ALGO MÁS QUE PALABRAS
HÁGASE LA MUNDIALIZACIÓN DEL CAMBIO
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Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
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Vivimos en un cambio permanente, precisamos del cambio hasta para ejercitar el deber y el
derecho al trabajo, la misma existencia por sí misma es un cambio, ¿por qué hemos de temerle tanto?.
Tenemos que adaptarnos a las reformas y adoptar una postura más intransigente. No podemos, tampoco
debemos, caer en una delirante melancolía. Lo que hoy es, mañana ya no es, impulsado por la
mundialización, la tecnología y el ritmo propio de las diversas culturas, con su nivel de competencias y
desarrollo. Por eso, desde cada realidad sería bueno contar con legislaciones que se ajusten mejor a los
nuevos tiempos, al nuevo mundo del trabajo y del ocio, de la preparación y de las relaciones entre los
pueblos. Ciertamente, tenemos, ya no solo que acomodarnos a una época, también hemos de prepararnos
para un futuro de menos derroches y más sostenible.
Dejemos que respire el cambio. Es más, seamos protagonistas, artífices de ese cambio, que todos
debemos asumir como propio. Por una parte, pienso que esta mundialización nos exige renovación y
creatividad, pero también continuidad en valores mínimos, universalizados, que derivan de la misma
naturaleza humana. Ese cambio, no depende tanto de las diversas ideologías o directrices de acción, debe
partir de reflexiones libremente maduradas, donde todos los ciudadanos tengan opinión, bajo el impulso
del entendimiento y de la comprensión como fuente de renovación. El futuro es nuestro. El cambio
también es nuestro. O sea, de todos, a través del diálogo. Nadie puede quedar descolgado de este círculo
de escucha que nos debemos trazar. Las redes sociales pueden jugar un papel fundamental en el proceso
de este cambio, en la transformación social de este mundo, en el que hoy abundan tantos circuitos
viciosos o viciados, fruto de nuestras contrariedades permanentes.
Ha llegado el tiempo de abrir foros, de que la participación, la apertura, la inclusión y la
rendición de cuentas, sean práctica común en todos los países del mundo. Es el momento, por ello, de
llegar a acuerdos, y el principal tiene que ser una inversión constante en educación y formación en el
empleo. Esto es básico para propiciar la evolución de la especie. No me sirven las migajas. Tampoco las
palabras que no van acompañadas de hechos. Aunque sea difícil predecir el porvenir, tenemos que trazar
un futuro para la humanidad, para toda la humanidad sin distinción alguna. Por desgracia, a veces se
habla de crecimiento de empleo que no es tal, puesto que su remuneración es verdaderamente denigrante.
Es una práctica moderna, cada día más extendida, que nos retorna a tiempos pasados. Por tanto, si el
trabajo es tan necesario para acrecentar la dignidad humana, no demos salarios indignos, y mucho menos
demos legitimación ética a este tipo de hábitos.
Indudablemente, la capacidad de cambio depende cada vez más de las facultades profesionales,
de los sistemas educativos, de las políticas orientadas hacia el bien colectivo. La desocupación es una
auténtica calamidad social, que debe atajarse cuanto antes. La vida laboral de las personas debe ser algo
prioritario en los gobiernos, comenzando precisamente por el sistema formativo, para huir de la
incertidumbre y de la precariedad. No se cultiva la justicia en las relaciones laborales en la medida que la
remuneración es ínfima. Por consiguiente, en esa mundialización del cambio, la justicia tiene que jugar un
papel prioritario también. No se puede permitir que el bienestar económico llegue a unos pocos, a los
mismos de siempre, y la redistribución de las rentas no pase de ser pura literatura. Sin duda, una
solidaridad adecuada exige la defensa y el cumplimiento de unos derechos innatos, tantas veces
incumplidos, que acaban en formas de discriminación e injusticia. Desde luego, hemos llegado a un poder
de manipulación sin límites. Con razón, hay gobiernos cuya conducta es una mentira continua. ¡Qué pena
que continúen instalados en el pedestal del poder!
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Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
4 de diciembre de 2013