¿Cuántas misas los domingos?
P. Fernando Pascual
31-8-2013
Al final de la comida, surgió el tema. El padre Bernardo celebraba, los sábados en la tarde, 4 misas
prefestivas, y los domingos 5 misas. ¿El motivo? Su parroquia abarcaba más de 30 comunidades, y
hacía lo posible y casi lo imposible para celebrar el mayor número de misas en las distintas capillas.
El padre abad escuchaba con interés. El P. Bernardo aclaró su punto de vista:
-Lo sé. El Derecho Canónico (canon 905) pide celebrar ordinariamente una misa cada día, y si hace
falta 2 misas el mismo día, o 3 los domingos, con permiso del obispo. Pero el Derecho no puede
tener presente situaciones como la nuestra. Por eso creo que lo mejor es celebrar, los domingos, el
mayor número posible de misas.
-Entiendo lo que quieres decir, pero hay otros aspectos que merecen ser tenidos en cuenta.
-¿Cuáles?
-Empecemos por lo más sencillo: la Iglesia no es algo ni tuyo ni mío. No podemos cambiar sus
normas según lo que nos parece.
-Pero también la Iglesia es Madre. Si por mantener la letra de una norma cientos de personas van a
quedar sin misa los domingos, ¿no estamos cayendo en el legalismo?
La respuesta del P. Bernardo era sincera. El padre abad comprendía perfectamente que su
compañero no era un rebelde, sino un sacerdote que buscaba cómo atender del mejor modo posible
a los católicos de la zona. Por eso respondió con serenidad.
-El legalismo es malo cuando producimos un daño y vamos contra lo que la norma busca promover.
Pero en este caso hay que recordar que la acción de Dios va más allá de los límites humanos, y que
la obediencia agrada más que los sacrificios.
-El sacrificio de la misa no es como los sacrificios del Antiguo Testamento. Es algo mucho más
importante, y por eso celebrar más misas los domingos es un inmenso bien para la gente.
-Es un beneficio si cada misa es celebrada como Cristo desearía que la celebrásemos: en obediencia
al Papa y a los obispos, y según lo que la Iglesia nos pide.
-En nuestro caso, ¿no está el bien de las almas por encima de la norma?
-No lo creo, porque el bien de las almas lo da Dios cuando obedecemos. Nos duele no poder
celebrar para muchos, pero el bien que reciben nuestras comunidades a través de nuestra obediencia
alegre y llena de esperanza vale más que celebrar 5, 6 ó 7 misas un domingo.
-Puede ser que tengas razón, pero me parece tan difícil no hacer más por las personas.
-Hacemos, y mucho, al obedecer. Además, tú y yo no somos de plástico. Celebrar misa tras misa
nos desgasta, y si un exceso de trabajo acaba con nuestra salud, el remedio será peor que la
enfermedad: sin fuerzas físicas no podríamos celebrar ni siquiera una misa diaria...
-Dios ayuda al que es generoso.
-Sí, pero no hemos de tentar a Dios. En este caso ser generosos coincide con ser obedientes.
Además, hay diversos modos de organizar a las comunidades para que los domingos tengan
paraliturgias y, en donde sea posible, ver la manera para que un ministro de la Eucaristía pueda
distribuir la comunión.
La conversación se alargó, pues el tema era delicado. Poco a poco, el P. Bernardo iba
comprendiendo lo que su compañero le decía: Dios sabe llevar las cosas mejor que nosotros. Vale
más un acto de confianza en la Providencia, al obedecer al obispo, que no la actitud de quien decide
arreglar al mundo por su cuenta.
Por eso, al levantarse, fue a la capilla y rezó con intensidad. En su interior sentía que Dios le estaba
pidiendo reorganizar los domingos para no celebrar más de 3 misas (como había indicado el obispo)
y para dedicar así buena parte de su tiempo a las confesiones y a otras actividades pastorales.
Le costaba esta decisión, pero sabía que Dios iba a bendecir a sus comunidades precisamente desde
ese gesto humilde y confiado de obediencia alegre, nacida desde su amor a Cristo y a todos y cada
uno de los miembros de la Iglesia en aquella parroquia donde ahora le tocaba servir a sus hermanos.