UN PERSONAJE ASOMBROSO.
Poco a poco su fama se había extendiendo.
Quizás algunos habían llegado para satisfacer su curiosidad.
¿Sería cierto lo mucho que se decía de Él?.
Muchos se llegaban en busca de poder presenciar algún signo de esos
muchos que, se decía, era capaz de realizar.
No faltaban quienes estaban allí en busca de ese portento que le modificase
la vida.
Algunos ya miraban a aquel nuevo profeta desde una óptica distinta.
¿Quién les dice que no sea el Mesías esperado?.
Llamaba, un poco, la atención el neto contenido religioso de su discurso.
Sin duda que no era partidario de arengas en contra de los romanos.
Quizás, recién estaba ganando adeptos y ya habría tiempo para enardecer a
las masas.
Lo importante era despertar la atención, conseguir simpatizantes y
comenzar a establecer una estrategia adecuada.
Lo primero, sin duda, ya lo estaba consiguiendo con sobradas creces.
En un tiempo de muchos predicadores éste ha logrado hacer extender su
fama en muy poco tiempo.
Existen quienes realizan importantes traslados con tal de poder escucharle.
Muchos hablan de los portentos que le han visto realizar.
No faltan quienes aseguran que sus signos son los que, según el profeta
Isaías, habrían de identificar al tan esperado Mesías.
“Los ciegos ven, los mudos hablan y los paralíticos caminan”.
Sin duda que sabe hablar ya que, no solamente “habla con autoridad”, sino
que habla con sencillez y desde las cosas de cada día.
Habla de las aves del cielo, de los lirios del campo, del sembrador, del
buscador de tesoros, de pastores y de trigo y cizaña.
En algunas oportunidades parecería como que pone algunos ejemplos como
para que no todos logren entender su hablar.
No usa palabras extrañas ni habla de cosas ajenas al común de su auditorio.
Realmente todo se complica, un poco, cuando habla de Dios.
Permanentemente se dirige a Él como “mi Padre”.
Está bien que sienta tiene una relación de hijo, pero, es medio intrigante su
llamarle “mi Padre”.
En algunas oportunidades ha llegado a decirle “Papito” (Abba) y ello,
realmente es completamente desacomodante.
No faltan quienes, ante esa familiaridad con Dios, se sienten incómodos.
Hay muchos que sostienen que esa familiaridad es un símbolo evidente de
su estar endemoniado puesto que ningún humano puede animarse a tanta
intimidad.
Sin duda que este aspecto suyo resulta medio intrigante pero, por otra
parte, lo dice con tanta naturalidad y sencillez, que uno se pregunta si no
será real tal familiaridad.
Mientras tanto......... cada uno ha escuchado y ha hablado de Él.
Cada uno se ha encargado, sin que nadie se lo pidiese, de propagar sus
signos y sus palabras que son su mejor publicidad.
Día a día aumenta el número de quienes se acercan para escucharle.
No le teme a las multitudes pero lo suyo es, fundamentalmente, lo que hace
a una atención particular para con quienes se llegan hasta Él.
No tiene inconveniente en hacer un alto en el camino para escuchar a un
ciego que le habla.
No busca algún lugar especial para hablar de “su Padre”.
Todos los lugares le son válidos.
Lejos de buscar las sinagogas, para lo suyo, busca los caminos, las casas de
familia o algún descampado.
No posee gestos preestablecidos. Lo suyo está lleno de espontaneidad.
Unas palabras, un poco de saliva, algo de barro, un pensamiento. Todo
vale, todo sirve para maravillar y desconcertar.
Resulta muy difícil poder encontrar las palabras justas y suficientes como
para poder decir lo impactante que resulta encontrarse con Él.
Simplemente uno siente que, llegarse hasta Jesús, es encontrarse ante un
personaje verdaderamente asombroso.
Padre Martín Ponce de León SDB