Gigantes que dan miedo
P. Fernando Pascual
21-12-2013
Si en un país se impide a los esposos tener los hijos que desearían y que podrían mantener con amor y
con esfuerzo.
Si en un país se ejecutan al año cientos de penas de muerte, algunas por delitos que no justifican nunca
el derramamiento de su sangre.
Si en un país cada año se cometen miles, quizá millones, de abortos, entre el silencio de los medios de
comunicación que parecen no dar ninguna importancia a esa noticia.
Si en un país hay millones de trabajadores que reciben un sueldo de miseria y tratos laborales que
escandalizarían a todo aquel que conozca un poco lo que es justicia social.
Si en un país se persigue y se encarcela a sacerdotes y obispos porque no se someten a las directrices
de los gobernantes, y se obstaculiza el culto religioso.
Si, además, ese país tiene una población numerosa, un ejército bien armado, un crecimiento industrial
muy elevado, y adopta actitudes de prepotencia hacia las minorías o hacia territorios ocupados en un
pasado no muy lejano.
Si todo eso ocurre mientras muchos cierran los ojos y guardan un silencio extraño que parece una clara
señal de falta de valor o de complicidad culpable.
Entonces es que estamos ante un gigante que da miedo. Gigante de la economía, gigante del poder
partidocrático, gigante de la represión, gigante de la injusticia.
Produciría una pena muy grande imaginar que existan países gigantes que diesen miedo. Aunque,
gracias a Dios, en el pasado como también en nuestros días, ha habido y hay voces humildes y audaces
que saben denunciar injusticias y que defienden los derechos más fundamentales de poblaciones
indefensas y necesitadas del apoyo de corazones buenos y valientes.