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VALOR DE LA MISA POR TELEVISIÓN
La posibilidad de transmitir y participar en misas televisadas. Tuvo amo causa y
origen la constatación de un hecho: el número grande de personas ancianas y
enfermas para quienes hubiera ido imposible o un gran obstáculo -de modo
especial en días invernales- trasladarse a un ámbito normal de celebración,
como lo es la Parroquia o una iglesia o capilla. Este hecho movió a la
misericordia ante estos casos posibilitando este nuevo modo de celebración.
Destinatarios
Los ancianos e imposibilitados antes citados.
Los familiares o enfermeros que deban cuidarlos y acompañarlos.
Por lo tanto, no es una ‘solución’ a la pereza de quienes ‘pueden y no quieren’,
ante esta cómoda ‘.oferta’.
Para los Geriátricos y Hogares de ancianos, esto hax sido una bendición ny
motivo de alegría.
Motivos
Los antedichos, que pondrán en riesgo la salud de los ancianos e
imposibilitados, ante la posibilidad cierta del agravamiento y ante las reales
dificultades de su traslado, especialmente cuando el anciano es un inválido.
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Jamás hay que preguntar si esas misas ‘valen o no’. Son una situación de
excepción para casos singulares…. Que no tiene otra solución, salvo…
¡quedarse sin misa! Ésta es una solución.
El modo óptimo sería una buena preparación, con los subsidios habituales con
los textos de la misa, cantos, etc. Tuve la oportunidad de conocer en Irlanda, al
responsable de las misas televisas. Desde las Parroquia, todo estaba tan bien
organizado para estos casos, que -en el momento exacto en el que en la
Parroquia o iglesia desde donde se transmitía la Misa, se verificaba quiénes
habían solicitado comulgar, así como sus domicilios. Los ministros de la
comunión partían a las casas de los destinatarios y cuando los fieles estaban
recibiendo la Eucaristía en el templo, los enfermos hacía lo propio en sus casas
o Geriátricos. Esto pudiera parecer un imposible pero no lo es, y a los hechos
me remito. Sólo hay que organizar un nuevo modo pastoral, dándole su debida
importancia, dentro del ministerio del alivio y de la salud.
También he conocido casos -de modo especial en los que todos son enfermos o
imposibilitados, en los que una Religiosa o un laico de la Parroquia, se hace
presente para guiar los cantos y ordenar debidamente la celebración, como un
servicio de compasiva misericordia, que no sólo lamenta una situación sino que
buscan y le encuentran solución, a favor de quien necesita no sólo palabras,
sino respuestas.
Considero que estas breves reflexiones bastarán para la comprensión del tema
( fr Héctor Muñoz op )
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