A un año de pontificado
En la más reciente de sus entrevistas, en los días próximos a cumplirse el primer
aniversario como Papa, a un diario italiano, Francisco se definía a sí mismo como
una persona normal, muy lejos de la aureola de “superman” que han construido
algunos medios sensacionalistas y que ya le atribuyen intenciones revolucionarias
para cambiar la Iglesia. Pegado a la dura realidad del mundo y animado por el
fuego del Espíritu de Dios, Francisco no deja de ser un misionero que quiere llevar
el gozo del Evangelio al último rincón con el corazón en la mano. Su deseo es ver a
la Iglesia, pobre entre los pobres, como un hospital de campaña, dedicada a curar a
los heridos sin preguntar quienes son. Francisco, en definitiva, se ha propuesto la
tarea de derribar el muro de la indiferencia mundana y ofrece para ello la ternura
de Dios “que no se cansa de perdonar”. Como afirma monseñor Blázquez, el nuevo
presidente de la Conferencia Episcopal Española, “Francisco es todo un regalo de
Dios a la humanidad”.
Jesús Domingo Martínez