Voz del Papa
La luz de Cristo
José Martínez Colín
1) Para saber
El santo padre Francisco al presidir la Santa Misa de la Noche
por la Solemnidad de la Navidad del Señor invitaba a reflexionar el
texto del profeta Isaías: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio
una luz grande” (Is 9,1).
Comentaba el Papa que somos ese pueblo en camino, somos
como peregrinos que vamos caminando hacia la tierra prometida,
como lo era el pueblo hebreo del Antiguo Testamento. Pero ahora
sabemos que esa tierra prometida es el Cielo, es nuestro objetivo en
la vida. Pero como la tierra se ve envuelta en tinieblas, se necesita
de una luz que guíe nuestro andar.
Aunque de la parte del hombre hay luces y tinieblas, fidelidad
e infidelidad, obediencia y rebelión, el Señor nos ilumina y da
sentido a nuestra existencia.
2) Para pensar
Al tratar de realidades espirituales hay una dificultad, y es que
el hombre no es capaz de captarlas por los sentidos. Sin embargo,
hay certeza de su existencia. Por ello, para hablar de ellas se utiliza
un lenguaje simbólico. Esas palabras no habrá que tomarlas al pie
de la letra, pues aunque se parecen en algo a lo que conocemos con
los sentidos, sin embargo guardan su diferencia.
Y uno de los símbolos para comprender el misterio de la
Navidad es el de la luz. Suelen iluminarse las calles, plazas,
comercios, casas… el nacimiento y el árbol de Navidad también se
adornan con luces. De hecho con el invierno que está comenzando,
las noches son más cortas y el tiempo de luz empieza a alargarse.
Cuando Jesús nació fue anunciado por la luz de una estrella
que guio a los magos hasta Belén. La luz hace referencia a Cristo a
quien se le nombre, por ejemplo, como “Sol de Justicia” o
“Esplendor de luz eterna”, “Astro naciente”…
Pero la luz que apareció con Jesús fue la gran esperanza que
entró en los corazones de quienes esperaban al Salvador.
Dice el Papa que Cristo ha venido para liberarnos de las
tinieblas y darnos la luz: nos viene a iluminar la inteligencia con la
verdad sobre nosotros mismos, al revelarnos nuestra identidad más
profunda: somos hijos de Dios.
Y también nos descubre la identidad de Él mismo: Dios es un
Padre que nos ama. Y nos ama tanto que nos envió a su Hijo para
salvarnos. Por ello no hay nada que temer: “Nuestro Padre tiene
paciencia con nosotros, nos ama, nos da a Jesús como guía en el
camino a la tierra prometida. Él es la luz que disipa las tinieblas… Él
es nuestra paz”.
3) Para vivir
Contemplar a Jesús en el portal de Belén, nos ilumina y da
sentido a nuestra existencia. Al aceptar esa luz en nuestras vidas,
podremos llevarla a todos los rincones de la tierra, cada uno, en
donde le corresponde, no importando la condición, edad o salud.
Todos hemos de vivir nuestras vidas teniendo como referencia la luz
de Cristo.
En el mundo, aún se encuentran muchos ámbitos donde
parece que las tinieblas dominan: guerras, violencia, extorsión y
corrupción, y también todo odio, egoísmo y soberbia.
Sin embargo, no olvidemos que la Sagrada Escritura nos dice
que Cristo ha vencido al mundo. Es su luz la que disipará toda
tiniebla. Cada uno será el encargado de llevar la luz de Cristo para
iluminar a quien se encuentre en la oscuridad. Es una tarea que
incumbe a quien ha recibido la luz de Cristo en el bautismo.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero en Computación por la UNAM y Doctor en Filosofía por la
Universidad de Navarra
( articulosdog@gmail.com )