¿Cuándo el amor es verdadero?
La luz de la fe (VIII)
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
La fe tiene que ver con el amor y la verdad. Creerle a alguien
significa que confiamos en él. El hijo le cree a su padre porque
confía en él, sabe que le ama y también él ama a su padre. El Papa
Francisco afirma: “La comprensi￳n de la fe es la que nace cuando
recibimos el gran amor de Dios que nos transforma interiormente y
nos da ojos nuevos para ver la realidad” (La luz de la fe, n.26).
En el caso de nuestra relación con Dios, al creerle, nos
transformamos porque recibimos su amor. Y al creer estamos
amando, confiando en Dios.
Pero el amor no es solo un sentimiento personal, subjetivo,
sino que tiene que ver con la verdad, con lo que es la realidad fuera
de nosotros, pues se ama a alguien fuera de nosotros.
Es importante que el amor esté fundado en la verdad para que
sea duradero. Muchos problemas matrimoniales vienen de no estar
fundados en la verdad, sino en sentimientos y emociones. Pero
como éstos no son constantes, pueden desaparecer.
Es innegable que los novios están enamorados, pero la razón
de ese enamoramiento ha de ser verdadero. Una persona se puede
enamorar de otra porque ve en la otra persona unos valores que le
atraen. El asunto es que tal vez la otra persona no tenga esos
valores realmente, sino que sus sentimientos le hacen ver a la otra
persona con esos valores. El problema viene cuando el sentimiento
deja de existir y se da cuenta que no había esos valores por los que
se había enamorado. Por ello decía el beato Juan Pablo II que los
sentimientos son ciegos y dificultan percibir la verdad de su objeto.
El amor y la verdad no se pueden separar.
2) Para pensar
Se cuenta que un hombre fue a visitar a un psicólogo y le dijo
que ya no quería a su esposa y pensaba separarse. El psicólogo
después de escucharlo lo miró a los ojos y sólo le dijo una palabra:
“Ámela”. El hombre contest￳: “¿No me entendi￳? Le dije que ya no
la quería”. “Pues ámela” volvi￳ a decirle. Y ante el desconcierto del
hombre a￱adi￳: “Amar es una decisión, no un sentimiento. Amar es
dedicación y entrega. Es un verbo y, el fruto de esa acción es el
amor. El amor es como la jardinería: hay que preparar el terreno,
arrancar lo que hace daño, sembrar, regar, cuidar y ser paciente.
Hay que estar preparado porque habrá sequías, pero no hay que
abandonarlo por ello. Ame a su esposa, acéptela, valórela y
compréndala. Eso es todo: ámela”.
3) Para vivir
Cuando se dice que se es “novio” porque “no-vio”, se quiere
resaltar que no se ha fijado realmente si los motivos de su
enamoramiento son verdaderos. Por eso el amor tiene que ver
mucho con la verdad para que sea permanente.
Cuando amamos a Dios, podemos estar seguros de que esos
atributos que encontramos en Él, por ejemplo su amor a nosotros,
su justicia, su misericordia, son reales, verdaderos y mucho más
grandes de lo que pensamos. Las personas pueden defraudarnos al
no ser como esperábamos, pero Dios nunca defrauda.
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