Te cuento brevemente lo que es la liturgia de las horas.
Lo que envio no son homilias es la oracion de la iglesia, son los laudes, visperas y
completas, que tienen su propio ritual.
Es el resultado de un proceso por el cual aquella doble exhortación del Señor Jesús
a la oración y a la oración comunitaria se va estructurando en una serie de súplicas
que, distribuidas a lo largo de cada jornada, impregnan todo el día. Germen de esto
lo podemos encontrar en la primitiva comunidad cristiana que se reunía para la
oración (cf Hech 2, 42). 46).
Ciertamente no es una oración cualquiera. Es, más bien, una plegaria litúrgica,
oficial, que vincula en la misma plegaria a todos los fieles de todos los lugares, por
lo que se realiza aquello de que, aunque sea una multitud dispersa a través del
mundo, “tiene un solo corazón y una sola alma” (Hech 4, 32) y busca tener también
una sola voz, uniéndose en las mismas palabras. “De esta manera las oraciones
hechas en común poco a poco se ordenaron como una serie definida de “horas” (o
momentos). Esta Liturgia de las Horas u Oficio Divino, enriquecido por las lecturas,
es, sobre todo, oración de alabanza y de súplica y también oración de la Iglesia con
Cristo y a Cristo” (Instrucción General, n. 2).
Por esto podemos comprender que la Liturgia de las Horas es una nueva manera de
ejercicio de la participación del sacerdocio de Cristo, por lo que constituye un
derecho de todo bautizado y una dignidad de la que nadie debería sentirse al
margen. Y por eso, hay que desterrar definitivamente la idea de que esta Liturgia
de las Horas sea tarea que compete sólo a los sacerdotes y a los religiosos y
religiosas de especial consagración.
Todo el pueblo de Dios está llamado a tomar parte en ella. Por lo que la
constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia expresa: “Se recomienda a los laicos
que recen el Oficio Divino o con los sacerdotes o reunidos entre sí e incluso en
particular”(n. 100). Y unos números atrás nos decía la misma constitución conciliar:
“La función sacerdotal de Jesucristo se prolonga a través de su Iglesia que sin cesar
alaba al Señor e intercede por la salvación de todo el mundo no sólo celebrando la
eucaristía, sino también de otras maneras, principalmente recitando el Oficio
Divino”(n. 83).
Josefina F. Jiménez Laguna