UNA PROPUESTA PARA NOSOTROS
Sin duda que Cristo es un profundo conocedor de la naturaleza humana.
No es un alguien que hable desde la teoría.
Es un ser que sabe muy bien lo limitados que habrán de ser todos los que se
propongan seguirle y, a más, que su propuesta es una realidad cargada de
conversión.
Su propuesta no está orientada a los perfectos sino a quienes no tienen más
remedio que asumir su condición de pecadores.
Esta realidad de la propuesta de Cristo es lo que nos permite mirarla con la
seguridad de que podemos tener un lugar en ella.
Si fuese una propuesta para los seguros o para los que “la tienen clara” muchos
seríamos los que deberíamos sabernos excluidos de la posibilidad de incorporarnos
a la misma.
En reiteradas oportunidades manifiesta su no cerrar puertas, su siempre estar
dando oportunidades nuevas.
Nuestra forma de pensar y obrar va, muchísimas veces, en una dirección muy
distinta a la que proclaman los evangelistas que proclamaba Cristo.
Es Él quien dice que los sanos no necesitan del médico o quien afirma que el buen
pastor va en búsqueda de la oveja extraviada.
La gran mayoría de nuestras propuestas son para las noventa y nueve que están en
el corral.
Las capacitamos, les brindamos oportunidades, les fomentamos actividades y,
mientras tanto........
La oveja perdida es mucho más que una sola pero para ellos no tenemos
propuestas.
Somos el médico que se dedica a atender a los pacientes sanos y que no tiene
recetas para los enfermos.
Prevenimos, y fortalecemos a los sanos sin importarnos mucho si los enfermos son
cada vez más.
Lo más trágico de esto es que estamos lejos de poder conservar las noventa y
nueve.
Verdaderamente ¿cuántas son hoy? ¿A cuánto ha bajado su número?.
¿Por qué nos siguen ocupando las noventa y nueve si la una está cada vez más
lejana porque más necesitada?
Hay veces que es costoso tener que escuchar y tolerar esas constantes críticas que
se pueden escuchar con una cierta razón.
“Yo no sé como usted les permite estar aquí con los disparates que dicen”.
“No respetan nada, son una manga de mal educados”.
“No entiendo cómo pueden perder tiempo con esos gurises cuando si hicieran lo
mismo con otra clase de gurises sería mucho más provechoso”.
“Ayudándolos no hacen otra cosa que permitirles se metan más y más en la pasta”
“Están en la pasta y no los van a sacar. ¿Para qué dedicarles tanto esfuerzo?”
En oportunidades, tal vez, uno se deja ganar por el cansancio de esas reiteradas
cantinelas y piensa que, tal vez, tienen razón pero.........
¿Qué sentido tendría?.
La propuesta de Cristo no es, solamente, para que las noventa y nueve sean más
hermosas sino para que la una no sea más la necesitada.
No es para que los sanos no se enfermen sino para que el enfermo se cure.
Las noventa y nueve, los sanos son fáciles de atender y cuidar.
¿Puede haber algo más grato que el lograr sean cien?
¿Puede haber algo más gratificante que el poder ver que el enfermo se ha curado?
Claro que esto requiere de mucha, de muchísima paciencia, de mucho
acompañamiento, de un inmenso respeto y de una gran tolerancia.
Es acompañar un proceso de búsqueda desde las búsquedas mismas.
No es un camino que se logra desde la aplicación de certezas o recetas. Es un
buscar junto con el que busca con la seguridad de saber a dónde se quiere llegar.
Pero, fundamentalmente, es tener la certeza de que, muchísimas veces, somos
nosotros mismos la oveja extraviada o los enfermos que necesitamos ser atendidos.
El enfermo había sido sano y la extraviada había pertenecido al rebaño ¿cómo no
ser tolerantes si muchas veces hemos sido nosotros?
También se necesita de mucha creatividad como para estar creando propuestas que
puedan resultar convincentes porque es para seres tan en búsqueda como nosotros
mismos.
Padre Martín Ponce de León SDB