DOS PASOS ADELANTE
Hay seres que son visionarios.
Con los pies muy sobre la tierra, con los ojos bien abiertos para observar la
realidad.
Pero con una particular capacidad de respuesta a esos cuestionamientos
que surgen.
El visionario no se limita a responder desde un mirar a su entorno sino que
su respuesta es una apuesta a la osadía.
Como si lograse estar dos pasos más adelante que el resto, el visionario
formula respuestas que suelen ser innovaciones.
Por ello es que es generador de miedos y desconfianzas.
Como todo ser humano puede equivocarse pero........ pese a ello, continúa
en la búsqueda de esas respuestas que no son repetición de fórmulas.
Es un generador de resistencias ya que lo suyo es, casi, una permanente
innovación.
Posee esa capacidad de adelantarse a los tiempos lo que hace que, en la
mayoría de sus posturas, sea un solitario.
Lo suyo no pasa por un siempre realidades nuevas sino que es producto de
esa creatividad que acompaña su capacidad de búsqueda.
Para la comodidad de un sistema establecido, para la seguridad de una
estructura, el visionario es un elemento peligroso.
No es que rechace lo existente pero no se resigna a hacer de su vida un
acomodado repetidor de fórmulas exitosas.
Permanentemente busca con el coraje propio de aquel que se arriesga a
innovar.
Evidentemente que sus posturas son generadoras de oposiciones y
resistencias y, por lo tanto, su vida no es muy cómoda.
Parecería como que su acción siempre se desarrolla por ese fino pretil de la
cornisa que existe entre lo establecido y lo permitido.
Cuando su innovación es asumida y pasa a formar parte de la estructura el
visionario ya se encuentra buscando por otros caminos.
Como que su condición de visionario le llevase a ser un eterno masoquista.
Podría conformarse con el disfrutar de la asimilación y puesta en práctica de
su propuesta primera.
Podría limitarse a gozar la superación de las resistencias iniciales.
Ninguno de ambos “podría” forman parte de la modalidad del visionario
puesto que siempre está avanzando desde el ser “abridor de caminos”.
Abrir un camino siempre conlleva su caudal de riesgo y lo más difícil es
conservar tal camino abierto pero como que tal cosa no preocupa al
visionario.
Al abrir un camino lo hace con una convicción tal que siempre encuentra
manos que se arriesgan a jugarse por el mantenimiento de la posibilidad de
tal camino.
Muchas veces el que tal cosa no sea realidad se debe al hecho de la
dificultad de lograr explicar acabadamente las posibilidades de su “visión”.
No es un alguien que carga con el peso de ser distinto sino que es un
alguien que con sencilla naturalidad formula propuestas distintas.
Tales personas suelen tener un carácter fuerte puesto que las permanentes
contrariedades por la que transita su vida no le hacen doblegarse de sus
convicciones.
Constantemente da la sensación de que lo fácil no es parte de su ser. Nunca
es fácil el “estar saliéndose del libreto”.
No es un limitarse a “salir del libreto” de la mayoría sino, lo que es más, del
“propio libreto”.
Lo suyo es ese permanentemente estar “a la intemperie” porque siempre
unos pasos más adelante.
Criticados, censurados, marginados, admirados, temidos, cuestionados,
impactantes, audaces, corajudos. Algunas de las realidades de los
necesarios visionarios.
Esos seres sin los cuales todo se limitaría a ser una indefinida prolongación
de fórmulas ya consagradas.
Los tiempos cambian y las instituciones se mantienen vigentes gracias a
esos seres que no temen la incomodidad de los cuestionamientos o los
precios de las censuras.
Seres que se animan a estar dos pasos más adelante por el mero propósito
de continuar siendo útiles.
¿Incómodos? ¿Necesarios? Seres que nos conmueven desde su condición de
visionarios.
Padre Martín Ponce de León SDB