Difundir la Doctrina Social de la Iglesia
Ante una crisis ética que, por encima de la centralidad del hombre, sigue los ídolos
del poder y del dinero y propaga la pobreza en todo el planeta, hoy es más urgente
que nunca difundir y destacar la actualidad de la Doctrina Social de la Iglesia, “cuyo
valor fundamental es la solidaridad”, “arraigada en el Evangelio, es decir en Cristo”,
destacó el Santo Padre Francisco, evocando al Beato Juan Pablo II y a Benedicto
XVI.
Tras destacar que “su ámbito de reflexión y de acción es por lo tanto el de la
Doctrina Social de la Iglesia, a la que han contribuido en diversos modos los Papas
del siglo pasado y también Benedicto XVI, en particular, con su Encíclica Caritas in
Veritate, así como con sus discursos memorables”, el Obispo de Roma expresó su
gratitud por los esfuerzos que se realiza en profundizar y difundir el conocimiento
de la Doctrina Social, con sus cursos y publicaciones, brindando así un servicio
importante y bello al magisterio social, de parte de laicos que viven en la sociedad,
en el mundo de la economía y del trabajo.
El Obispo de Roma reiteró, también, un apremiante llamamiento a tutelar la
centralidad de la persona humana, se ñalando que la crisis ética y antropológica
que vive la humanidad ha colocado el provecho por encima de la dignidad humana.
“La crisis actual no es sólo económica y financiera, sino que tiene sus raíces en una
crisis ética y antropológica. Seguir los ídolos del poder, del provecho, del dinero,
por encima del valor de la persona humana, se ha vuelto una norma básica de
funcionamiento y el criterio decisivo de la organización. Se ha olvidado y se sigue
olvidando que por encima de la lógica de los negocios, de la lógica y de los
parámetros del mercado, está el ser humano y que hay algo que es debido al
hombre en cuanto hombre, en virtud de su dignidad profunda: ofrecerle la
posibilidad de vivir con dignidad y de participar activamente en el bien común.
Benedicto XVI nos ha recordado que todas las actividades humanas, incluyendo la
económica, precisamente porque es humana, debe ser articulada e
institucionalizada de manera ética (cfr. Encíclica Caritas in veritate, 36). Por lo
tanto, tenemos que volver a la centralidad del hombre, a una visión más ética de
las actividades y de las relaciones humanas, sin el temor de perder algo”.
Jesús Domingo Martínez