Salud reproductiva y abortos seguros
P. Fernando Pascual
29-3-2014
Las palabras lo soportan todo, la mente no. Así decían los griegos. Después de varios milenios,
también ocurre hoy. Por ejemplo, cuando se habla de “salud reproductiva” en relaci￳n a los así
llamados “abortos seguros”.
Fijémonos por un momento en esas expresiones. La idea de salud implica preservar la vida, no
destruirla. Si se a￱ade el adjetivo “reproductiva”, el significado podría parecer claro: se trata de cuidar
la salud en todo lo que se relaciona con las funciones reproductivas, también en lo que se refiere al
embarazo, al parto y la lactancia.
Incluir como parte de la salud reproductiva el aborto procurado encierra una fuerte contradicción. Si
alguien provoca un aborto, elimina una vida humana. Es decir, comete un acto contrario a la vocación
propia de la medicina, va contra la integridad y la salud de un ser humano pequeño, indefenso,
necesitado de todo.
Algunos dirán que hay abortos que se hacen para promover la salud de la madre, incluso para salvar su
vida. Un aborto con una finalidad buena no deja de perder su carácter intrínsecamente injusto: nunca
será correcto destruir de modo directo una vida humana inocente, ni siquiera para beneficiar a otro ser
humano.
Otros añadirán que por culpa de abortos clandestinos son dañadas o incluso mueren cientos de mujeres.
Con esa motivación, exigen y piden que el aborto sea legalizado precisamente para evitar los graves
peligros que se dan en miles de abortos realizados sin las suficientes garantías sanitarias.
Este modo de pensar, sin embargo, vuelve a ser contradictorio. Si el aborto consiste en eliminar la vida
del hijo en el seno materno, y si un acto de ese estilo es siempre una injusticia muy grave, no tiene
sentido legalizarlo para evitar los inconvenientes que se producen cuando los abortos se realizan en la
clandestinidad. Los delitos lo son siempre, y los peligros que puedan darse si alguien busca realizar
algo tan injusto como el aborto no justifican convertir en bueno lo malo para evitar tales peligros.
Por eso resulta patente la contradicci￳n de la f￳rmula “aborto seguro”. Si sería ridículo hablar de
“robos seguros” y promover leyes que obligasen a los bancos a una serie de medidas para evitar que los
ladrones sufrieran daños a la hora de escapar con el dinero, también es paradójico añadir la palabra
“seguro” a la eliminaci￳n de los hijos, por olvidar lo que ocurre en cada aborto: la muerte provocada de
un ser humano inocente.
Es cierto, las palabras lo soportan todo. Por años grupos de poder han inventado fórmulas para vender
un delito como algo normal e incluso como algo bueno. En realidad, nunca llegará a ser correcto cubrir
bajo la idea de salud el acto que elimina a un hijo. Y nunca será “seguro” el modo de realizar abortos
que va contra uno de los principios de la verdadera seguridad: evitar daños a los inocentes.
Afortunadamente, existen diversas voces que denuncian la manipulación que se encierra en este tipo de
expresiones. Unirnos a ellas permitirá salir del engaño de los abortistas y preparará el terreno a una
cultura de la salud y de la seguridad, para el bien de los hijos y de sus madres, especialmente cuando
éstas encuentren dificultades serias a lo largo de los meses del embarazo.