Personajes míticos
P. Fernando Pascual
21-12-2013
Los mitos siguen vivos, porque hay quienes promueven modelos e idealizan personajes, y porque
muchos acogen las idealizaciones como luz y como ejemplo para uno mismo y para los demás.
El problema surge cuando los mitos se construyen desde la mezcla de verdades y falsedades, o con la
exaltación de los puntos positivos de un gran personaje mientras quedan en el olvido sus manchas, sus
defectos y, en algunos casos, sus injusticias.
Por eso sorprende ver cómo son exaltados, hasta límites que rayan en el absurdo, personajes del pasado
o del presente que, junto a hechos y cualidades innegables, defendieron ideas y proyectos injustos,
arrinconaron a inocentes, incluso promovieron o realizaron crímenes arbitrarios.
Así, por ejemplo, resulta extraño que se alabe a un estadista por algunos logros positivos, por muy
importantes que sean, cuando ese gobernante ha defendido el aborto o la violencia gratuita sobre
inocentes. Igualmente, resulta absurdo mantener en pie, desde la mitología propia de un partido, a
personajes que no sólo han defendido ideas equivocadas, sino que han provocado millares o incluso
millones de muertes.
Frente a la tendencia mitologizadora, ante la tentación de construir ídolos humanos de personajes que
no lo merecen, vale la pena ese esfuerzo sereno, serio y constructivo, de poner ante nuestros ojos la
realidad de los hechos en toda su complejidad.
Así seremos capaces de separar la paja del trigo, lo negativo de lo positivo, el mal del bien.
Ponderaremos a cada uno, especialmente a quienes han tenido un peso importante en sus respectivos
pueblos, sin ocultar lo negativo y sin olvidar lo positivo.
Sólo así evitaremos el engaño de exaltar a quienes no lo merecen; y conseguiremos, en la medida de lo
posible, una visión más serena y objetiva sobre un personaje concreto y sus realizaciones, malas o
buenas.