ALGO MÁS QUE PALABRAS
EL POTENCIAL DE LA AMISTAD COMO ESPERANZA DE FUTURO
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Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
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El vínculo de las relaciones forma parte de nuestro caminar por este mundo. Lo es todo.
Necesitamos de los amigos como el aire que respiramos. Tantas veces son nuestro aliento. Pero también
los amigos requieren de nuestro apoyo. Es una continua y permanente reciprocidad. No hay mayor
satisfacción que sentirnos protegidos, valorados y comprendidos por nuestra propia comunidad. Por ello,
estoy convencido de que la amistad, en un mundo global como el presente, es algo imprescindible, sobre
todo para tender puentes de cordialidad e inspirar de este modo encuentros comprensivos. La diversidad y
los puntos de vista diferentes, no tienen por qué ser impedimento para trabajar en colaboración unos con
otros, sí en el horizonte de nuestro pensamiento se sustentan valores como la confianza, el respeto y la
consideración hacia todo ser humano. Por consiguiente, aplaudamos el día que la Asamblea General de
las Naciones Unidas designó el Día Internacional de la Amistad (30 de julio), con la idea de avivar estos
lazos entre pueblos, países, culturas y personas. Precisamente, la resolución de dicha festividad, lo que
hace es poner en valor actividades comunitarias encaminadas a fomentar la inclusión entre personas para
promover algo tan vital como el diálogo.
La amistad no tiene un valor de resistencia, sino más bien es una de las cosas más importantes,
puesto que imprime fuerza al deseo de vivir. El solo hecho de sentirnos amigos ya alegra el corazón. Es
cierto que ha nacido la pasión por la comunicación entre diversas culturas, en esto parece ya no haber
fronteras, sin embargo a veces esto no empuja al encuentro, al apoyo solidario, a la tolerancia. Es evidente
que tenemos que formular una nueva relación entre las personas y el mundo que nos circunda, desbordado
por la pobreza, las desigualdades e inseguridades. Muchas gentes se sienten hoy día, ya no sólo
abandonadas por el Estado, también por su misma especie, por las personas más próximas. Por eso, es
fundamental que se establezcan alianzas para propiciar otro mundo más pacífico. Desde luego, los
crímenes de derechos humanos no pueden ser objeto de amnistías ni impunidades. A propósito, la idea
Aristotélica, de que "si los ciudadanos practicasen entre sí la amistad, no tendrían necesidad de la
justicia", puede ayudarnos a reflexionar y, así, poder tomar una nueva conciencia de vida, basada sobre
todo en la mesura. Sin duda, el afecto por el ser humano, provenga de donde provenga, tiene que
llevarnos a otros estilos de vida más fraternos y responsables.
Contra la violencia hay que dar prioridad a la formación de grupos de amigos capaces de
contrarrestar las fuerzas del extremismo y de la incomprensión. A mi juicio, ha de ser prioritario en todos
los países construir una nueva fraternidad basada en la mano tendida, en la reconciliación de los pueblos,
para poder crear una renovada armonía de sentimientos en la mente de las personas. Requerimos esta
unión para transformarnos en personas desinteresadas, dispuestas a desarrollar la generosidad, la simpatía
y, especialmente, el apego que genera una donación auténtica. Por desgracia, los tiempos actuales son
poco propicios para las adhesiones verdaderas. Un muro parece separarnos en mil ocasiones. Es el fruto
de vivir para nosotros mismos, sin otro afán que los bienes materiales. Y así, lejos de existir para los
demás, vivimos para el poder de turno. Con estos pensamientos difícilmente vamos a poder establecer
lazos duraderos y profundos, diálogo ninguno y lo que si vamos a cosechar es un montón de
incomprensiones. De ahí, la urgencia de llevar al corazón de todas las culturas una estima revitalizadora
de incondicional entrega a los demás, lo que implica una cierta igualdad, muy diferente a esta cultura de
competición, donde el egoísmo es lo que prima. No olvidemos, pues, que la amistad surge del contacto,
pero se alimenta de valores que nos hermanan; ayudando, de esta manera, a desarrollar aptitudes para la
adopción de decisiones que fomenten un sentido de pertenencia.
Sin duda, el potencial de la amistad como esperanza de futuro tiene que priorizarse en los
programas educativos y en todos los sectores de la cultura, de lo contrario seguiremos estando todos
condenados a los conflictos, al rechazo y al desprecio de las personas más vulnerables. Los verdaderos
amigos permanecen los unos en los otros y nadie les separa. Precisamente, lo que nos hace fuertes es la
certeza de la amistad. Realmente pienso que el ser humano no puede vivir sin nexos, es lo que nos
sostiene y nos pone en camino, superando la pereza de quedarnos cómodos en nosotros mismos,
necesitamos abrirnos a la gente, formar parte de la gente, universalizarnos, reconocernos en esa
universalidad, donde se hunden nuestras propias raíces. Esta relaciones de amistad han sido evocadas por
todos, son llevadas con frecuencia a mundos diversos, del arte y la ciencia, del cine y de la música, de la
filosofía y de las religiones. Se me ocurre pensar en los personajes inmortalizados por Miguel de
Cervantes, don Quijote y Sancho Panza, que simbolizan la generosidad entre personas de diferentes
caracteres, llegando a un entendimiento tan fuerte que don Quijote se "sanchifica" y Sancho se
"quijotiza". Así es la amistad, uno de los sentimientos más nobles y más precisos. Indudablemente, el
futuro será de los que aprendan a quererse en este mundo, a establecer familiaridades y conexiones.
Para desdicha de todos, el momento presente no sólo está marcado por fenómenos negativos a
nivel institucional, social y financiero, sino también por una expectativa cada vez más inhumana, en parte
por cierta desconfianza en las relaciones humana, de forma que aumentan los signos de deslealtad,
engaño, ingratitud, agresividad y desesperación. La decepción llega a alcanzar en algunas culturas límites
insoportables. Además, este mundo globalizado en el que vivimos (muchos sufriendo) corre el riesgo de
avivar la enemistad al haber cerrado los ojos del corazón. Tenemos, en todo caso, la responsabilidad de
activar las miradas y de incentivar un espíritu de cooperación planetaria, que nos lleve a cultivar un
núcleo de valores, el de los derechos humanos fundamentales, y no otros impuestos al arbitrio de cuantos
tienen el poder. Es cuestión de mirar y ver lo que nos interesa. Eso sí, tómese su tiempo, lo mismo que
para escoger un amigo.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
21 de julio de 2013