PREGUNTA REITERADA
En diversas oportunidades me han reiterado la pregunta.
Quizás motive tal cosa mi inocultable predilección por dicha figura.
No puedo ocultar que son muchas las realidades impactantes que le rodean.
Frente a ello uno puede posicionarse de muy diversas maneras.
No dejo de reconocer que es una y se tiene todo el derecho de
representarla como se venga en ganas.
No puedo olvidar a aquella persona diciéndome: “Me obsesiona el querer
saber cómo era físicamente María”
Motivado por ese comentario, en muchas oportunidades, me he visto
intentando realizar un acercamiento a la figura de María.
Rechazo esas figuras, entendibles desde una devoción, que la presentan
como china, japonesa, europea, africana o gaucha.
María era una judía de su tiempo.
María no es un invento sino una persona concreta que existió en un tiempo
concreto y vivió en una región bien concreta.
“¿Por qué te gusta tanto la figura de la Virgen de Guadalupe?”
Siempre doy la misma respuesta.
Porque es latinoamericana.
Sin duda que ha dejado de ser mexicana para asumir la realidad de toda
Latinoamérica.
Porque nadie la pintó.
Según la historia la imagen surgió en la tilma (especie de manta que se
utilizaba a modo de capa anudada sobre un hombro) de Juan Diego (indio
mexicano a quien se le apareció María) cuando este mostró las rosas al
obispo que le había solicitado un signo como para creer lo que decía.
Al no ser pintada solo puede responder a la imagen original de María.
Porque no es mexicana.
Estudios realizados sobre las facciones de la imagen llegan a la conclusión
de que no responde a una joven indígena mexicana sino a una joven judía.
Porque no es blanca.
Su tez es algo oscura y e así como yo la he supuesto siempre.
Porque posee unos dedos fascinantes.
No son dedos cortos y rollizos sino largos y delgados.
Podría escribir muchos renglones sobre todos esas asombrosas conclusiones
a las que se ha llegado luego de estudiar dicha figura.
Pero hacerlo no sería parte de mi respuesta sino que ello es resultado de lo
leído como producto de mi admiración por lo arriba escrito.
Cuando me encontré con tal imagen, con un mucho de vanidad, me dije que
tenía mucho de lo que era mi imaginación y la adopté como el
“autorretrato” de María.
Evidente que cuando un tiene oportunidad de adentrarse a todos “los
misterios” que se van descubriendo en dicha imagen uno se descubre más y
más admirador de tal figura.
Pero ello es posterior a una admiración para con tal figura.
Sé que puedo pasar mucho rato contemplando tal figura para adentrarme a
ella y dejar que me enseñe y ayude.
En esa contemplación uno se encuentra con una figura que no está mirando
hacia arriba sino hacia abajo y ello me alienta a contemplarle un algo más.
Cuando uno la contempla en este tiempo próximo a la Navidad no puede
evitar sentirse muy en comunión con ella, niña – mujer, cercana de parto.
Padre Martín Ponce de León SDB