La libertad está en juego
Parece que lo ocurrido en los Estados Unidos con las dos recientes sentencias del
Supremo norteamericano como una confirmación de que la redefinición del
matrimonio es un proceso imparable es una cuestión meramente jurisdiccional,
aunque es iluso pensar que no habrá serias consecuencias. Lo advierte uno de los
jueces del Supremo discrepantes. En los estados donde se ha redefinido el
matrimonio, los defensores de la familia reciben un trato equiparable al de quienes
se oponían al fin de la segregación racial hace unas décadas. Enseñar el modelo
natural de familia en las escuelas católicas, por ejemplo, se convierte en una
discriminación intolerable. Por eso los obispos afirman que la libertad está en juego
y anuncian que seguirán dando la batalla. En los tribunales y en los Parlamentos,
pero sobre todo en las conciencias, para contrarrestar la propaganda mediática y
hacer comprender que la integridad de la familia es esencial para el futuro de
cualquier sociedad. Pero, desgraciadamente, en Estados Unidos no acaba en eso
sino que con el Presidente Obama a la cabeza, empiezan las presiones contra los
estados que sólo contemplan el matrimonio como unión entre un hombre y una
mujer, en un acto claro contra la libertad y es que a partir de ya en EEUU defender
el matrimonio es defender la libertad.
Jesús Domingo Martínez