El elemento inherente al hombre es el amor
Tras reconocer las dimensiones biológica, familiar y social del ser humano, el cuarto
elemento inherente al hombre y que alcanza su máxima expresión en el matrimonio
y en la familia natural es el amor. El ser humano está hecho para amar. Como bien
se￱alaba Juan Pablo II: “La sexualidad humana… comporta la capacidad de
expresar el amor: ese amor precisamente en el que el hombre-persona se convierte
en don y –mediante este don– realiza el sentido mismo de su ser y existir”. De
forma parecida, el papa emérito Benedicto XVI afirma que “…el amor generoso e
indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida
humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término
natural”.
Esto mismo lo expresaba el genetista americano de origen ucraniano, Theodosius
Dobzhansky (1900-1975), cuando señalaba que el comportamiento ético es innato
en el hombre, en cada persona, y que se fraguó en la especie humana del mismo
modo que muchas de sus peculiaridades físicas, por “selecci￳n natural”. Opinaba
que lo más genuino y elevado de la ética humana es el mandamiento del amor
universal y el servicio a los demás, que se centra en la familia como célula de la
sociedad.
Jesús Domingo Martínez