La Boleta de calificaciones
Y yo, ¿qué calificación tengo?
Pbro. José Martínez Colín
“Más vale escarmentar en cabeza ajena” nos advierte el dicho, a
fin de que no caigamos en los mismos errores que vemos en los
demás. El siguiente relato que me hicieron llegar y que se relata en
primera persona es una advertencia a tener en cuenta, pudiéndola
aplicar a nuestras circunstancias personales.
Era miércoles, 7:00 p.m. llegué puntual a la escuela de mi hijo.
“No olviden venir a la reunión, es obligatoria”, fue lo que la
maestra había dicho un día antes, y era la razón de encontrarme ahí
muy a mi pesar, pero… ¡Quien se cree la maestra!, ¿Piensa que puede
disponer de nuestro tiempo a la hora que diga? Si supiera qué
importante era la reunión que tenía a estas mismas horas. De eso
dependía un buen negocio y… tuve que cancelarla.
Pero en fin, ahí estábamos todos: Papás y Mamás, como nos
habían pedido.
La maestra empezó puntual, agradeció nuestra presencia y
empezó a hablar de unas calificaciones especiales, pero no recuerdo
qué dijo pues mi mente estaba pensando en cómo resolver lo de ese
negocio, probablemente podríamos comprar esa nueva televisión con
el dinero que recibiría. En eso, un grito: “ᄀJuan Rodríguez!”, escuché a
lo lejos. “﾿No está el papá de Juan Rodríguez?”, dijo la maestra:
“Si aquí estoy”, contesté pasando a recibir la boleta de mi hijo un
poco apenado.
Regresé a mi silla y me dispuse a verla. La abrí y lo primero que
veo son unos números nada gratos: “﾿Para eso vine? ¿Qué es esto?”
La boleta estaba llena de 6 y 7, la guarde inmediatamente,
escondiéndola para que ninguna persona viera las porquerías de
calificaciones de mi hijo.
De regreso a casa iba en aumento mi coraje, a la vez que
pensaba, “ᄀPero si le doy todo! ᄀNada le falta! ᄀAhora si le va a ir mal!
Me estacioné y salí del coche, entré a la casa, azoté la puerta y
grité: “ᄀVen acá Juan!” El pequeño Juan estaba en su recámara y
corrió a abrazarme: “ᄀPapá!, ᄀPapá!”
“ᄀQue papá ni que nada!”, lo retiré de mí, me quité el cinturón y
le di de golpes, al mismo tiempo le decía lo que pensaba de él.
“ᄀY te vas a tu cuarto!” terminé, creyendo que estaba haciendo lo
correcto.
Juanito se fue llorando, su cara estaba roja y su boca temblaba.
Mi esposa no dijo nada, solo movió la cabeza negativamente
reprobando mi actitud, pues sabía que así no se puede hablar conmigo
y se fue a la mesa.
Cuando me fui a acostar, ya más tranquilo, mi mujer me entregó
la boleta de calificaciones de Juan, que estaba dentro de mi saco y me
dijo: “Léela despacio y después toma tu decisión”.
Esta decía así:
BOLETA DE CALIFICACIONES “ᄀPara el papá!”
TIEMPO QUE LE DEDICAS A TU HIJO
CALIFICACIONES
En conversar con él 6
En jugar con él 6
En ayudarlo a hacer la tarea 6
En salir de paseo con la familia 7
En contarle un cuento antes de dormir 6
En rezar con él antes de dormir
6
En abrazarlo y besarlo
6
En ver la televisión con él
7
En escucharlo
6
“ᄀÉl me había puesto puro 6 y 7… la verdad es que yo me
hubiera puesto menos de 5 en todo”.
Me levante y corrí a la recámara de mi hijo, lo abracé y lloré…
Quería regresar el tiempo, pero era imposible.
Juanito abrió los ojos, aún estaban hinchados por las lágrimas,
pero me sonrió, me abrazó y me dijo: “ᄀTe quiero mucho papá,
perdóname!”, cerró sus ojos y se durmió. Nunca lo olvidé. Mi hijo me
había dado la lección más útil para mi vida, que no iba a
desaprovechar, procurando sacar las mejores calificaciones en
adelante.
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