La juventud española y la crisis de valores
Durante la tercera semana de agosto conocimos el Informe anual de la Juventud en
España. Con la necesaria cautela con la que hay que tomar este tipo de
radiografías, es cierto que la foto fija nos ayuda a auscultar la salud social de un
determinado grupo y, obviamente también, a diagnosticar algunas de sus
enfermedades.
Es significativo el escaso interés que los jóvenes parecen mostrar por cuestiones
tan decisivas como la religión o la política, y desolador que se desentiendan de un
fenómeno tan presente en nuestro país como la inmigración. Nada es casual y
podemos quedarnos en la superficie o profundizar en las verdaderas causas.
La crisis que padecemos muestra aquí de una forma descarnada sus profundas
raíces morales; una crisis moral que es en realidad toda una crisis antropológica
como indica por ejemplo el hecho de que cada vez los españoles tengan menos
hijos y de que los tengan a edades más tardías. En los últimos años hay un repunte
esperanzador en el porcentaje de jóvenes que termina su formación universitaria y
en la reducción del altísimo fracaso escolar, pero el desempleo es todavía una losa
demasiado pesada, se ha reducido la tasa de emancipación y seguimos siendo uno
de los países con una ratio más reducida de jóvenes emprendedores. Una sociedad
sin hijos y con una gran cantidad de jóvenes en esta situación es una sociedad sin
futuro. Es la hora de abrir los ojos y de darnos cuenta que las soluciones a lo que
nos está pasando no son únicamente económicas y financieras.
Jesús Domingo Martínez