TRABAJO EN EQUIPO
El invierno tiene esas cosas.
Durante todo el año solemos movernos con autonomía.
Cada uno debe procurarse lo suyo.
En oportunidades lo que se encuentra es escaso.
En ocasiones lo encontrado es más que suficiente.
No almacenamos y, por ello, con la llegada del invierno debemos actuar en
equipo.
Sin duda que el mejor tiempo es la primavera o el verano.
Suele la gente comer en los espacios abiertos y ello facilita lo nuestro.
Pero en invierno nadie se sienta a comer bajo de un árbol.
En invierno muy pocos son los que se instalan en alguna plaza a comer
algo.
En invierno todos andan acurrucados en sus ropas y las plazas son más
lugares de paso que de recreo.
Cuando comienzan los fríos, desde hace un tiempo, ya sabemos lo que
debemos hacer.
Con las primeras luces del día nos vamos reuniendo en una Santa Rita que
es únicamente ramas y algunas muy poquitas hojas.
Vamos llegando de distintos lados y nos juntamos algo más que una
treintena.
Allí debemos realizar nuestra espera.
Con diversas voces entablamos nuestra conversación.
Nos ponemos al tanto de las diversas realidades de lo vivido en el día
anterior.
En oportunidades las espera se prolonga.
Sabemos que la oportunidad es en la mañana pero no hay una hora
concreta.
Si la espera se prolonga nuestras voces aumentan de volumen hasta
hacerse un griterío importante y notorio.
Siempre hay alguno que no soporta la espera y manifiesta alguna opinión.
“Hoy vino más temprano” “Hoy no viene” “Yo ya no espero más” y cosas
por el estilo.
Ello suscita diversos comentarios. “No, aún no llegó” “¿Por qué no baja
alguien a ver?”
“Siempre aparece” “No, no se vayan. Después se van a arrepentir y hay
para todos”
En oportunidades las alomas se unen a nuestras voces y con su voz hacen
saber que están esperando desde ya hace mucho tiempo.
Más tarde o más temprano aquellas palomas reciben su ración.
El hecho de estar en aquel gran jaulón hace que no puedan salir en busca
de su comida y la reciban, en abundancia, allí.
Nosotros debemos limitarnos a esperar el momento.
El tejido que les impide a ellas salir nos permite a nosotros entrar y salir
con facilidad.
Nosotros no tenemos un trabajo en equipo muy estructurado pero ya
sabemos que es la única manera de lograr algo.
Cuando ellas reciben su comida nosotros nos colocamos sobre el tejido.
Unos sobre el techo, otros sobre uno de los costados.
Poco a poco nos vamos dejando caer por todos lados.
Mientras se ocupan de corretear a unos otros logran tomar algo y huir.
Unos somos corridos y otros pellizcan algo de comida.
Luego, los que ya han comido continúan bajando y sirviendo de distracción
para que otros coman.
Ellas, las palomas, se ocupan de corretearnos y ello hace que distraigan su
comida.
Por corrernos para que no comamos no comen y ello nos favorece.
Siempre alguien es corrido.
Siempre alguien logra un algo de comida.
Lo mejor para nosotros es cuando reciben algunos trozos de pan picado.
Las palomas son bastante desprolijas para comer las migas del pan.
Deben deshacerlas sacudiendo su pico y trozos de pan caen en todas las
direcciones.
Allí, con rapidez, alguien toma el trozo grande y emprende vuelo por entre
el tejido.
Cuando alguien logra tomar un trozo grande de miga y emprende vuelo
sabe que alguien más lo seguirá y compartirán lo obtenido.
El trabajo en equipo es lo que nos permite obtener comida diariamente.
El trabajo en equipo es lo que nos asegura pasar el invierno con la comida
asegurada.
Si pretendiésemos entrar aisladamente lo lograríamos nada puesto que
seríamos corridos.
A más de esto está la reunión previa que es, también, una gran oportunidad
para estar juntos.
Es alguna de las ventajas de ser un pequeño gorrión y colarnos por donde
ellas no pueden salir.
Padre Martín Ponce de León SDB