Una luz clara
P. Fernando Pascual
9-11-2013
Una luz en medio de la oscuridad. Las formas emergen en medio de la noche. Empezamos a ver con
algo de nitidez lo que bulle a nuestro alrededor. Un mundo de prisas y angustias trata de absorbernos,
mientras el reloj corre y suena el teléfono.
Hay ocasiones en que la vida nos arrastra. Dejamos que los hechos marquen la pauta de nuestras
acciones. Empezamos a vivir como despojados de quereres propios y esclavos de voluntades ajenas.
Cuando una luz clara nos hace ver cómo perdemos el tiempo entre actos que nos cansan y que nos
destruyen, estamos en condiciones para dar un paso fuera de las tinieblas y de las dudas asfixiantes.
Esa luz vino al mundo, habló a los pobres y a los ricos, visitó a los enfermos, consoló a los tristes,
denunció el pecado, anunció la gran fiesta de la misericordia. Esa luz tuvo un rostro y un nombre:
Jesucristo.
Queda atrás la noche con sus tinieblas y sus miedos. Rompemos con ambiciones que carcomen lo
mejor del alma. Abrimos el corazón a Dios, que nos conoce y ama como Padre bueno. Una luz clara
ilumina los ojos de mi alma y me impulsa a pedir perdón, a perdonar, y a buscar la paz que viene de lo
alto y que llena la vida de esperanza.