La fe construye la sociedad
La luz de la fe (XIV)
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
La Revolución Francesa del siglo XVIII defendía entre sus
ideales una mayor libertad, fraternidad e igualdad. Sin embargo, ha
dicho el Papa Francisco, se ha ido comprendiendo poco a poco que
esa igualdad o fraternidad no logra subsistir si no hace relación a un
Padre común como fundamento último. Porque, ¿cómo vamos a ser
todos hermanos entre sí, vivir la fraternidad, si no tenemos a un
mismo Padre? Por ello es necesario volver a la verdadera raíz de la
fraternidad. La fe nos hace conocer ese fundamento.
La historia de la fe es una historia de fraternidad, aunque no
exenta de conflictos. El amor inagotable del Padre se nos comunica
en su Hijo Jesús. Es en Cristo como realmente somos hermanos e
hijos de un mismo Padre. Por eso, no solo podemos llamarnos
hermanos, sino que realmente lo somos. Y podemos descubrir en
los demás el amor del Padre. Por eso dice el Papa Francisco que la
“fe nos enseña que cada hombre es una bendición para mí, que la
luz del rostro de Dios me ilumina a través del rostro del hermano”
(n. 54).
2) Para pensar
Para lograr ver en los demás una bendición es preciso
desterrar el egoísmo. Comentaba Mons. Luis María Martínez, quien
fuera arzobispo de México, que hay que escoger entre el amor a
uno mismo y el amor a Dios, y, por Dios, a los demás. Pues es
evidente que una vida centrada en el propio yo («primero, yo;
segundo, yo; tercero, yo…, y lo que sobre, para míᄏ) aparta del
Señor y distancia del prójimo. El egoísmo mata el amor…
Por eso, seguía diciendo Monseñor Luis María, un buen fraile
le escribía a la superiora de un convento de monjas mexicana estas
palabras, que reflejan el estilo de otra época, a la vez que encierran
cierto gracejo: «Para llegar a la unión con Dios es indispensable
matar a Don Yo, que es el peor de bandido que se conoce».
La fe nos ayuda a vivir como hermanos y, por tanto, a
desterrar todo egoísmo. Si no logramos convivir con alguien, sucede
que además de falta de caridad, hay falta de fe.
3) Para vivir
La vez pasada veíamos que la fe es capaz de construir la
familia. Pues bien, también la fe es capaz de edificar una sociedad
puesto que ilumina todas las relaciones sociales. La fe nos ilumina al
hacernos ver a los demás como hermanos, hijos todos del Padre.
Si bien es cierto que es necesaria tanto la igualdad como la
fraternidad, solo serán posibles al imperar el amor al Padre y, por
Él, a todos los demás. De esta manera, la fe ayuda a construir toda
la sociedad con fundamentos firmes.
Fundados en la fe, miraremos a los demás con amor fraternal,
es decir, con un amor incondicional y desinteresado. Un hermano ha
de amar a su hermano por el hecho mismo de ser su hermano, no
por lo que pudiera conseguir a través de él. Hemos de tratar a los
por lo que son, no por interés. Por ello, aunque estén enfermos,
tengan alguna discapacidad, o incluso, no nos “caigan” bien, el
motivo de amarlos es que son nuestros hermanos, hijos de nuestro
Padre Dios.
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