EL CONFLICTO ENTRE EL TODO Y LA NADA
Esta mañana he salido a pasear por los bosques del tiempo.
Me gusta respirar el rocío que deja la noche al romper el alba.
Siento una sensación de vida que me produce un dulce sueño.
Soñar es empezar a vivir de tal suerte que somos pura visión.
Porque somos el instante preciso y el origen de toda creación,
el significado último de todo cuanto nos envuelve, el amor.
No es una simple emoción, somos el todo y la parte, la verdad
en camino, y esa búsqueda es la que nos hace sentirnos liberados.
Aunque a veces nos faltan palabras para describir los latidos,
existimos como estrellas andantes en un mundo de cosas,
y coexistimos con toda la pasión que la vida nos sugiere,
y con la esperanza de despertar algún día para siempre.
Así, tanto el que no siente como el que no ama, ya está muerto.
El que no vive como el que no se desvive ya es un cadáver.
El que no quiere como el que no se deja querer ya está inerte.
La muerte no es más que una parada y un abandono de sí.
Realmente seguimos siendo el todo en un mundo invisible.
El espíritu permanece vivo junto al soplo del creador
que nos eterniza, únicamente ahora la palabra es el silencio.
Yacemos más allá de la nada y más cerca del pulso de Dios.
Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
2 de julio de 2013.-