ALGO MÁS QUE PALABRAS
SALVAR LOS OCÉANOS
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Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
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Los océanos se mueren, están en las últimas, hoy más que fuente de vida son fuente de avisos,
bosque de advertencias. Hay que frenar como sea, creando conciencia de la gravedad sobre todo, que el
mar necesita los mismos cuidados que la tierra. Se debe parar con la contaminación proceda de donde
proceda, al fin y al cabo, son actividades terrestres dañinas para un hábitat que forma parte de nosotros y
que estamos obligados a salvaguardar. Lo mismo sucede con la excesiva explotación de los recursos
marinos vivos. O la alteración y destrucción del hábitat marinos. Vamos de mal en peor. Y lo más cruel,
es que no estamos haciendo nada por cambiar nuestros modos y maneras de proceder. Sabemos que sin
estos volúmenes de agua, nuestra vida es un imposible, no en vano cubren casi las tres cuartas partes de la
superficie de la tierra. Por tanto, aparte de proporcionarnos alimentos y también compuestos medicinales,
son nuestros verdaderos pulmones, ya que nos aportan la mayor parte del oxigeno que respiramos. Esto
debería cuando menos interrogarnos, ponernos en guardia y actuar con más cautela.
Evidente. Por nuestras actuaciones, cada día hay menos espacios oceánicos vírgenes. Entre todos
nos hemos adueñado de este patrimonio común y nos lo hemos repartido a nuestro antojo, sin haber
establecido un equilibrio entre derechos y obligaciones. El mar, la mar, como los ríos, las rías, las
inmensidades oceánicas, ya no pueden regenerarse ante los incrementados niveles de contaminación que
producimos. A mi juicio es esencial salvar los espacios oceánicos y, para ello, hay que tomarse en serio la
coordinación y la responsabilidad de todas las naciones. La tarea no es fácil. Es toda la humanidad la que
ha de establecer los principios de obligado cumplimiento. Nosotros mismos siempre somos nuestros
peores enemigos. Sea como fuere, tenemos que reconocer que nos estamos cargando tanto los paisajes
terrestres como los marinos, con total irresponsabilidad, y que de seguir en esta línea de necedad los
resultados serán nefastos para todos.
Ya está bien de que nada nos sensibilice y nos ponga en movimiento. Parece que estamos
cegados por el disfrute y el despilfarro, por los incentivos de mercado y financieros, por sistemas de
gobernanza imprudentes, y así, más que avanzar, estamos retrocediendo en la forma de utilizar los
océanos y hasta la misma tierra. Por desgracia, aún no hemos estudiado el libro que obtiene lo mejor de
cada uno. En cualquier caso, no debemos perder la fe en la humanidad. Por ejemplo, no podríamos tener
una forma más adecuada de conmemorar el día mundial de los océanos (8 de junio) que, con una
propuesta firme, por parte de todos los países, de no ser permisivos con aquellos que no respetan el estado
de derecho en las cuencas hidrográficas, en los mares y océanos.
La actividad delictiva en los espacios oceánicos es tan brutal, que cualquiera puede verse
invadido por mil piratas, traficantes de todo y por todo, dispuestos a dejarnos tirados como una colilla en
alta mar. Todos estos hechos dificultan su protección y desarrollo. Ciertamente, del mar dependen
millones de empleos de todos los sectores, el industrial, el energético, el de transporte, y hasta el turístico.
Requerimos, pues, acciones contundentes para mejorar la seguridad y la salud de estos espacios marinos,
que a la vez son recursos imprescindibles para la especie humana, y que aún no valoramos en su justa
medida. De lo contrario, haríamos un uso racional de los océanos que, entre otras cuestiones, ayudan a
regular el clima porque absorben el 25% del dióxido de carbono que se emite a la atmósfera por las
actividades humanas. Ahora bien, aún en las adversidades debemos tener esperanza. El concepto
equivocado de que los océanos son almacenes sin fondo debemos desecharlo de nuestro camino. El día
que tengamos esto claro empezaremos a tomar el pulso de nuestros funestos actos, puesto que en la
preservación del medio marino va nuestra propia vida. Casi nada. Lo dicho, que rectificar es de sabios.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
5 de junio de 2013