Credulidad ante “informaciones” de la prensa
P. Fernando Pascual
29-6-2013
Creemos a alguien cuando parece veraz. ¿Creemos todavía en la prensa, a pesar de tantos errores y
engaños del pasado y del presente?
Uno pensaría que la escolarización y el nivel de estudios de muchas personas les habría ayudado a
ser más prudentes y críticas a la hora de recibir datos divulgados por los medios de comunicación.
La realidad, sin embargo, es que sorprende tocar la credulidad de muchos ante algunas
informaciones, sobre todo cuando se difunden datos que, con un poco de sentido común,
juzgaríamos en seguida como difícilmente comprobables.
Pensemos en un ejemplo que se repite con frecuencia. Un grupo organiza una manifestación de
apoyo o de protesta. Se concentra un número vistosamente grande de personas. Saltan las primeras
cifras. Al final, muchos repiten, con una seguridad sorprendente, que allí había 200.000 personas (o
medio millón, o un millón, etc.).
En ocasiones los datos llegan en medio de una especie de guerra informativa. Unos dan una cifra,
otros otra. Según los “intereses”, las cifras cambian de modo vistoso. Normalmente los
organizadores dan datos muy generosos. Algunos medios informativos supuestamente
“independientes” aumentan o disminuyen los dígitos, muchas veces sin indicaciones claras de cómo
consiguieron esa información.
Más allá de cómo lleguen los datos a la gente, el hecho es que muchos los acogen y los repiten con
una seguridad que sorprende. Parece que no tienen ningún problema en decir que se concentraron
200.000 personas en aquel lugar, porque lo han escuchado o leído aquí o allá.
Un poco de sentido común y de sano espíritu crítico nos llevaría a reconocer, en primer lugar, que
existen intereses concretos que provocan aumento o disminución de las cifras. En segundo lugar, y
esto vale para cualquier evento multitudinario, resulta obvio que dar números ante esas
concentraciones populares es realmente difícil.
Un periodista honesto y crítico (dos palabras que pueden ir perfectamente juntas, aunque a veces
sospechamos que eso no es nada fácil), sobre todo si trabaja en una agencia de noticias, sería capaz
de entender lo anterior y de recoger y juzgar fríamente las primeras informaciones. Por eso, en vez
de decir “en tal lugar hubo 100.000 personas”, escribiría: “según los organizadores, habría tantas
personas; según la policía municipal, tantas; según...” Si hay que dar un titular, lo haría con la
suficiente prudencia, incluso con márgenes por arriba y por abajo: “entre 30.000 y 100.000 personas
se congregaron...”
Pero si no encontramos periodistas así, cada uno puede distanciarse de los datos y entender que allí
hubo mucha gente, sin aventurarse a acoger y repetir cifras muchas veces engañosas y casi siempre
muy difíciles de alcanzar.
La capacidad reflexiva y la atención a los problemas que existen a la hora de recoger ciertas
informaciones ayudará a disminuir esa credulidad que muchos tienen ante datos difíciles de
controlar y a vivir con ese sano espíritu crítico que evita engaños y que dispone nuestro espíritu
para continuar en ese continuo y apasionante camino que puede acercarnos a la verdad.