SER TESTIGOS
Como peregrinos son enviados.
Uno a uno marchan en pos de un encuentro motivador de un anuncio.
Un anuncio que dirá de la vivencia de un encuentro.
No van a anunciar una doctrina. No van a preparar caminos para una futura
llegada.
No son los antiguos promotores de un producto.
No son agentes de marketing de un alguien que buscan imponer.
Como peregrinos son enviados para que sean testigos.
No llevan otra cosa que sus vivencias.
Serán sus experiencias lo que habrán de transmitir.
Ellos son enviados a ser compartidores de una experiencia de vida. De sus
vidas.
No tienen una visión acabada de quien es ese ser con el que comparten las
horas pero sí poseen un suficiente caudal de experiencias vitales como para
poder decir de El.
No van a instalarse. Simplemente van a dar testimonio de un camino
recorrido. Seguirán en camino.
Ser continuadores de Cristo requiere esa doble experiencia; saberse
enviados y descubrirse peregrinos
Necesario se hace ese saberse testigos de una experiencia de encuentro.
Evidentemente que es mucho más fácil el que uno se torne “decidor” que
testigo.
De Cristo podemos saber mucho pero lo verdaderamente importante es
vivir mucho.
Nuestra transmisi￳n puede ser de un algo así como “una materia estudiada”
cuando lo verdaderamente importante es compartir una experiencia vital.
Sin duda que nos cuesta hablar de nuestras experiencias interiores y
muchísimo más decir de nuestras vivencias de fe.
Como que no es de nuestros temas más frecuentes. Es un tema que
reservamos para algunos ámbitos y muchísimas veces nos limitamos a ser
trasmisores de palabras escuchadas. Nos cuesta muchísimo ser testigos.
Los discípulos fueron enviados a escuchar, aprender y compartir. Fueron
enviados a testificar sus experiencias personales más profundas.
¡Con que admiración hablarían de los hechos y lo dicho por Jesús!.
Indudablemente que escucharían hablar de la esperanza ante la llegada del
Mesías y ellos replicarían de su ya haberlo encontrado en la persona de
Jesús el Nazareno.
¿Qué estaban equivocados en su concepto de Mesías? Sí, lo estaban, pero
estaban convencidos de que Él era el Mesías.
Su convicción no cambia. Lo que posteriormente habrá de ser modificado es
lo que ellos entendían por Mesías.
Nada hace dudar que, ante el envío, salen convencidos a brindar su
experiencia.
¿Qué otra cosa podían hacer aquellos hombres tan llenos de sencillez y poca
cultura?.
Cristo no los eligió por sus conocimientos o por su compromiso con el
momento histórico, los eligió por la capacidad que tenían de entusiasmarse
y jugarse por una causa.
Cuando entienden que la causa ha llegado al límite del fracaso abandonan
por más que, posteriormente, una extraña fuerza de convicción los vuelva a
reunir y les lleva a esperar contra toda humana esperanza.
Pero, mientras tanto, son convencidos entusiastas por más que muchas
cosas les sobrepasen.
Eso es, un poco, algo de lo que le falta a muchos de los que nos llamamos
cristianos. La convicción entusiasta por más que muchísimas cosas no las
lleguemos a comprender totalmente.
Parecería como que nos avergonzamos de creer pese a no entender.
Ser testigos de Cristo implica ese estar entusiasmados y jugados por su
causa por más que nos descubramos sin tener todas las respuestas.
En ello consiste ese “ser como ni￱os” que se nos reclama para poder entrar
en el Reino de los Cielos.
Nos dejamos influenciar tanto por el racionalismo de este tiempo que
perdemos la frescura del testimonio.
Si los discípulos hubiesen pensado con nuestra mentalidad ninguno hubiese
aceptado el desafío de aquel ser enviados.
Porque no tenían todo suficientemente claro. Porque poseían un sin número
de dudas. Porque no había nada definido.
Faltaba definir el objetivo, clarificar las metas, determinar las estrategias y
realizar los planes para corto, mediano y largo alcance.
Pero ellos no pensaban de tal manera. Poseían la frescura entusiasta de la
convicción y salieron, convencidos, a dar testimonio de sus experiencias.
Hoy, llamándonos por nuestro nombre, conociéndonos y aceptándonos, nos
envía para que compartamos, sin vergüenzas nuestras vivencias de
encuentros con Él.
Lo de cada uno de nosotros es válido si lo hacemos con el entusiasmo de
estar convencidos y con la seguridad de que no hemos sido nosotros
quienes lo elegimos a Él sino Él quien nos eligió.
Padre Martín Ponce de León SDB