SE ROBARON LAS ESTRELLAS .
Ella es poco más que un diminuto gorgojo rubio.
Ha crecido tanto en su capacidad de hablar que no se ha tomado tiempo
para desarrollar su estatura.
Sin duda que su edad es, apenas, de un par de años pero su estatura dice
de mucho menos.
Quizás, por ello, es que llama tanto la atención sentirle hablar con tanta
fluidez y desparpajo.
Su padre le había llevado en aquella visita a la parroquia. Había corrido y
hablado, jugado y hablado, estado y hablado.
Su confianza es producto de sus muchas visitas en la compañía de su padre
pero, también, de su natural forma de ser.
Ella es siempre igual sin importar las presencias que le rodeen.
La noche había ganado al patio si no hubiese sido por la tenue luz que llega
desde la calle. Los mosquitos se volvían, cada vez más, incómodas
presencias.
Se acerc￳ a su padre y, se￱alando al cielo, manifest￳: “Mirá, se robaron las
estrellas”.
Creo que ambos, el padre de la niña y yo, miramos, simultáneamente, hacia
el firmamento.
Las nubes impedían ver a estrella alguna.
“¡Tiene cada ocurrencia!”- me manifestó el padre y continuamos con
nuestra conversación.
Uno de los privilegios del lugar es el que, pese a estar en la ciudad, sus
luces no llegan a impedir la visión de un firmamento salpicado de estrellas.
Hay oportunidades donde el firmamento se hace intenso y espectacular de
estrellas.
La noche estaba nublada y, por lo tanto...........
“Voy a ver si puedo hacer un artículo para el diario”.
“Inspírate”.
“No sé si podré hacerlo porque se robaron las estrellas”.
“No vale robarle la ocurrencia a mi hija” Ambos nos reímos dando por
concluida la charla.
Estoy seguro que no lo dije porque me hubiese gustado la observación de
aquella chica sino que fue algo que me brotó espontáneamente.
¿Qué significarán las estrellas para aquella niña?
¿Sueños? ¿Objetos brillantes? ¿Hadas? ¿Ilusiones?
¡Vaya uno a saberlo!
Lo real es que muchas veces podemos sentir que, en la vida, nos roban las
estrellas.
Los sueños y las ilusiones son esa parte de la vida que nos motivan a
avanzar, buscar, renunciar y jugarnos.
Muchos de nuestros compromisos dicen de la prosecución de algún sueño.
Necesitamos de sueños para descubrir los colores que se pintan en el lejano
horizonte.
En oportunidades necesitamos poder descubrir esos rostros que nos dicen
que nuestros sueños no son mera utopía sino una realidad alcanzable y, por
lo tanto, un empeño a renovar.
Muchos de nuestros sueños y a muchas de nuestras ilusiones solemos
ponerlas, allá, en lo profundo de alguna estrella para no perderlas de vista.
En oportunidades, también, colocamos, allí, a los rostros de esos seres que
hacen posibles el compromiso con nuestros ideales.
Hay veces que sentimos que nos han robado las estrellas.
Esos seres se nos pueden hacer muy distantes y, por lo tanto, casi les
perdemos de vista.
Nuestras ocupaciones pueden llenarse de rutinas y sentimos que nos han
robado las estrellas.
Nuestros sueños, ilusiones e ideales, parecería, se nos disfuman y todo se
nos vuelve confusión e inseguridad.
Muchas veces todos nos hace sentir que se han robado las estrellas.
En oportunidades hay situaciones o personas que, parecería, se encargan
de apartar las nubes para que no pedamos de vista las estrellas.
En oportunidades podemos, momentáneamente, fijar nuestra atención en
algún punto de luz casi similar a una estrella y darnos cuenta luego que no
es más que algún satélite.
Si nos empeñamos podemos saber que nunca nada nos habrá de robar las
estrellas.
Padre Martín Ponce de León SDB