Los predilectos de Cristo
Los sin techo, los toxico-dependientes, los ancianos solos, los inmigrantes, las
mujeres maltratadas, los ni￱os por nacer… Todas estas personas deben ser
prioritarias para la Iglesia y para un cristiano coherente. Insiste en ello el Papa en
su reciente exhortación apostólica Evangelii Gaudium. Más allá del asistencialismo,
Francisco pide preocuparse sinceramente por ellas, ponerse de su parte, denunciar
las estructuras económicas injustas que les oprimen. El Papa recuerda que tienen
necesidad de pan, pero sobre todo de Dios. Los pobres merecen “una atenci￳n
religiosa privilegiada y prioritaria”, dice la exhortaci￳n. Y dice más: evangelizar a
estas personas, por supuesto, pero también dejarnos evangelizar por ellas. Puede
parecer una afirmación exagerada o piadosa, pero es pura ortodoxia católica.
Jesucristo dejó claro que había que buscarle en los más pequeños. De ahí que el
Papa insista en que la atención preferencial por los pobres no permite excepciones.
Ni la falta de tiempo ni la necesidad de atender a otras ocupaciones dispensan a
nadie de “la preocupaci￳n por los pobres y por la justicia social”. El mismo
Francisco no se cansa de subrayarlo con todo tipo de gestos de ternura en los que
muestra el camino para una Iglesia creíble y volcada en la misión. Es el camino de
la misión y también el de la felicidad del ser humano, que no ha sido creado para
vivir encerrado en sí mismo. Cuando Cristo se humilló y lavó los pies a los
ap￳stoles, recuerda el Papa, les dijo: “Seréis felices si hacéis esto”.
Jesús Domingo Martínez