de la fidelidad a la
dignidad del hombre (Homilía en Siena –Italia- 14 de
septiembre de 1980).
*Se debe aceptar esta dignidad desde el principio. Si. se la
destruye en él seno de la mujer, en el seno de la madre,
será difícil defenderla después en tantos campos y ámbitos
de la vida y de la convivencia humana (Homilía en Siena –
Italia- 14 de septiembre de 1980).
*Efectivamente, ¿cómo es posible hablar de derechos
humanos, cuando se viola este derecho primigenio? Muchos
disertan hoy sobre la dignidad del hombre, pero no vacilan,
después, en conculcar al ser humano, cuando éste se
asoma, débil e indefenso, a los umbrales de la vida. ¿No
hay una contradicción en todo esto? (Homilía en Siena –
Italia- 14 de septiembre de 1980).
*No debemos cansarnos de afirmarlo: el derecho a la vida
es el derecho fundamental del ser humano, un derecho de
la persona, que obliga desde el principio (Homilía en Siena
–Italia- 14 de septiembre de 1980).
*En efecto, Dios ha amado tanto al mundo que le dio su
Hijo unigénito, para que todo el que crea en El tenga la
vida...Y Dios ha amado tanto la maternidad humana, la
maternidad de una Mujer —de la Virgen de Nazaret,
mediante la cual pudo dar al mundo su Hijo unigénito—,
que a esta luz toda maternidad humana adquiere una
dimensión extraordinaria. Y sagrada (Homilía en Siena –
Italia- 14 de septiembre de 1980).
*La vida es sagrada. Es sagrada la maternidad de cada
madre (Homilía en Siena –Italia- 14 de septiembre de
1980).
*De aquí el problema de la afirmación de la vida. El
problema de la defensa de la vida ya en el seno de la
madre es, para todos los que confiesan a Cristo, un
problema de fe y un problema de conciencia (Homilía en
Siena –Italia- 14 de septiembre de 1980).
*Y es problema de conciencia también para los otros, para
todos los hombres sin excepción: lo es en virtud de su
misma humanidad (Homilía en Siena –Italia- 14 de
septiembre de 1980).
NOVIEMBRE
*Como esposos, estáis llamados a una paternidad
responsable. Pero esto significa que vuestra planificación
familiar debe ser tal que respete las normas y criterios
éticos. Con gran vehemencia quisiera recordaros hoy
especialmente, dentro de este contexto, las siguientes
palabras: Eliminar una vida que aún está por nacer, no es
un medio legítimo de planificación familiar (Homilía en
Colonia –Alemania- 15 de noviembre de 1980).
* Debemos preocuparnos también por el ocaso de tantos
valores fundamentales que constituyen un bien indiscutible,
no sólo de la moral cristiana, sino simplemente de la moral
humana, de la cultura moral, como son el respeto a la vida
humana desde el momento de su concepción, el respeto al
matrimonio según su naturaleza indisoluble, el respeto a la
estabilidad de la familia (Encíclica Dives in Misericordia-12,
30 de noviembre de 1980).
AÑO 1981
FEBRERO
*Se celebra hoy en Italia, por iniciativa de la conferencia
episcopal, una jornada de sensibilización hacia el valor de la
vida humana, de toda vida humana. Me uno con gusto a
esta intención, elevando mi plegaria al Señor por la defensa
de la vida humana ya desde la concepción (Angelus, 1 de
febrero de 1981).
*Sí, desde el momento de la concepción y a lo largo de los
siguientes estadios, toda vida humana es sagrada, pues ha
sido creada a imagen y semejanza de Dios (Homilía en
Lahur-Cebú City –Filipinas-, 19 de febrero de 1981).
*La vida humana es preciosa porque es un don de Dios,
cuyo amor no conoce límites; y cuando Dios da la vida es
para siempre (Homilía en Lahur-Cebú City –Filipinas-, 19 de
febrero de 1981).
*Todo aquel que intente destruir la vida humana en el
seno materno, no solamente viola la sacralidad de un ser
humano que vive, crece y se desarrolla, oponiéndose así a
Dios, sino que también ataca a la sociedad minando el
respeto por toda vida humana (Homilía en Lahur-Cebú City
–Filipinas-, 19 de febrero de 1981).
NOVIEMBRE
*No faltan, sin embargo, signos de preocupante
degradación de algunos valores fundamentales: una
equivocada concepción teórica y práctica de la
independencia de los cónyuges entre sí; las graves
ambigüedades acerca de la relación de autoridad entre
padres e hijos; las dificultades concretas que con frecuencia
experimenta la familia en la transmisión de los valores; el
número cada vez mayor de divorcios, la plaga del aborto, el
recurso cada vez más frecuente a la esterilización, la
instauración de una verdadera y propia mentalidad
anticoncepcional (Exhortación Apostólica Familiaris
Consortio-6, 22 de noviembre de 1981).
*Ha nacido así una mentalidad contra la vida (anti-life
mentality), como se ve en muchas cuestiones actuales:
piénsese, por ejemplo, en un cierto pánico derivado de los
estudios de los ecólogos y futurólogos sobre la demografía,
que a veces exageran el peligro que representa el
incremento demográfico para la calidad de la vida
(Exhortación Apostólica Familiaris Consortio-30, 22 de
noviembre de 1981).
*La Iglesia cree firmemente que la vida humana, aunque
débil y enferma, es siempre un don espléndido del Dios de
la bondad (Exhortación Apostólica Familiaris Consortio-30,
22 de noviembre de 1981).
*Contra el pesimismo y el egoísmo, que ofuscan el mundo,
la Iglesia está en favor de la vida: y en cada vida humana
sabe descubrir el esplendor de aquel «Sí», de aquel
«Amén» que es Cristo mismo. Al «no» que invade y aflige
al mundo, contrapone este «Sí» viviente, defendiendo de
este modo al hombre y al mundo de cuantos acechan y
rebajan la vida (Exhortación Apostólica Familiaris
Consortio-30, 22 de noviembre de 1981).
*La Iglesia está llamada a manifestar nuevamente a todos,
con un convencimiento más claro y firme, su voluntad de
promover con todo medio y defender contra toda insidia la
vida humana, en cualquier condición o fase de desarrollo en
que se encuentre (Exhortación Apostólica Familiaris
Consortio-30, 22 de noviembre de 1981).
*La Iglesia condena, como ofensa grave a la dignidad
humana y a la justicia, todas aquellas actividades de los
gobiernos o de otras autoridades públicas, que tratan de
limitar de cualquier modo la libertad de los esposos en la
decisión sobre los hijos. Por consiguiente, hay que
condenar totalmente y rechazar con energía cualquier
violencia ejercida por tales autoridades en favor del
anticoncepcionismo e incluso de la esterilización y del
aborto procurado (Exhortación Apostólica Familiaris
Consortio-30, 22 de noviembre de 1981).
*El amor y la vida constituyen el núcleo de la misión
salvífica de la familia cristiana en la Iglesia y para la Iglesia
(Exhortación Apostólica Familiaris Consortio-50, 22 de
noviembre de 1981).
AÑO 1982
NOVIEMBRE
*Quien negara la defensa a la persona humana más
inocente y débil, a la persona humana ya concebida,
aunque todavía no nacida, cometería una gravísima
violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la
muerte de un inocente (Homilía en Madrid, 2 de noviembre
de 1982).
*¿Que sentido tendría hablar de la dignidad del hombre, de
sus derechos fundamentales, si no se protege a un
inocente, o se llega incluso a facilitar los medios o servicios,
privados o públicos, para destruir vidas humanas
inocentes? (Homilía en Madrid, 2 de noviembre de 1982).
AÑO 1986
MAYO
*Se ha difundido el uso –que en algunos lugares corre el
riesgo de convertirse en institución- de quitar a la vida a
los seres humanos aun antes de su nacimiento, o también
antes de que lleguen a la meta natural de la muerte
(Encíclica Dominum et Vivificantem-57, 18 de mayo de
1986).
AÑO 1991
MAYO
*La Iglesia no sólo quiere reafirmar el derecho a la vida,
cuya violación ofende al mismo tiempo a la persona
humana y a Dios Creador, fuente amorosa de toda vida,
sino que quiere ponerse cada vez con mayor entrega al
servicio concreto de la defensa y promoción de tal derecho
(Carta, 19 de mayo de 1991).
*El papel de la familia en la edificación de la cultura de la
vida es determinante e insustituible* (Encíclica
Centessimus Annus-39, 1 de mayo de 1991).
AÑO 1993
JUNIO
*El alejamiento de Dios, el eclipse de los valores morales
ha favorecido también el deterioro de la vida familiar, hoy
profundamente desgarrada por el aumento de las
separaciones y divorcios, por la sistemática exclusión de la
natalidad –incluso a través del abominable crimen del
aborto–, por el creciente abandono de los ancianos, tantas
veces privados del calor familiar y de la necesaria (Homilía
en Huelva –España- 14 de junio de 1993).
*Y cómo no expresar vivo apoyo a los reiterados
pronunciamientos del Episcopado español en favor de la
vida y sobre la ilicitud del aborto? Exhorto a todos a no
desistir en la defensa de la dignidad de toda vida humana
(Homilía en Madrid, 16 de junio de 1993).
AGOSTO
*A la luz de nuestra experiencia humana, la muerte es el
enemigo de la vida . Es un intruso que frustra nuestro deseo
natural de vivir. Eso resulta evidente de manera especial en
el caso de una muerte improvisa o violenta, y sobre todo en
el caso del asesinato de un inocente. No debe asombrarnos,
por tanto, que entre los diez Mandamientos el Señor de la
vida, el Dios de la alianza, haya dicho en el monte Sinaí:
« No matarás » [ Ex 20, 13; cf. Mt 5, 21] (Discurso a los
jóvenes en Denver –Estados Unidos- 14 de agosto de
1993).
*Las palabras «No matarás» fueron esculpidas en las tablas
de la alianza , en las tablas de piedra de la Ley. Pero, ya
antes, esa ley había sido esculpida en el corazón humano ,
en el santuario de toda conciencia individual (Discurso a los
jóvenes en Denver –Estados Unidos- 14 de agosto de
1993).
*Con el tiempo, las amenazas contra la vida no
disminuyen. Al contrario, adquieren dimensiones enormes.
No se trata sólo de amenazas procedentes del exterior, de
las fuerzas de la naturaleza o de los Caínes que asesinan a
los Abeles ; no, se trata d e amenazas programadas de
manera científica y sistemática . El siglo XX será
considerado una época de ataques masivos contra la vida,
una serie interminable de guerras y una destrucción
permanente de vidas humanas inocentes. Los falsos
profetas y los falsos maestros han logrado el mayor éxito
posible (Discurso a los jóvenes en Denver –Estados Unidos-
14 de agosto de 1993).
*Pero hay más. Asistimos también a la difusión de una
mentalidad de lucha contra la vida , una actitud de
hostilidad hacia la vida en el seno materno y hacia la vida
en sus últimas fases (Discurso a los jóvenes en Denver –
Estados Unidos- 14 de agosto de 1993).
*Precisamente en este tiempo, en que la ciencia y la
medicina han logrado una mayor capacidad de velar por la
salud y la vida, las amenazas contra la vida se hacen más
insidiosas. El aborto y la eutanasia —asesinato real de un
ser humano verdadero— son reivindicados como derechos y
soluciones a problemas: problemas individuales o
problemas de la sociedad (Discurso a los jóvenes en Denver
–Estados Unidos- 14 de agosto de 1993).
*La matanza de los inocentes no deja de ser acto
pecaminoso o destructivo por el mero hecho de realizarse
de modo legal y científico (Discurso a los jóvenes en
Denver –Estados Unidos- 14 de agosto de 1993).
*En las metrópolis modernas, la vida —primer don de Dios
y derecho fundamental de todo individuo, base de todos los
demás derechos— es tratada a menudo nada más como
una mercancía que se puede organizar, comercializar y
manipular a gusto personal (Discurso a los jóvenes en
Denver –Estados Unidos- 14 de agosto de 1993).
*La construcción de una auténtica civilización del amor
debe incluir un gran esfuerzo para educar las conciencias
en las verdades morales que sostienen en el respeto a la
vida frente a cualquier amenaza (Celebración de la Palabra
en Denver -Estados Unidos- 14 de agosto de 1993).
*La Iglesia católica en su incansable solicitud a favor de los
derechos humanos y la justicia, está firmemente
comprometida en proteger y amar toda vida humana,
incluyendo la de la persona no nacida aún (Celebración de
la Palabra en Denver -Estados Unidos- 14 de agosto de
1993).
*Habiendo sido enviada por Cristo a servir a los débiles, a
los desheredados y a los indefensos, la Iglesia tiene el
deber de hablar en nombre de aquellos que tienen más
necesidad de protección (Celebración de la Palabra en
Denver -Estados Unidos- 14 de agosto de 1993).
*La familia se halla especialmente atacada. Y se niega el
carácter sagrado de la vida humana. Naturalmente, los
miembros más débiles de la sociedad son los que corren
mayor riesgo: los no nacidos, los niños, los enfermos, los
minusválidos, los ancianos, los pobres y los desocupados,
los inmigrantes, los refugiados y el Sur del mundo (Homilía
en Denver –Estados Unidos-, 15 de agosto de 1993).
AÑO 1994
FEBRERO
*La familia es el santuario de la vida humana desde su
amanecer hasta su ocaso natural. El padre y la madre son
las columnas de este templo (Angelus del día 6 de febrero
de 1994).
AÑO 1995
JULIO
*La madre está puesta como protectora de la vida. A ella le
corresponde acogerla con solicitud, favoreciendo ese primer
diálogo del ser humano con el mundo, que se realiza
precisamente en la simbiosis con el cuerpo materno. Aquí
es donde comienza la historia de todo hombre, Cada uno de
nosotros, repasando esa historia, no puede menos de llegar
a aquel instante en que comenzó a existir dentro del cuerpo
materno, con un proyecto de vida exclusivo e inconfundible.
Estábamos en nuestra madre, pero sin confundirnos con
ella: necesitados de su cuerpo y de su amor, pero
plenamente autónomos en nuestra identidad personal
(Angelus, 16 de julio de 1995).
AÑO 1998
MAYO
*Bienvenidos, queridos hermanos y hermanas,
pertenecientes al Movimiento por la vida . Habéis venido a
Roma desde varias ciudades italianas para renovar una vez
más vuestro «sí» al valor fundamental de la vida y hacer oír
la voz de tantos inocentes, cuyo derecho a nacer corre
peligro (Discurso, 22 de mayo de 1998).
*Con profundo dolor debemos constatar que estos graves
fenómenos también se registran en Italia, donde en los
últimos veinte años tres millones y medio de niños han sido
asesinados con el apoyo de la ley, además de los que
fueron eliminados clandestinamente (Discurso, 22 de mayo
de 1998).
*La verdad sobre las falsas justificaciones del aborto. Y la
verdad es que todo ser humano tiene derecho a la vida
desde su concepción hasta su ocaso natural (Discurso, 22
de mayo de 1998).
*Para los creyentes, la esperanza de que esta verdad se
afirme encuentra su fundamento en Cristo, muerto y
resucitado, que envía al mundo su Espíritu, para infundir
valentía y suscitar defensores y testigos incansables de la
verdad y de la vida (Discurso, 22 de mayo de 1998).
*También hoy nos brindan motivos de consuelo las
personas que constatan en el ámbito político el fracaso de
las leyes abortistas, que no sólo no han vencido el aborto
clandestino sino que, por el contrario, han contribuido a la
disminución de la natalidad y, con frecuencia, a la
degradación de la moralidad pública (Discurso, 22 de mayo
de 1998).
*Son muchos los que, considerando la dignidad de la mujer
como persona, como esposa y como madre, ven en la
legislación abortista un fracaso y una humillación para la
mujer y para su dignidad (Discurso, 22 de mayo de 1998).
*Gran motivo de consuelo es también vuestra labor,
queridos hermanos afiliados al Movimiento por la vida:
gracias al compromiso capilar y eficaz de los Centros de
ayuda que promovéis, ha sido posible salvar a más de
cuarenta mil niños y niñas, y asistir a otras tantas mujeres.
Este prometedor resultado demuestra que, cuando se le
brinda un apoyo concreto, la mujer, a pesar de los
problemas y condicionamientos a veces incluso dramáticos,
es capaz de hacer que triunfe en su interior el sentido del
amor, de la vida y de la maternidad (Discurso, 22 de mayo
de 1998).
*La red de asistencia a la vida naciente, que vuestro
Movimiento ha logrado construir, suscitando la atención de
las instituciones políticas y de amplios sectores de la
sociedad, permite pensar que, si se admitiera en los
organismos sanitarios públicos la acción de tantos
voluntarios, apoyada por una solidaridad más explícita,
lograría resultados mayores aún en favor de tantas vidas
inocentes (Discurso, 22 de mayo de 1998).
*Espero que las parroquias y las diócesis atesoren vuestra
experiencia para crear estructuras orgánicas de ayuda a la
vida, no sólo del niño por nacer, sino también de los
adolescentes, los ancianos y las personas solas o
abandonadas (Discurso, 22 de mayo de 1998).
*A la ayuda concreta y a una amplia acción educativa, que
implique a toda la comunidad eclesial, debe corresponder el
compromiso político para el reconocimiento pleno de la
dignidad y los derechos del niño por nacer y para la
revisión de las leyes que legitiman su eliminación (Discurso,
22 de mayo de 1998).
*Ninguna autoridad humana, ni siquiera el Estado, puede
justificar moralmente el asesinato del inocente. Esta trágica
transformación de un delito en derecho es señal de
preocupante decadencia de una civilización (Discurso, 22 de
mayo de 1998).
*Las leyes abortistas, además de herir la ley que el Creador
ha impreso en el corazón de todo hombre, manifiestan una
forma incorrecta de democracia, proponen un concepto
reductivo de sociabilidad, y descubren una carencia de
compromiso por parte del Estado en relación con la
promoción de los valores (Discurso, 22 de mayo de 1998).
*Una acción eficaz en este campo debe tender a reconstruir
un horizonte de valores, que se traduzca en una clara
afirmación del «derecho a la vida» en los documentos
internacionales y en las leyes nacionales (Discurso, 22 de
mayo de 1998).
*El progreso económico y social no puede tener un
fundamento seguro y esperanzas concretas, si en su base
no se tiene en cuenta el derecho a la vida. No tiene futuro
una sociedad incapaz de valorar debidamente la riqueza
que representa un hijo que nace, y de apreciar la vocación
de la mujer a la maternidad (Discurso, 22 de mayo de
1998).
*Deseo reafirmar que el respeto a la vida desde su
concepción hasta su muerte natural constituye el momento
esencial de la cuestión social moderna (Discurso, 22 de
mayo de 1998).
*Queridos hermanos y hermanas del Movimiento por la
vida, perseverad en vuestro valiente compromiso. Todos
vuestros sacrificios y sufrimientos se verán recompensados
con la sonrisa de tantos niños que, gracias a vosotros,
podrán gozar del don inestimable de la vida (Discurso, 22
de mayo de 1998).
*Os animo cordialmente a hacer todo lo posible para que se
reconozca efectivamente a todos el derecho a la vida y se
construya una auténtica democracia, inspirada en los
valores de la civilización del amor (Discurso, 22 de mayo de
1998).
AÑO 1999
ENERO
*La dignidad de la persona humana es un valor
transcendente, reconocido siempre como tal por cuantos
buscan sinceramente la verdad (Mensaje, 1 de enero de
1999).
*La Declaración Universal es muy clara: reconoce los
derechos que proclama, no los otorga; en efecto, éstos son
inherentes a la persona humana y a su dignidad. De aquí se
desprende que nadie puede privar legítimamente de estos
derechos a uno sólo de sus semejantes, sea quien sea,
porque sería ir contra su propia naturaleza (Mensaje, 1 de
enero de 1999).
*Todos los seres humanos, sin excepción, son iguales en
dignidad. Por la misma razón, tales derechos se refieren a
todas las fases de la vida y en cualquier contexto político,
social, económico o cultural (Mensaje, 1 de enero de 1999).
*Entre los derechos humanos, el primero es el fundamental
derecho a la vida (Mensaje, 1 de enero de 1999).
*La vida humana es sagrada e inviolable desde su
concepción hasta su término natural. « No matar » es el
mandamiento divino que señala el límite extremo, que
nunca es lícito traspasar. « La eliminación directa y
voluntaria de un ser humano inocente es siempre
gravemente inmoral » (Mensaje, 1 de enero de l999).
*El derecho a la vida es inviolable. Esto implica una opción
positiva, una opción por la vida. El desarrollo de una cultura
orientada en este sentido se extiende a todas las
circunstancias de la existencia y asegura la promoción de la
dignidad humana en cualquier situación (Mensaje, 1 de
enero de 1999).
*Una auténtica cultura de la vida, al mismo tiempo que
garantiza el derecho a venir al mundo a quien aún no ha
nacido, protege también a los recién nacidos,
particularmente a las niñas, del crimen del infanticidio
(Mensaje, 1 de enero de 1999).
*Hoy en América, como en otras partes del mundo, parece
perfilarse un modelo de sociedad en la que dominan los
poderosos, marginando e incluso eliminando a los débiles.
Pienso ahora en los niños no nacidos, víctimas indefensas
del aborto (Exhortaci￳n Apost￳lica “Ecclesia in América”-63,
22 de enero de 1999).
*Por ello, los Padres sinodales, haciéndose eco de los
recientes documentos del Magisterio de la Iglesia, han
subrayado con vigor la incondicionada reverencia y la total
entrega a favor de la vida humana desde el momento de la
concepción hasta el momento de la muerte natural, y
expresan la condena de males como el aborto y la
eutanasia (Exhortaci￳n Apost￳lica “Ecclesia in América”-63,
22 de enero de 1999).
*Para mantener estas doctrinas de la ley divina y natural,
es esencial promover el conocimiento de la doctrina social
de la Iglesia, y comprometerse para que los valores de la
vida y de la familia sean reconocidos y defendidos en el
ámbito social y en la legislación del Estado (Exhortación
Apost￳lica “Ecclesia in América”-63, 22 de enero de 1999).
*Además de la defensa de la vida, se ha de intensificar, a
través de múltiples instituciones pastorales, una activa
promoción de las adopciones y una constante asistencia a
las mujeres con problemas por su embarazo, tanto antes
como después del nacimiento del hijo (Exhortación
Apost￳lica “Ecclesia in América”-63, 22 de enero de 1999).
*Se ha de dedicar además una especial atención pastoral a
las mujeres que han padecido o procurado activamente el
aborto (Exhortaci￳n Apost￳lica “Ecclesia in América”-63, 22
de enero de 1999).
FEBRERO
*Estamos asistiendo a una paradoja singular: se niega el
carácter sagrado de la vida humana apelando a la libertad,
a la democracia, al pluralismo e, incluso, a la razón y a la
compasión (Carta, 20 de febrero de 1999).
*Las palabras han perdido su significado y nos hemos
quedado con una retórica en la que el lenguaje de la vida
se utiliza para promover la cultura de la muerte. La libertad
se ha separado de la verdad, y la democracia, de los
valores morales necesarios para su supervivencia; una
noción errónea de pluralismo pierde de vista el bien común;
la razón con frecuencia se niega a ocuparse de las verdades
que trascienden la experiencia empírica; y un falso sentido
de compasión es incapaz de afrontar los límites y las
exigencias de nuestra naturaleza de seres creados y
dependientes (Carta, 20 de febrero de 1999).
*Se invoca constantemente el lenguaje de los derechos
humanos, mientras que se viola continuamente el más
elemental de los derechos, el derecho a la vida (Carta, 20
de febrero de 1999).
*A menudo la confusión es tan grande que mucha gente
cree que la opinión de la mayoría determina la diferencia
entre bien y mal, e incluso los puntos de apoyo
tradicionales de la vida humana, como la familia, el derecho
y la medicina, algunas veces se ponen al servicio de la
cultura de la muerte (Carta, 20 de febrero de 1999).
*En estas circunstancias, los cristianos deben actuar. Se
trata de una exigencia fundamental no sólo del seguimiento
de Cristo, sino también de la democracia, que florece
cuando «las personas convencidas exponen con gran vigor
sus opiniones, con todos los medios éticos y legales de que
disponen». Esto no es fácil en una situación en la que a
veces se tergiversa deliberadamente la doctrina de la
Iglesia y se desprecia a quienes la promueven. Pero no
podéis permitir que nada de esto enturbie vuestra visión o
disminuya vuestras energías (Carta, 20 de febrero de
1999).
*Debe darse una catequesis completa sobre el evangelio de
la vida en todos los ámbitos de la comunidad católica. Los
católicos sufren un gran influjo del ambiente cultural que
los rodea y, por tanto, es preciso que esta catequesis
afronte los aspectos de la cultura dominante que amenazan
la dignidad y los derechos humanos (Carta, 20 de febrero
de 1999).
*La doctrina de la Iglesia acerca de la inviolabilidad de la
vida está plenamente de acuerdo tanto con la recta razón
como con las más profundas aspiraciones del corazón
humano. Este esfuerzo educativo abrirá cada vez más el
camino para que los católicos ejerzan una influencia pública
positiva como ciudadanos de su país, sin invocar
falsamente la separación entre Iglesia y Estado con el fin de
relegar la visión cristiana de la dignidad humana a la esfera
de las opiniones privadas (Carta, 20 de febrero de 1999).
*La opción en favor de la vida no es una opción privada,
sino una exigencia básica de una sociedad justa y moral
(Carta, 20 de febrero de 1999).
*La preocupación en favor de la vida debe estar presente
en todos los aspectos de la actividad pastoral de la Iglesia
(Carta, 20 de febrero de 1999).
JUNIO
*Desde este lugar quiero decir a todos los padres y a todas
las madres de mi patria y del mundo entero, a todos los
hombres, sin ninguna excepción: todo hombre concebido
en el seno de la madre tiene derecho a la vida (Homilía en
Lowicz –Polonia- 14 de junio de 1999).
*Repito una vez más lo que ya he dicho en muchas
ocasiones: La vida humana es sagrada…Nadie en ninguna
circunstancia, puede atribuirse el derecho a matar de modo
directo a un ser humano inocente (Homilía en Lowicz –
Polonia- 14 de junio de 1999).
*Por tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e
inviolable, en el que se refleja la inviolabilidad misma del
Creador. Dios protege la vida con la firme prohibición
pronunciada en el Sinaí: «No matarás» [Ex 20, 13].
Conservad la fidelidad a este mandamiento (Homilía en
Lowicz –Polonia- 14 de junio de 1999).
AÑO 2003
MAYO
*La venerable madre Teresa de Calcuta, a la que
consideráis presidenta espiritual de los Movimientos por la
vida en el mundo, al recibir el premio Nobel de la paz, tuvo
la valentía de afirmar ante los responsables de las
comunidades políticas: "Si aceptamos que una madre
suprima el fruto de su seno, ¿qué nos queda? El aborto es
el principio que pone en peligro la paz en el mundo"
(Discurso, 22 de mayo de 2003).
*¡Es verdad! No puede haber auténtica paz sin respeto de
la vida, especialmente de la inocente e indefensa como la
de los niños por nacer. Una coherencia elemental exige que
quien busca la paz defienda la vida (Discurso, 22 de mayo
de 2003).
*Ninguna acción en favor de la paz puede ser eficaz si no
se opone con la misma fuerza a los ataques contra la vida
en todas sus fases, desde su nacimiento hasta su ocaso
natural (Discurso, 22 de mayo de 2003).
*Insidias recurrentes amenazan la vida naciente (Discurso,
22 de mayo de 2003).
*El laudable deseo de tener un hijo impulsa a veces a
superar fronteras que no se deberían traspasar. Embriones
engendrados en número excesivo, seleccionados y
congelados, son sometidos a experimentación destructiva y
destinados a la muerte con decisión premeditada (Discurso,
22 de mayo de 2003).
JUNIO
*Junto con la disminución de la natalidad, se han de
recordar otros signos que contribuyen a delinear el eclipse
del valor de la vida y a desencadenar una especie de
conspiración contra ella. Entre ellos se ha de mencionar con
tristeza, ante todo, la difusión del aborto, recurriendo
incluso a productos químico-farmacéuticos que permiten
efectuarlo sin tener que acudir al médico y eludir cualquier
forma de responsabilidad social; ello es favorecido por la
existencia en muchos Estados del Continente de
legislaciones permisivas de un acto que es siempre un «
crimen nefando» (GS 51) y un grave desorden moral
(Exhortación Apostólica “Ecclesia in Europa”-95, 28 de junio
de 2003).
AÑO 2004
DICIEMBRE
*Por desgracia, los ataques contra el matrimonio y la
familia son cada día más fuertes y radicales, tanto en la
vertiente ideológica como en la de las normas. El intento
de… aceptar, y en algunos casos favorecer la eliminaci￳n de
vidas humanas inocentes con el aborto voluntario; de
desnaturalizar los procesos naturales de la generación de
los hijos introduciendo formas artificiales de procreación,
son sólo algunos de los ámbitos en los que es evidente la
alteración del orden que se está produciendo en la sociedad
(Discurso, 18 de diciembre de 2004).
BENEDICTO XVI ( 2005-2013)
AÑO 2006
MAYO
*Ante la supresión directa de un ser humano no
puede haber ni componendas ni tergiversaciones;
no es posible pensar que una sociedad pueda
combatir eficazmente el crimen cuando ella misma
legaliza el delito en el ámbito de la vida naciente
(Discurso, 13 de mayo).
JUNIO
*La Iglesia promueve ciertamente una “cultura de la
vida”, generosa y creadora de esperanza, y no s￳lo
por motivos estrictamente confesionales (Discurso,
30 de junio).
DICIEMBRE
*Por lo que se refiere al derecho a la vida, es
preciso denunciar el estrago que se hace de ella en
nuestra sociedad: además de las víctimas de los
conflictos armados, del terrorismo y de diversas
formas de violencia, hay muertes silenciosas
provocadas por el hambre, el aborto, la
experimentación sobre los embriones y la eutanasia
(Mensaje, 8 de diciembre).
*El derecho a la vida y a la libre expresión de la
propia fe en Dios no están sometidos al poder del
hombre (Mensaje, 8 de diciembre).
*El nacimiento de Cristo nos ayuda a tomar
conciencia del valor de la vida humana, de la vida
de todo ser humano, desde su primer instante hasta
su ocaso natural (Ángelus, 24 de diciembre).
AÑO 2007
FEBRERO
*La vida, que es obra de Dios, no se debe negar a
nadie, ni siquiera al más pequeño e indefenso de los
niños por nacer, mucho menos cuando tiene graves
discapacidades (Ángelus, 4 de febrero).
*De la verdad “hacer el bien y evitar el mal” brotan
los demás principios más particulares. Uno de esos
principios es el del respeto a la vida humana desde
su concepción hasta su término natural, pues este
bien no es propiedad del hombre, sino don gratuito
de Dios (Discurso, 12 de febrero).
SEPTIEMBRE
*El derecho humano fundamental, el presupuesto
de todos los demás derechos, es el derecho a la
vida misma. Esto vale para la vida en el momento
de la concepción hasta la muerte natural (Discurso,
7 de septiembre).
*El aborto no puede ser un derecho humano; es
exactamente lo opuesto. Es una “profunda herida
social” (Discurso, 7 de septiembre).
AÑO 2008
FEBRERO
*Los agentes de las diversas actividades caritativas,
siguiendo los pasos de Cristo, están llamados a ser
testigos del valor de la vida, en todas sus
expresiones, defendiendo especialmente la vida de
los débiles y de los enfermos (Discurso, 29 de
febrero).
MAYO
*La vida es siempre un don inestimable; cada vez
que surge, percibimos la potencia de la acción
creadora de Dios que se fía del hombre y, de este
modo, lo llama a construir el futuro con la fuerza de
la esperanza (Discurso, 10 de mayo).
*Es necesario testimoniar de manera concreta que
el respeto a la vida es la primera justicia que se
debe aplicar (Discurso, 12 de mayo).
*El seguidor de Cristo está llamado a ser cada vez
más “profeta” de una verdad que jamás podrá
eliminarse: únicamente Dios es Señor de la vida. Él
conoce, ama, quiere y guía a todo hombre
(Discurso, 12 de mayo).
AÑO 2009
FEBRERO
*La Iglesia proclama incesantemente: la vida
humana es bella y debe vivirse en plenitud también
cuando es débil y está envuelta en el misterio del
sufrimiento (Mensaje, 2 de febrero).
ABRIL
*Nunca se insistirá bastante en que el derecho a la
vida debe ser reconocido en toda su amplitud
(Discurso, 3 de abril).
JUNIO
*A la plaga difusa, trágica del aborto, podría
añadirse en el futuro, aunque ya subrepticiamente
in nuce, una sistemática planificación eugenésica de
los nacimientos (Encíclica-75, 29 de junio).
*Se va abriendo paso una mens eutanasica,
manifestación no menos abusiva del dominio sobre
la vida, que en ciertas condiciones ya no se
considera digna de ser vivida (Encíclica-75, 29 de
junio).
AÑO 2010
FEBRERO
*El apoyo a la eutanasia ataca el corazón mismo de
la concepción cristiana de la dignidad de la vida
humana (Discurso, 5 de febrero).
*Desde el primer instante, la vida del hombre se
caracteriza por ser vida humana y por esto siempre
portadora de dignidad, en todo lugar y a pesar de
todo (Discurso, 13 de febrero).
*En el momento del dolor es cuando surgen de
manera más aguda en el corazón del hombre las
preguntas últimas sobre el sentido de la propia vida
(Exhortación Apostólica-106, 30 de septiembre).
*La fe que nace del encuentro con la divina Palabra
nos ayuda a considerar la vida humana como digna
de ser vivida en plenitud también cuando está
aquejada por el mal (Exhortación Apostólica-106,
30 de septiembre).
*Dios ha creado al hombre para la felicidad y para
la vida, mientras que la enfermedad y la muerte
han entrado en el mundo como consecuencia del
pecado (Exhortación Apostólica-106, 30 de
septiembre).
*Pero el Padre de la vida es el médico del hombre
por excelencia y no deja de inclinarse
amorosamente sobre la humanidad afligida
(Exhortación Apostólica-106, 30 de septiembre).
* La cercanía de Jesús a los que sufren no se ha
interrumpido, se prolonga en el tiempo por la acción
del Espíritu Santo en la misión de la Iglesia, en la
Palabra y en los sacramentos, en los hombres de
buena voluntad, en las actividades de asistencia que
las comunidades promueven con caridad fraterna,
enseñando así el verdadero rostro de Dios y su
amor (Exhortación Apostólica-106, 30 de
septiembre).
OCTUBRE
*Por tanto, sería totalmente falsa e ilusoria
cualquier defensa de los derechos humanos
políticos, económicos y sociales que no incluyeran la
enérgica defensa del derecho a la vida desde la
concepción hasta la muerte natural (Discurso, 28 de
octubre).
*También como parte de los esfuerzos hacia los
más débiles y más indefensos, ¿hay algo más
indefenso que un niño no nacido o un paciente en
estado vegetativo o terminal? (Discurso, 28 de
octubre).
*Cuando los proyectos políticos contemplan, abierta
o veladamente, la descriminalización del aborto o de
la eutanasia, el ideal democrático - que sólo es
verdaderamente tal cuando reconoce y tutela la
dignidad de toda la persona humana - es
traicionado en sus bases (Discurso, 28 de octubre).
NOVIEMBRE
*Es imprescindible que los nuevos desarrollos
tecnológicos en el campo médico nunca vayan en
detrimento del respeto a la vida y dignidad humana,
de modo que quienes padecen enfermedades o
minusvalías psíquicas o físicas puedan recibir
siempre aquel amor y atenciones que los haga
sentirse valorados como personas en sus
necesidades concretas (Discurso, 7 de noviembre).
*Se promueve la justicia cuando se acoge la vida
del otro y se asume la responsabilidad hacia él,
respondiendo a sus expectativas, porque en él se
capta el rostro mismo del Hijo de Dios, que por
nosotros se hizo hombre (Mensaje, 15 de
noviembre).
*La justicia sanitaria debe estar entre las
prioridades en la agenda de los Gobiernos y de las
instituciones internacionales. Por desgracia, junto a
resultados positivos y alentadores, hay opiniones y
líneas de pensamiento que la hieren: me refiero a
cuestiones como las relacionadas con la llamada
“salud reproductiva”, con el recurso a técnicas
artificiales de procreación que comportan la
destrucción de embriones, o con la eutanasia
legalizada (Mensaje, 15 de noviembre).
*El amor a la justicia, la tutela de la vida desde su
concepción hasta su término natural, el respeto de
la dignidad de todo ser humano, deben ser
sostenidos y testimoniados, incluso contra corriente
(Mensaje, 15 de noviembre).
*En esta línea se coloca la solicitud de la Iglesia por
la vida naciente, la más frágil, la más amenazada
por el egoísmo de los adultos y por el
oscurecimiento de las conciencias. La Iglesia
continuamente reafirma cuanto declaró el Concilio
Vaticano II contra el aborto y toda violación de la
vida naciente: “La vida, una vez concebida, debe
ser protegida con el máximo cuidado" [ibid., n. 51]
(Homilía, 27 de noviembre).
*Respecto al embrión en el seno materno, la ciencia
misma pone en evidencia su autonomía capaz de
interacción con la madre, la coordinación de sus
procesos biológicos, la continuidad del desarrollo, la
creciente complejidad del organismo. No se trata de
un cúmulo de material biológico, sino de un nuevo
ser vivo, dinámico y maravillosamente ordenado, un
nuevo individuo de la especie humana. Así lo fue
para Jesús en el seno de María; así lo ha sido para
cada uno de nosotros, en el seno de la madre. Con
el antiguo autor cristiano Tertuliano podemos
afirmar: “Es ya un hombre aquel que lo será"
(Apologético, IX, 8); no hay ninguna razón para no
considerarlo persona desde la concepción (Homilía,
27 de noviembre).
*Por desgracia, también después del nacimiento, la
vida de los niños sigue estando expuesta al
abandono, al hambre, a la miseria, a la enfermedad,
a los abusos, a la violencia, a la explotación. Las
múltiples violaciones de sus derechos que se
cometen en el mundo hieren dolorosamente la
conciencia de todo hombre de buena voluntad
(Homilía, 27 de noviembre).
*Ante el triste panorama de las injusticias
cometidas contra la vida del hombre, antes y
después del nacimiento, hago mío el apasionado
llamamiento del Papa Juan Pablo II a la
responsabilidad de todos y de cada uno: “¡Respeta,
defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana
¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia,
desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad!”
[Enc. Evangelium vitae, 5] (Homilía, 27 de
noviembre).
*Exhorto a los protagonistas de la política, de la
economía y de la comunicación social a hacer
cuanto esté en sus posibilidades para promover una
cultura siempre respetuosa de la vida humana, para
procurar condiciones favorables y redes de apoyo a
la acogida y al desarrollo de esta (Homilía, 27 de
noviembre).
*A la Virgen María, que acogió al Hijo de Dios hecho
hombre con su fe, con su seno materno, con el
cuidado solícito, con el acompañamiento solidario y
vibrante de amor, confiamos la oración y el
compromiso a favor de la vida naciente (Homilía, 27
de noviembre).
DICIEMBRE
*Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y
semejanza. Por eso, toda persona es titular del
derecho sagrado a una vida íntegra, también desde
el punto de vista espiritual (Mensaje, 8 de
diciembre).
*La Iglesia afirma que el derecho a la vida del
inocente es inviolable, y que debe tener prioridad
sobre todos los demás supuestos. De este modo,
dirige la atención hacia un principio moral objetivo,
basado en la ley natural, cuyo contenido es
accesible a la recta razón y no depende de
decisiones políticas o del consenso social (Discurso,
19 de diciembre).
AÑO 2011
FEBRERO
*Espero que todos se esfuercen por hacer que
crezca la cultura de la vida, para poner en el centro,
en cualquier circunstancia, el valor del ser humano.
Según la fe y la razón, la dignidad de la persona no
se puede reducir a sus facultades o a las
capacidades que pueda manifestar y, por tanto, no
disminuye cuando la persona es débil, inválida y
necesitada de ayuda (Ángelus, 6 de febrero).
*La temática del síndrome post-aborto —es decir, el
grave malestar psíquico que con frecuencia
experimentan las mujeres que han recurrido al
aborto voluntario— revela la voz irreprimible de la
conciencia moral, y la herida gravísima que sufre
cada vez que la acción humana traiciona la innata
vocación al bien del ser humano, que ella testimonia
(Discurso, 26 de febrero).
*En esta reflexión sería útil también prestar
atención a la conciencia, a veces ofuscada, de los
padres de los niños, que a menudo dejan solas a las
mujeres embarazadas (Discurso, 26 de febrero).
*Los médicos, en particular, no pueden descuidar la
grave tarea de defender del engaño la conciencia de
numerosas mujeres que piensan que en el aborto
encontrarán la solución a dificultades familiares,
económicas, sociales, o a problemas de salud de su
niño. Especialmente en esta última situación, con
frecuencia se convence a la mujer —a veces lo
hacen los propios médicos— de que el aborto no
sólo representa una opción moralmente lícita, sino
que es incluso un acto «terapéutico» debido para
evitar sufrimientos al niño y a su familia, y un peso
«injusto» para la sociedad (Discurso, 26 de
febrero).
*En un marco cultural caracterizado por el eclipse
del sentido de la vida, en el cual se ha atenuado
mucho la percepción común de la gravedad moral
del aborto y de otras formas de atentados contra la
vida humana, se exige a los médicos una fortaleza
especial para seguir afirmando que el aborto no
resuelve nada, sino que mata al niño, destruye a la
mujer y ciega la conciencia del padre del niño,
arruinando a menudo la vida familiar (Discurso, 26
de febrero).
*Esta tarea, sin embargo, no concierne sólo a la
profesión médica y a los agentes sanitarios. Es
necesario que toda la sociedad se alinee en defensa
del derecho a la vida del concebido y del verdadero
bien de la mujer, que nunca, en ninguna
circunstancia, podrá realizarse en la opción del
aborto (Discurso, 26 de febrero).
*Igualmente, será necesario proporcionar las
ayudas necesarias a las mujeres que
lamentablemente ya han recurrido al aborto y ahora
están viviendo todo su drama moral y existencial
(Discurso, 26 de febrero).
AGOSTO
*Estos testigos nos hablan, ante todo, de la
dignidad de cada vida humana, creada a imagen de
Dios. Ninguna aflicción es capaz de borrar esta
impronta divina grabada en lo más profundo del
hombre. Y no sólo: desde que el Hijo de Dios quiso
abrazar libremente el dolor y la muerte, la imagen
de Dios se nos ofrece también en el rostro de quien
padece (Discurso, 20 de agosto).
NOVIEMBRE
*Una sociedad sólo es verdaderamente humana
cuando protege sin reservas y respeta la dignidad
de cada persona desde su concepción hasta el
momento de su muerte natural. Sin embargo, si
decidiera «descartar» a sus miembros más
necesitados de protección, excluir a hombres de ser
hombres, se comportaría de un modo
profundamente inhumano y también de un modo no
verdadero respecto de la igualdad —evidente para
toda persona de buena voluntad— de la dignidad de
todas las personas, en todas las fases de la vida
(Discurso, 7 de noviembre).
*Quienes defienden la investigación con células
madre embrionarias con la esperanza de alcanzar
ese resultado cometen el grave error de negar el
derecho inalienable a la vida de todos los seres
humanos desde el momento de la concepción hasta
su muerte natural (Discurso, 12 de noviembre).
*La destrucción incluso de una sola vida humana
nunca se puede justificar por el beneficio que
probablemente puede aportar a otra. Sin embargo,
en general, no surgen problemas éticos cuando las
células madre se extraen de los tejidos de un
organismo adulto, de la sangre del cordón umbilical
en el momento del nacimiento, o de fetos que han
muerto por causas naturales (Discurso, 12 de
noviembre).
*Al llamar la atención sobre las necesidades de los
indefensos, la Iglesia no piensa sólo en los niños por
nacer sino también en quienes no tienen fácil
acceso a tratamientos médicos costosos (Discurso,
12 de noviembre).
*La postura de la Iglesia no admite ambigüedad
alguna por lo que se refiere al aborto. El niño en el
seno materno es una vida humana que se ha de
proteger. El aborto, que consiste en eliminar a un
inocente no nacido, es contrario a la voluntad de
Dios, pues el valor y la dignidad de la vida humana
debe ser protegida desde la concepción hasta la
muerte natural (Exhort. Apost. Africae Munus 70, 19
de noviembre).
*La defensa de la vida comporta también la
erradicación de la ignorancia mediante la
alfabetización de la población y una educación de
calidad que abarque a toda la persona (Exhort.
Apost. Africae Munus 74, 19 de noviembre).
DICIEMBRE
*Reconocer con gratitud la vida como un don
inestimable lleva a descubrir la propia dignidad
profunda y la inviolabilidad de toda persona
(Mensaje, 8 de diciembre).
*La vida humana pertenece sólo a Dios, que nos la
ha regalado, y no está abandonada a merced de
nadie, ¡ni siquiera a merced de nuestro libre
albedrío! Estamos llamados a custodiar la perla
preciosa de nuestra vida y de la de los demás
(Discurso, 18 de diciembre).
AÑO 2012
NOVIEMBRE
*Cuando la vida se vuelve frágil, en los años de la
vejez, jamás pierde su valor y dignidad: cada uno
de nosotros, en cualquier etapa de la existencia, es
querido, amado por Dios, cada uno es importante y
necesario (Discurso, 12 de noviembre).
DICIEMBRE
*Tampoco es justo codificar de manera subrepticia
falsos derechos o libertades, que, basados en una
visión reductiva y relativista del ser humano, y
mediante el uso hábil de expresiones ambiguas
encaminadas a favorecer un pretendido derecho al
aborto y a la eutanasia, amenazan el derecho
fundamental a la vida (Mensaje, 8 de diciembre).
AÑO 2013
ENERO
*El aborto directo, es decir, querido como fin o
como medio, es gravemente contrario a la ley
moral. Cuando afirma esto, la Iglesia no deja de
tener comprensión y benevolencia, también hacia la
madre. Se trata, más bien, de velar para que la ley
no llegue a alterar injustamente el equilibrio entre el
derecho a la vida de la madre y el del niño no
nacido, que pertenece a ambos por igual (Discurso,
7 de enero).
PAPA FRANCISCO (2013-)
AÑO 2013
JUNIO
*El Dios misericordioso, que quiere la vida y
siempre nos perdona (Homilía, 16 de junio).
*¿Qué imagen tenemos de Dios? Tal vez nos parece
un juez severo, como alguien que limita nuestra
libertad de vivir. Pero toda la Escritura nos recuerda
que Dios es el Viviente, el que da la vida y que
indica la senda de la vida plena (Homilía, 16 de
junio).
*Dios formó al hombre del polvo de la tierra,
soplando en su nariz el aliento de vida y el hombre
se convirtió en un ser vivo. Dios es la fuente de la
vida; y gracias a su aliento el hombre tiene vida y
su aliento es lo que sostiene el camino de su
existencia terrena (Homilía, 16 de junio).
*¿Qué es esta vida? Es la vida misma de Dios. Y
¿quién nos introduce en esta vida? El Espíritu Santo,
el don de Cristo resucitado. Es él quien nos
introduce en la vida divina como verdaderos hijos
de Dios, como hijos en el Hijo unigénito, Jesucristo
(Homilía, 16 de junio).
*Con frecuencia, lo sabemos por experiencia, el
hombre no elige la vida, no acoge el «Evangelio de
la vida», sino que se deja guiar por ideologías y
lógicas que ponen obstáculos a la vida, que no la
respetan, porque vienen dictadas por el egoísmo, el
propio interés, el lucro, el poder, el placer, y no son
dictadas por el amor, por la búsqueda del bien del
otro (Homilía, 16 de junio).
*Miremos a Dios como al Dios de la vida, miremos
su ley, el mensaje del Evangelio, como una senda
de libertad y de vida. El Dios vivo nos hace libres
(Homilía, 16 de junio).
SEPTIEMBRE
*Aun estando por su naturaleza al servicio de la
vida, las profesiones sanitarias se ven inducidas a
veces a no respetar la vida misma (Discurso, 20 de
septiembre).
*La situación paradójica se ve en el hecho de que,
mientras se atribuyen a la persona nuevos
derechos, a veces incluso presuntos derechos, no
siempre se tutela la vida como valor primario y
derecho primordial de cada hombre (Discurso, 20 de
septiembre).
*El fin último de la actuación médica sigue siendo
siempre la defensa y la promoción de la vida
(Discurso, 20 de septiembre).
*Una difundida mentalidad de lo útil, la «cultura del
descarte», que hoy esclaviza los corazones y las
inteligencias de muchos, tiene un altísimo coste:
requiere eliminar seres humanos, sobre todo si son
física o socialmente más débiles (Discurso, 20 de
septiembre).
*Las cosas tienen un precio y se pueden vender,
pero las personas tienen una dignidad, valen más
que las cosas y no tienen precio. Muchas veces nos
hallamos en situaciones donde vemos que lo que
cuesta menos es la vida (Discurso, 20 de
septiembre).
*La atención a la vida humana en su totalidad se ha
convertido en los últimos años en una auténtica
prioridad del Magisterio de la Iglesia,
particularmente a la más indefensa, o sea, al
discapacitado, al enfermo, al que va a nacer, al
niño, al anciano, que es la vida más indefensa
(Discurso, 20 de septiembre).
*En el ser humano frágil cada uno de nosotros está
invitado a reconocer el rostro del Señor, que en su
carne humana experimentó la indiferencia y la
soledad a la que a menudo condenamos a los más
pobres, tanto en los países en vías de desarrollo
como en las sociedades del bienestar (Discurso, 20
de septiembre).
*Cada niño no nacido, pero condenado injustamente
a ser abortado, tiene el rostro de Jesucristo, tiene el
rostro del Señor, que antes aún de nacer, y después
recién nacido, experimentó el rechazo del mundo
(Discurso, 20 de septiembre9.
*Sed testigos y difusores de esta «cultura de la
vida» (Discurso, 20 de septiembre).
*Contribuir a reconocer en la vida humana la
dimensión trascendente, la impronta de la obra
creadora de Dios, desde el primer instante de su
concepción. Es éste un compromiso de nueva
evangelización que requiere a menudo ir a
contracorriente, pagando en persona. El Señor
cuenta también con vosotros para difundir el
«evangelio de la vida» (Discurso, 20 de
septiembre).
*En el centro de la actividad médica y asistencial
está la persona humana en la condición de fragilidad
(Discurso, 20 de septiembre).
*Queridos amigos médicos, vosotros que estáis
llamados a ocuparos de la vida humana en su fase
inicial, recordad a todos, con los hechos y con las
palabras, que ésta es siempre sagrada, en todas sus
fases y en cualquier edad, y que es siempre de
cualidad. Y no por una cuestión de fe —no, no—,
sino de razón; por una cuestión de ciencia
(Discurso, 20 de septiembre).
*No existe una vida humana más sagrada que otra,
como no existe una vida humana cualitativamente
más significativa que otra (Discurso, 20 de
septiembre).
*La credibilidad de un sistema sanitario no se mide
sólo por la eficiencia, sino sobre todo por la atención
y el amor hacia las personas, cuya vida siempre es
sagrada e inviolable (Discurso, 20 de septiembre).
NOVIEMBRE
*Si miramos sólo con ojo humano, estamos
predispuestos a decir que el camino del hombre va
de la vida hacia la muerte. ¡Esto se ve! Pero esto es
sólo si lo miramos con ojo humano (Angelus, 10 de
noviembre).
*Jesús le da un giro a esta perspectiva y afirma que
nuestra peregrinación va de la muerte a la vida: la
vida plena. Nosotros estamos en camino, en
peregrinación hacia la vida plena, y esa vida plena
es la que ilumina nuestro camino (Angelus, 10 de
noviembre).
*La muerte está detrás, a la espalda, no delante de
nosotros. Delante de nosotros está el Dios de los
vivientes, el Dios de la alianza, el Dios que lleva mi
nombre, nuestro nombre (Angelus, 10 de
noviembre).
*Entre esos débiles, que la Iglesia quiere cuidar con
predilección, están también los niños por nacer, que
son los más indefensos e inocentes de todos, a
quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana
en orden a hacer con ellos lo que se quiera,
quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para
que nadie pueda impedirlo (Exhortación Apostólica
EG-213, 24 de noviembre).
*Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la
defensa que la Iglesia hace de sus vidas, se procura
presentar su postura como algo ideológico,
oscurantista y conservador (Exhortación Apostólica
EG-213, 24 de noviembre).
*Esta defensa de la vida por nacer está
íntimamente ligada a la defensa de cualquier
derecho humano. Supone la convicción de que un
ser humano es siempre sagrado e inviolable, en
cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo.
Es un fin en sí mismo y nunca un medio para
resolver otras dificultades (Exhortación Apostólica
EG-213, 24 de noviembre).
*Si esta convicción cae, no quedan fundamentos
sólidos y permanentes para defender los derechos
humanos, que siempre estarían sometidos a
conveniencias circunstanciales de los poderosos de
turno (Exhortación Apostólica EG-213, 24 de
noviembre).
*La sola razón es suficiente para reconocer el valor
inviolable de cualquier vida humana, pero si además
la miramos desde la fe, «toda violación de la
dignidad personal del ser humano grita venganza
delante de Dios y se configura como ofensa al
Creador del hombre» (Exhortación Apostólica EG-
213, 24 de noviembre).
*Precisamente porque es una cuestión que hace a la
coherencia interna de nuestro mensaje sobre el
valor de la persona humana, no debe esperarse que
la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión.
Quiero ser completamente honesto al respecto. Éste
no es un asunto sujeto a supuestas reformas o
«modernizaciones» (Exhortación Apostólica EG-214,
24 de noviembre).
*No es progresista pretender resolver los problemas
eliminando una vida humana (Exhortación
Apostólica EG-214, 24 de noviembre).
*También es verdad que hemos hecho poco para
acompañar adecuadamente a las mujeres que se
encuentran en situaciones muy duras, donde el
aborto se les presenta como una rápida solución a
sus profundas angustias, particularmente cuando la
vida que crece en ellas ha surgido como producto de
una violación o en un contexto de extrema pobreza.
¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones
de tanto dolor? (Exhortación Apostólica EG-214, 24
de noviembre).
AÑO 2014
ENERO
*Suscita horror sólo el pensar en los niños que no podrán
ver nunca la luz, víctimas del aborto” (Discurso, 13 de
enero).
CONCILIO VATICANO II:
CONSTITUCIÓN GAUDIUM ET SPES
7 de diciembre de 1965
*Cuanto atenta contra la vida, homicidios de cualquier
clase, genocidios, abortos, eutanasia y el mismo suicidio
deliberado..., todas estas prácticas y otras parecidas son en
sí mismas infamantes, degradan la civilización humana,
deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son
totalmente contrarias al honor debido al Creador (Gaudium
et Spes 27.)
*Pues Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la
insigne misión de conservar la vida, misión que ha de
llevarse a cabo de modo digno del hombre. Por tanto, la
vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el
máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes
abominables (Gaudium et Spes 51).
CATECISMOS
CATECISMO ROMANO
DEL CONCILIO DE TRENTO
Publicado por mandato del Papa Pío V,
28 de septiembre de 1566.
“Fácilmente se comprenderá, pues, el gravísimo
delito que cometen los esposos cuando, con
especiales medicamentos, impiden la concepción o
procuran el aborto. Más que en matrimonio, su
unión se convierte en una verdadera conspiración
de homicidas” (part II, c. 7º)
CATECISMO DE LA IGLESIA
CATÓLICA
15 de agosto de 1997
2270 La vida humana debe ser respetada y
protegida de manera absoluta desde el momento de
la concepción. Desde el primer momento de su
existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus
derechos de persona, entre los cuales está el
derecho inviolable de todo ser inocente a la vida.
2271 Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado
la malicia moral de todo aborto provocado. Esta
enseñanza no ha cambiado; permanece invariable.
El aborto directo, es decir, querido como un fin o
como un medio, es gravemente contrario a la ley
moral.
2272 La cooperación formal a un aborto constituye
una falta grave. La Iglesia sanciona con pena
canónica de excomunión este delito contra la vida
humana.
2273 El derecho inalienable de todo individuo
humano inocente a la vida constituye un elemento
constitutivo de la sociedad civil y de su legislación.
2274 Puesto que debe ser tratado como una
persona desde la concepción, el embrión deberá ser
defendido en su integridad, cuidado y atendido
médicamente en la medida de lo posible, como todo
otro ser humano.
2275 Se deben considerar “lícitas las intervenciones
sobre el embrión humano, siempre que respeten la
vida y la integridad del embrión, que no lo
expongan a riesgos desproporcionados, que tengan
como fin su curación, la mejora de sus condiciones
de salud o su supervivencia individual” (Instr.
Donum vitae 1, 3).
CATECISMO DE LA IGLESIA
CATÓLICA. COMPENDIO
28 de junio de 2005
El quinto mandamiento prohíbe, como gravemente
contrarios a la ley moral:
2) El aborto directo , querido como fin o como medio, así
como la cooperación al mismo, bajo pena de excomunión,
porque el ser humano, desde el instante de su concepción,
ha de ser respetado y protegido de modo absoluto en su
integridad.