Voz del Papa
La luz de la fe (XII)
José Martínez Colín
1) Para saber
¿Es posible que todos creamos lo mismo?
El Papa Francisco responde a la pregunta. Nos dice que hoy
en día parece fácil que muchos participen en una tarea común, o
compartan los mismos sentimientos, pero que es muy difícil que
haya unidad respecto a una única verdad. Sin embargo, no obstante
lo difícil, sí es posible. Y lo es gracias al amor.
Tal vez incluso lo hemos vivido: “la experiencia del amor nos
dice que precisamente en el amor es posible tener una visión
común, que amando aprendemos a ver la realidad con los ojos del
otro” (Lumen fidei, n. 47). Cuando dos personas se aman, por
ejemplo, una sabe ver qué le agrada a la otra persona, o sabe ver
en algún lugar unos detalles que le gustarán a la otra persona y se
lo dice: “Sabía que te iba a gustar venir aquí”. Detalles que si no la
amara le pasarían indiferentes. Por ello, el amor no solo no
empobrece, sino todo lo contrario, enriquece la propia mirada.
En la Iglesia sucede algo semejante. Todos creemos lo mismo,
y no tanto porque lo lleguemos a comprender, pues algunas
verdades nos superan, sino porque confiamos en Dios, en quien no
hay falsedad ni puede engañarnos. En la Iglesia hay una sola fe, se
cree la misma verdad. Y podemos creer lo mismo gracias al amor a
Dios. Por eso los santos, que han sido ejemplo en al amor a Dios,
son buena referencia para conocer la verdad, pues la han
descubierto al compartir la mirada con el mismo Dios, fuente de
toda verdad.
2) Para pensar
El famoso escritor inglés Chesterton decía que la suerte de
encontrarse en la Iglesia con una fe viva se parece a nuestra
infancia. Cuando éramos niños paseábamos con nuestro padre por
el jardín y nos decía por primera vez que las abejas pican o que las
rosas perfuman, se lo creíamos. No pensábamos si esa verdad nos
convenía creerla o no. Y si nos picaba una abeja, no pensábamos
que había sido una coincidencia con lo que nos había dicho.
Simplemente le creíamos porque lo veíamos como un manantial de
hechos verdaderos, como alguien que nos amaba mucho y sabía
mucho más que nosotros. Con la Iglesia sucede algo semejante.
Nos enseña la verdad, no para engañarnos, sino porque nos ama y
quiere nuestro bien.
3) Para vivir
Dice el Papa Francisco que todos los artículos de la fe se
refieren a Dios, “y por eso forman una unidad superior a cualquier
otra” (n.47). Así, la fe es una porque tiene su fundamento en Dios
que es uno.
El Espíritu Santo, al ser el amor de Dios, es quien logra con el
amor esa unidad que hay en toda la Iglesia.
Puesto que la fe es una, debe ser aceptada y confesada en
toda su pureza e integridad: “negar uno de sus artículos, aunque
sea de los menos importantes, produce un daño a la totalidad”
(n.48). No es para que escojamos nada más lo que nos gusta o
convenga. Como si alguien dijera: “Yo si creo en los ángeles porque
me agradan mucho, pero rechazo que haya infierno y demonios
pues no me gusta que existan”. Es Dios quien nos ofrece la verdad.
A nosotros nos corresponde recibirla agradecidos, pero no mutilarla
o rechazarla.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero en Computación por la UNAM y Doctor en Filosofía por la
Universidad de Navarra
( articulosdog@gmail.com )